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El renacer de Brendan Fraser, la estrella de los 90 que desapareció, sufrió y hoy aplaude todo el mundo

Brendan Fraser está nominado al Oscar por "La ballena", la película que llega este jueves a cines uruguayos y que lo lleva de nuevo a la cima de una carrera con altibajos.

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Brendan Fraser en "La ballena"
Foto: Difusión.

Por Fernán Cisnero
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Si hay algo que ayuda en Hollywood es una historia de resiliencia, y la de Brendan Fraser es la de esta temporada. La nominación al Oscar lo confirma y el actor ha estado en el centro de atención desde que una ovación de seis minutos en el Festival de Venecia lo emocionóhasta las lágrimas y se hizo viral.

Fraser estaba en Venecia por La ballena, la película de Darren Aronofsky (Cisne negro, Requiem por un sueño), en la que interpreta a Charlie, un hombre gay que pesa 300 kilos, vive aislado tras la muerte de su novio e intenta recomponer el vínculo con su hija adolescente.

Es una historia triste y a Hollywood también le encantan, en la pantalla y fuera de ella, las historias tristes.

Y las transformaciones corporales y la gente con problemas de salud y dramas familiares, y acá Fraser —quien engordó para el papel a base de un traje especial y prótesis, no a una dieta mal balanceada— aplica en todas las categorías.

La ballena, la película que trajo de nuevo al actor a la cultura popular, se estrena este jueves en cines en Uruguay.

Fraser parecía haber llegado para quedarse en la década de 1990, en la que puso la cara (y un cuerpo trabajado) en la saga de La momia o en divertimentos menores (y en taparrabos) como George de la jungla o aquella comedieta con Elizabeth Hurley, Al diablo con el diablo. Su aporte a la taquilla global fue de 1.700 millones de dólares, todo en esa etapa de su carrera.

El comienzo de este siglo no fue tan amable con él y después de intentar extender su carrera como héroe de acción, Fraser fue desapareciendo.

“Estaba atravesando cosas de las que te moldean y te cambian de una manera que no te dejan listo hasta que las atraviesas”, le dijo en 2018 a la revista GQ. Allí contó que tantas escenas de acción le habían pedido cuentas a su cuerpo y que la tercera La momia en 2008 debió rodarla vendado y dolorido. Pasó siete años, dijo, en quirófanos, tratando de reparar algo de esas heridas de guerra.

En esa misma entrevista habló de las consecuencias de un incidente de 2003, en el que un dirigente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, la que entrega los Globos de Oro, lo manoseó durante un evento. El acusado negó un suceso que dejó a Fraser, según sus propias palabras, “enfermo” y “depresivo”, acusándose a sí mismo y sintiéndose “miserable”. Eso también lo hizo dar un paso al costado.

El operativo retorno empezó con Trust, una serie de 2018 con Donald Sutherland como el millonario J. Paul Getty que está para ver en Star+.

Pero el de la La ballena es un papel soñado para volver: está concentrada exclusivamente en Charlie y en un solo escenario. Está basada en una obra de teatro de Samuel D. Hunter y permite a su protagonista aportar un montón.

Es una semana crucial en la vida de este profesor que apaga la cámara en sus clases de Zoom, no sale de su casa y come, literalmente, hasta reventar. Ha sido señalado cierto morbo en el planteo y algo de eso hay cuando lo vemos intentándose parar, o atiborrándose de una comida grasienta o dos slices de pizza a la vez. Es un hombre triste y bueno.

A pesar de estar aislado recibe visitas. La más leal es la amiga y enfermera (Hong Chau, también nominada al Oscar), que le avisa que tiene la presión a niveles letales y se preocupa por su displicencia ante lo inevitable. La película es una cuenta regresiva.

También aparece su hija (Sadie Sink), una aprovechada de la culpa paterna por haberla abandonado. El intenta ayudarla pero la nena es brava. Hay un Testigo de Jehová medio raro y aparece Samantha Morton como la exesposa.

Pero lo importante acá es el trabajo de Fraser, haciéndose nota tras unos aparatos protésicos (el maquillaje está nominado al Oscar). Es, a pesar de que hay quienes lo ven como favorito al actor, su aspiración al Oscar.

“Los votantes del Oscar aman a un contendiente que experimenta una transformación física, pero no todos están satisfechos con su metamorfosis cinematográfica: solo en el último año, actores como Sarah Paulson, Colin Farrell, Jared Leto, Emma Thompson y Renée Zellweger se han puesto trajes para interpretar personajes con obesidad, una práctica que algunos argumentan es gordofóbica y explotadora”, escribió Kyle Buchanan en The New York desde Venecia.

Fraser lo ve de otra manera. En Venecia dijo que pasar tiempo en la piel de Charlie le aportó “un aprecio por aquellos cuyos cuerpos son similares porque aprendí que necesitas ser una persona increíblemente fuerte física y mentalmente para habitar ese ser físico. Y creo que ese es Charlie”.

Aronofsky va aquí por el drama más franco de una carrera despareja pero siempre importante, y que ahora trajo de nuevo a Brendan Fraser. Es, para muchos, su principal mérito.

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