“Mi día tiene 24 horas como los de todo el mundo”, le dice Felipe Pigna a El País y uno se permite dudarlo. Su historial laboral está cargado de proyectos en radio, televisión, charlas, documentales y 15 libros publicados. “Es que soy muy metódico”, dice como si eso pudiera explicarlo.
Ahora, el 7 de abril llega a Uruguay con otro de esos proyectos: Historias clínicas, en la que comparte escenario (acá será en el Stella el 7 de abril) con el doctor Daniel López Rosetti, otro divulgador con presencia mediática y editorial, en el que repasan nombres y hechos (esta vez incluirán la “tragedia de los Andes”) desde un punto de visto histórico y médico. Entradas en RedTickets a 1.490 y 1.690 pesos.
-No sé si puedo como uruguayo hablar con usted ya que en su biografía sobre Gardel descartó la teoría de que nació en Tacuarembó...
-Para mi no es un tema tan importante porque tiene que ver con la trayectoria posterior de Gardel quien se reconoció rioplatense y que amaba a Uruguay tanto como a la Argentina. Son cosas que no deberían separarnos: Gardel debe ser una prenda de unidad, no un motivo de diferencia entre nosotros.
-Saliendo de ahí. Su padre era gerente de Sadaic (el Agadu argentino) y por su casa pasaban importantes músicos. ¿Me puede contar algo de eso?
-Sí, por supuesto. Además mi viejo era director de Cultura de Azul, una ciudad de la provincia de Buenos Aires y traía espectáculos y como mi mamá cocinaba muy bien, todos venían a comer a casa luego del show. Ahí pasaron Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Los Fronterizos, Eduardo Falú, Alfredo Zitarrosa, un montón de gente muy importante. Para mi era extraordinario, yo tendría siete años y mi papá me anunciaba quién venía y me hacía un breve curriculum de quién era. Una época hermosa donde no había celulares y se hacía un culto de la conversación.
-Si habrá escuchado historias...
-Era gente con mucha capacidad de narración y a mí me encantaba escuchar esos cuentos. Era gente muy sentenciosa y a la vez muy humilde. Gente que decía mucho y también escuchaba mucho. Quizás mi pasión por la historia tenga que ver con eso.
-¿Y de ahí cómo llega esa pasión a ser una profesión?
-También era una casa de mucha lectura, mucho libro, mucha enciclopedia en fascículos. Y así empecé a leer historia y en Secundaria tuve una muy buena profesora que me guió la vocación. Mi intención inicial no era ser docente, pero bueno, entré en el profesorado, me encantó y ejercí la docencia durante 30 años.
-Y se volcó a la divulgación...
-Sí, creo que de ese contexto con los alumnos y las alumnas y de la necesidad que se entienda lo que uno está contando, viene mi gusto por la divulgación, por la escritura. Mis primeros libros fueron manuales para Secundaria y después empecé con la serie de Mitos argentinos y todos los libros que he publicado.
-Este año se cumplen 25 años del primero y su carrera no ha parado de crecer. Y eso evidencia un interés en el público por la divulgación, que parece contradecir cierta idea de una degradación cultural. ¿Cómo lo ve usted?
-Me sorprende muy gratamente y me emociona mucho la cantidad de jóvenes que me vienen a ver. Incluso tengo un público de chicos muy importante con cinco libros infantiles y muchas historietas. Y es un público maravilloso. Cuando voy a escuelas y liceos, tengo diálogos geniales, muy interesantes con los chicos que tienen otra forma de encarar el mundo.
-Ahora viene a Uruguay con Historia clínica junto al doctor médico Daniel López Rosetti. ¿Qué es eso?
-Con Dani éramos compañeros en la radio, es mi amigo y mi médico personal. Me pidió que lo ayudara con la parte histórica de su libro Historia clínica y cuando lo terminó, escribí el prólogo. Le quedó un librazo, así que hablé con la gente de la productora Underground, la de los hijos de Palito Ortega, porque me pareció que podía ser un producto televisivo alucinante. Hicimos 13 capítulos muy lindos en Telefé y empezamos a hacer teatros eligiendo diferentes personajes. Yo hablo un poco del personaje, su contexto, la historia y después uno ve a través de sus historias clínicas cómo fueron condicionadas esas vidas por lo médico. Beethoven, por ejemplo, tuvo 38 enfermedades y, claro, está la cuestión de su sordera producto de una sífilis. Y está este enfoque doble de lo médico, pero también lo psicológico porque a Daniel también le gusta mucho el psicoanálisis.
-En esta en esta versión que harán en Montevideo están el Quijote, Freud, Da Vinci, San Martín, Tutankamón, Discépolo, Darwin, Tita Merello pero también la tragedia de los Andes. ¿Cómo se integró eso?
-No es una cuestión de oportunismo, sino que Dani, a partir de la película, hizo el recorrido por la zona y completó un trabajo muy interesante sobre las cuestiones clínicas del suceso no solamente hacia lo que todo el mundo que es el morbo de la antropofagia, sino como se sobrevive en esas condiciones. Yo ahí solo daré un poco de contexto.
-Hablando de vínculo con Uruguay, hace poco presentó un documental sobre Manuel Ugarte en el que participa Natalia Oreiro...
-Sí. Manuel Ugarte. El destino de un continente y Nati hace de Delmira Agustini, quien estuvo vinculada con Ugarte. Lo vamos a presentar en Montevideo en mayo, espero.
-Perdón que, para terminar, lo lleve a cosas menos simpáticas. ¿Qué lección da la historia para entender la Argentina de hoy?
-Es un país con serias dificultades con su pasado, como si lo negara y creyera que dejándolo oculto o desconociéndolo, las cosas no se le van a venir encima. Un poco lo que estamos viviendo ahora es algo que hemos pasado aunque nunca en esta proporción. Pero tampoco es tan sorprendente. Como historiador, por un lado tenés el vértigo de conocer la historia y saber más o menos como terminan estas cosas y por el otro vivir el presente como persona de la cultura y ver que se está atacando a cosas tan sagradas como el cine argentino que nos representa tanto. Y han metido miedo.
-Decía que como historiador sabe más o menos cómo terminan estás cosas. ¿Cómo terminan?
-Mal. No te puedo decir cómo pero esto no termina bien.