"Golpe de suerte en París": el último Woody Allen es una comedia liviana y lo mejor que ha hecho en mucho tiempo

Se estrena "Golpe de suerte en París", que cuenta en francés una historia fiel al estilo del director Woody Allen y que combina adulterio, homicidio y el azar. Es entretenida, incluso pareciéndose tanto a otras de sus películas.

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Golpe de suerte en París de Woody Allen

Hay varias razones para mirar con recelo los últimos 15 años de carrera de Woody Allen y algunos de ellas son cinematográficas.

Sus últimas películas importantes fueron Medianoche en París y Blue Jasmine, que son, respectivamente de 2011 y 2013. No hace tanto, tampoco y aquellos que no le son incondicionales, suelen olvidarse de películas como Un hombre racional, Café Society y La rueda de la maravilla que se paseaban con solvencia por senderos ya transitados (respectivamente Bergman, Lubistch y Tennesee Williams) y eran un cierre interesante algunas de sus inquietudes temáticas.

Desde entonces, sí, ha privilegiado un tono más liviano como atestiguan Un día lluvioso en Nueva York, El festival de Rifkinque se vieron insuficientes y perezosas.

Sin tener el brío de sus viejas épocas, a Un golpe de suerte en París, su última película, se la ve un poco más vigorosa. Es, de hecho un vistoso collage de muchas ideas que ha cultivado hasta convertir en un estilo.

Es, su primera película en francés, lo que es un detalle que tiene más que ver con la financiación que con inquietud artística.

Historias así, Allen las ha paseado de Nueva York a Londres, de Barcelona a San Sebastián y siempre con resultados similares.

Al igual que en Match Point, su primera película londinense, Golpe de suerte en París va sobre el papel de la suerte en el destino de los hombres y transcurre en el ecosistema de la alta burguesía. Ese es puro territorio Allen, del que siempre ha sido una suerte de turista y observador privilegiado.

Aunque ha dicho que pensó Golpe de suerte en París como un homenaje a la nouvelle vague (y de ahí la música del jazz de mediados y fines e los 50), parece más carcana a Las reglas del juego de Jean Renoir, otra comedia burguesa francesa que incluía un día de caza y una desgracia con suerte.

Acá es la historia de una pareja (Lou de Laâge y Melvil Poupaud) cuya falsa armonía y estabilidad se resquebraja cuando ella se cruza con un antiguo condiscípulo (Niels Schneider), y se vuelven amantes. El marido es celoso y peligroso y no se lo toma a bien cuando se entera. Hay un homicidio y una suegra que sospecha de su yerno.

No es más que eso y con eso alcanza.

Los paisajes y los interiores son hermosamente parisinos, un factor que es parte del asunto. Ayuda mucho la fotografía del maestro italiano Vittorio Storaro (mucho Bertolucci, Apocalypse Now) en su quinta colaboración con Allen. Sabe cómo iluminar París, porque de eso se trata: mostrar mezquindades humanas en un liviano tono de comedia y en el más lindo de los mundos.

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