"Es una loquera de vida”, le contó hace unas cuantas semanas a El País, Karla Sofía Gascón. Así ha sido, seguro, desde que Emilia Pérez, la película de Jacques Audiard que protagoniza, se presentó en Cannes y le dio (a ella y a todo el elenco femenino) el premio a mejor actuación en el festival. Y se volvió la película más importante de la temporada de premios.

Entonces, Gascón no sabía todo lo que faltaba por delante. Y eso incluye una nominación a los Globo de Oro, la premiación de la que Emilia Pérez se llevó cuatro estatuillas y un seguro lugar en la categoría de mejor actriz en los propios Oscar. Sería la primera intérprete trans en llegar hasta allí, como fue la primera intérprete trans en ganar en Cannes.

Quizás tampoco sabía, claro, que iba a venir a presentarla en persona a Uruguay. Junto con Audiard, Gascón estará esta semana en el José Ignacio International Film Festival, que se inauguró ayer y tendrá a Emilia Pérez como película de clausura. Será el próximo sábado a la caída del sol, al aire libre y gratis, en la llamada Bajada de los Pescadores del balneario.

Esa “loquera”, que Gascón —quien nació en la comunidad de Madrid en 1972— parece tomar con un cansancio feliz, es la clase de cosas que le pasan a las estrellas de cine. Y ella ha cumplido el papel a la perfección, prestándose a entrevistas, saludos a la mirada de todo el mundo y al afecto de los seguidores, muchos de los cuales la descubrieron precisamente en Emilia Pérez.

Sin embargo, su carrera comenzó en 1995 como Juan Carlos Gascón y tuvo un pasaje exitoso en televisión y cine tanto en España como en México, donde fue parte del elenco de la película más taquillera del cine mexicano, Nosotros los Nobles. Trabajó en un montón de telenovelas.

Cambió su nombre por Karla Sofía en 2018, después de dar a conocer su identidad de género y el comienzo del tratamiento de reasignación de sexo.

En Emilia Pérez interpreta al personaje central. Al comienzo es Manitas, un temible jefe de un cartel mexicano, quien contrata a una abogada (Zoe Saldaña) para que le tramite una operación de reasignación de sexo. Debe dejar atrás a su familia (sus hijos y su esposa interpretada por Selena Gómez) y empezar una nueva vida.

Así, como una forma de reparar tanto dolor y con la ayuda de la abogada, crea una fundación para ayudar a los desaparecidos y a las víctimas de la violencia del narcotráfico. Se convierte en una suerte de líder popular y se enamora (de una viuda de la narcoviolencia interpretada por Adriana Paz). Es un papel para una actriz fuerte: Gascón tiene pasta para hacerlo.

Todo eso está contado como un teleteatro musical (originalmente iba a ser una ópera) hablado y cantado en español, lo que ha generado acusaciones de apropiación cultural. Cuando Gascón habló con El País eso no se había convertido en el tema de debate que sería.

Emilia Pérez representa un momento de quiebre en su carrera. Por ahora tiene anunciado un papel en Las malas, la adaptación de Armando Bo de la novela de Camila Sosa Villada que transcurre en el ambiente de la prostitución trans en un pueblo del interior de Argentina.

Después de su exhibición en José Ignacio, el sábado, Emilia Pérez se estrenará en cines uruguayos el 6 de febrero, a esa altura seguramente con un montón de nominaciones al Oscar encima.

Este es un resumen de una charla de siete minutos de El País, allá a comienzos de noviembre, con la actriz del momento.

—¿Cómo se recibe la noticia de que un director como Jacques Audiard quiere que protagonice una de sus películas?

—La palabra es “incredulidad”. Lo recibes pensando que debe ser mentira y luego cuando te presentan el proyecto dices, “bueno, aparte de que debe ser mentira, nunca vamos a poder realizar esto”. Eso es lo que pensé. Que no se iba a poder hacer porque era un loquera, tan diferente, tan rara que quién iba a hacer eso. En algún momento llegué a pensar que lo íbamos a filmar con un Motorola o algo de eso. Me decía: “estos deben ser cuatro colegas que se han unido para hacer algo así. Debe ser Jacques Audiard, pero con zeta”, cosas así.

—Pero era verdad...

-Me parece increíble el trabajo que se ha hecho. Cuando lo vi por primera vez ya estaba todo terminado porque no lo quise ver antes, cuando estábamos -a una o dos semanas de Cannes- en el estudio metidos haciendo los doblajes de las últimas cositas, arreglando palabras. Ahí tuve oportunidad de verla, pero no quise, y cuando sí la vi en Cannes dije: “¡Ostras, qué cosa más hermosa hemos hecho, la verdad!”.

