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La Academia de Artes y ciencias cinematográficas de Hollywood anunció los Oscar honoríficos para este año
En el comienzo de Terciopelo azul, la película que lo convirtió en una figura internacional del cine, David Lynch ya fundaba las bases de su obra. En un suburbio de postal y jardines impecables se escondía un universo de bestialidad que carcomía, como termitas, los mismos fundamentos de esa sociedad. Esa misma idea la desarrolló en toda una gran parte de una cinematografía siempre a medio camino entre lo ominoso y lo terrorífico.
El anunciado reconocimiento que le hará la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood con un Oscar honorífico es un galardón justo aunque tardío. La última vez que Lynch estuvo nominado a mejor director fue por El camino de los sueños, una aterradora fantasía sobre Hollywood que fue elegida por 177 críticos de todo el mundo convocados por la BBC como la mejor película del siglo XXI. También se lo nominó al Oscar a mejor guion y mejor dirección por El hombre elefante y mejor dirección por Terciopelo azul.
Junto con el Oscar para Lynch, se anunciaron los otros reconocimientos honoríficos: la directora italiana Lina Wertmuller (una merecida sorpresa), el actor Wes Studi (que será el primer actor nativo-estadounidense en ganar un Oscar) y a Geena Davis, aunque en este caso por su trabajo humanitario. Se entregan el 30 de octubre.
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David Lynch nació el 20 de enero de 1946 en Missoula, en el estado estadounidense de Montana. En 1967 realizó su primer cortometraje y en 1971 estudió en el American Film Institute Conservatory. Ha desarrollado también una carrera como artista plástico, escritor y fotógrafo.
Lynch ha sido un revolucionario aunque, quizás por lo hermético de su narrativa y porque su universo es demasiado propio genera fanatismos o desprecio. Su serie Twin Peaks fue un hito de la televisión que precedió este actual auge de las series. Su historia partía de un planteo policial (el asesinato de Laura Palmer) para introducirse en un mundo paralelo aterrador. Esa misma idea está presente en casi toda su obra cinematográfica, empezando por Terciopelo azul, su primera obra personal e internacional. Antes de ella había hecho cortometrajes, animación, una película de culto (Eraserhead), una película ambientada en la era victoriana (El hombre elefante) y una fallida fantasía de Hollywood (Dune) producida por Dino de Laurentis.
En Terciopelo azul fundó ese territorio donde lo horroroso y lo fantástico se mezcla con el melodrama clásico. Allí estaban Dennis Hopper, Isabella Rossellini y Kyle McLachlan, uno de sus actores fetiches.
Su carrera siguió creciendo aunque a su ritmo y a su forma. Dirigió una versión de Twin Peaks (El fuego camina conmigo), una road movie alucinada (Corazón salvaje, con la que ganó la Palma de Oro en Cannes) y Carretera perdida, El camino de lo sueños e Imperio, una suerte de trilogía que, entre otras cosas hablaba del cine como un formador de monstruos. En el medio dirigió la minimalista Una historia sencilla, otra road movie pero a velocidad de tractorcito que también estaba muy bien.
Su cine no se parece a ningún otro y es una combinación de sus obsesiones personales y cierto porte del cine clásico estadounidense subvertido con elementos del cine arte europeo y de lo gótico. Sus películas son experiencias que exigen un compromiso del espectador y es uno de los grandes directores del cine independiente.
En Uruguay está en librerías desde marzo, Espacio para soñar (Reservoir Books, 990 pesos) unas originales memorias escritas a medias con Kristine McKenna.
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Aunque sus estrenos en cine son muy espaciados, Lynch no para de trabajar. Recientemente participó en la nueva canción del músico, Flying Lotus, publicó una masterclass online y ayudó a reunir más de una hora de metraje perdido de Terciopelo azul para la colección Criterion. Lo último que ha estrenado es la serie Twin Peaks: The Return para Netflix; dirigió todos los episodios en una experiencia visual que muchas revistas de cine eligieron como el mejor de 2017 pero mucho público encontró irritante. La verdad está en el medio de esas dos opiniones.