—Audiard dijo que el proyecto iba a ser una ópera....

—Al principio, lo escribió como si fuera para hacer una ópera, y luego se convenció de que a lo mejor era mejor hacer primero la película. Es que no lo veo al hombre tampoco, pero viste cómo somos los artistas, que siempre nos inventamos una cosa nueva. Así es la evolución de las cosas, que al final tú piensas que va a ser ese el camino y la vida dice: no, no, espérate y ponlo por acá, que va a ser mucho mejor. Y al final mira toda la gente a la que está llegando su “ópera”.

—Ciertamente Emilia es un personaje de esos que hacían las grandes divas de la ópera.

—Sí, pero es imposible que lo hiciera desde ese aspecto, porque no tengo formación y las veces que he ido a la ópera han sido escasas. Me parece maravilloso, pero mi formación no viene del canto, no viene de la música, no sé leer partituras y era imposible que fuera por ese lado. Lo abordé realmente como lo que era para mí: un personaje único en la historia del cine y de la actuación, y en el que quería dejar lo mejor de mí. Entonces lo he abordado como un personaje de verdad que merecía que le diera toda mi alma.

—Está lleno de amor y su arco narrativo parte desde la violencia y termina convertida en otra cosa muy otra.

—Sí, sí. Realmente creo que el amor ha estado siempre ahí, impregnado en la vida de Emilia y en la de Manitas, y que no podía expresarlo ni podía salir porque al final es ese mundo machista en el que los chicos no lloran o no pueden expresar sus emociones, y tienen que ser todos muy malos para servir a la sociedad como hombres. Entonces creo que viene de ese mundo y que al final logra desprenderse de ello, simple y llanamente.

—Su discurso en Cannes fue muy emotivo sobre la situación de las mujeres trans. ¿Cree que una película como Emilia Pérez puede cambiar la percepción sobre el tema?
—Simplemente puede ayudar a plantar una semilla en tu mente y que tú reflexiones sobre lo que ocurre, o poner en el mundo ciertas situaciones que a lo mejor otras personas las ven de una manera diferente. Creo que efectivamente se trata el tema desde una manera que no se había tratado antes, y creo que es un punto de partida muy interesante para que las personas que ven la película o la sociedad pueda reflexionar sobre ello. Pero simplemente es una reflexión. En ningún momento te dice lo que debes pensar o no. La película simplemente ahí está, usted piense lo que quiera.

—¿Cómo la ha tratado tanta exposición?

—Pues es muy bonito, pero muy demandante, muy cansada. Estoy todo el rato de acá para allá, me siento como Phileas Fogg en La vuelta al mundo en 80 días, pero ni siquiera como la novela de Julio Verne, sino como los dibujitos que veía en la televisión. Pues me siento un muñequito prácticamente de todo esto, pero viviéndolo con mucha pasión y con mucho entusiasmo, porque es único y todos los días conozco a gente maravillosa y muy divertida. Ayer, por ejemplo, conocí a Michael Mann, que yo era fan de Vicio en Miami y era él quien me felicitaba por mi persona. Alucinas mucho en ese aspecto de las cosas que te pasan todos los días, como encontrarte a las personas que tú habías seguido desde tu juventud, desde tu infancia, y darte cuenta que al final todos somos seres humanos y vivirlo de una manera sabiendo que es un juego esto,

—¿Qué famoso la impactó más?

-A mí el único que me ha impactado realmente, porque ya no me pasa con nadie de todos los que veo, es Luke Skywalker, Mark Hamill. Cuando vi a Mark Hamill casi me le tiro al hombre a darle un abrazo. Es el único con el que me tuve que controlar. Tuve que decirme: “quieta, quieta, quieta, no vaya a ser que metas la pata”. Fíjate que eso no me pasó ni con George Lucas cuando le conocí, ni con Steven Spielberg a quien el otro día estuve saludando, o Quentin Tarantino. Para mi fue Mark Hamill.

Esta edición número 15 del José Ignacio International Film Festival estará visitada. Además de Karla Sofía Gascón y Jacques Audiard que realizarán una conferencia de prensa, recorrerán José Ignacio y estarán el sábado a la caída del sol en la Bajada de los Pescadores para la función de Emilia Pérez. Además, mañana lunes, estarán la directora Maura Delpero y el actor y productor Santiago Fondevila para acompañar la presentación de su Vermiglio, que es la película que Italia envió a consideración de los Oscar y se trajo el gran premio del jurado de Venecia. Se verá el lunes.

También estará en José Ignacio y dará una clase magistral la argentina Victoria Alonso, quien fuera presidenta ejecutiva en Marvel Studios y productora de Argentina, 1985.