En "La habitación de al lado", Almodóvar hace un elegante drama puro y duro sobre un debate muy actual

Ya se estrenó en cines uruguayos la película "La habitación de al lado", primera película del español Pedro Almodóvar hablada en inglés y protagonizada por Tilda Swinton y Julianne Moore.

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Imagen de la película "La habitación de al lado".
Imagen de la película "La habitación de al lado".
Foto: Difusión.

Es difícil de predecir cuál será su próximo movimiento, pero parece claro que Dolor y gloria -su película más autorreferencial y una de sus grandes obras- es un parteaguas en la carrera de Pedro Almodóvar.

Eso se hizo evidente en Madres paralelas, la que le siguió, que utilizaba algunos de sus temas y tonos (el “cine de mujeres”, la maternidad, la sororidad femenina) para echar una mirada sobre el asunto de la memoria a partir del debate por los desaparecidos durante el franquismo en España. Era, algo raro en su cine, una película marcada por la coyuntura. Habló entonces de saldar una deuda generacional dejada por el hedonismo que marcó su tiempo y su obra.

La habitación de al lado se instala en otro debate contemporáneo y más universal -la eutanasia- y, al igual que Madres paralelas, se vuelve un drama político aunque esta vez sobre el derecho individual a morir. Lo hace con cierto tono editorializante (un innecesario fundamentalista religioso que interpreta Alessandro Nivola), lo que no va en desmedro del resultado final: es una buena película de Almodóvar, aunque ese, también, es el estándar de su filmografía.

Basado en una novela de la estadounidense Sigrid Nunez (de la que el guion es un extracto, tomando algunas ideas, el centro de la trama y reagrupando sus narrativas), es el primer largometraje en inglés del español. Antes había hecho dos mediometrajes (La voz humana sobre Cocteau; el western queer Extraña forma de vida), pero La habitación de al lado es más ambiciosa y, sin duda, más americana que las otras.

Está basada en el vínculo entre dos viejas amigas que vuelven a cruzarse en un momento crucial. Martha (Tilda Swinton, quien había protagonizado La voz humana) es una corresponsal de guerra con un diagnóstico terminal de cáncer que le pide a Ingrid (Julianne Moore) que la acompañe en sus últimos días: ha tomado la decisión de suicidarse en un plazo de un mes. Las dos se van a una casa ultramoderna en Woodstock, al norte en el estado de Nueva Yor (que en realidad está ubicado en el madrileño El Escorial; Manhattan es un indisimulado telón de fondo).

Es la historia de una muerte anunciada, sí, pero también una celebración de la amistad, la lealtad y ciertos principios inalterables a la condición humana. Es un homenaje al cine clásico.

En la vuelta hay un antiguo amante compartido (John Turturro), que se gana la vida dando charlas sobre lo mal que está el mundo (el diagnóstico parecer ser almodovariano, ya estaba en la novela y es desalentador) y que demuestra un cariño que contradice su nihilismo. Hay un flashback, que no queda muy explicado, con la guerra de Irak, y una pareja de sacerdotes carmelitas gays, y la reconstrucción de un suceso ajeno del pasado que incluye una referencia a la pintura de Andrew Wyeth. Ambos funcionan, casi, como cortometrajes independientes.

Imagen de la película "La habitación de al lado".
Imagen de la película "La habitación de al lado".
Foto: Difusión.

Pero básicamente la historia se concentra en estas dos amigas y en una locación. Abundan algunos fanstasmas del pasado, y principalmente el dolor del vínculo de Martha con su hija, por la que se siente, capaz que justificadamente, despreciada.

Con esa descripción debería quedar claro que La habitación de al lado es un drama puro y a la vieja usanza. No hay mucho espacio para respirar por fuera de una historia así de contundente, y una referencia cercana en la propia obra almodovariana podría ser Julieta, que también iba sobre vínculos materno-filiales destrozados al borde de lo irrecuperable. Hay algún giro final cercano a Hable con ella.

Una película abierta al debate y a compartir

Este viernes a las 20 en Life Punta Shopping de Punta del Este y el domingo (en la modalidad Modo domingo) a las 18.00 en Life Cultural Alfabeta en Montevideo, las funciones de La habitación de al lado estarán acompañadas por una charla del crítico Fernán Cisnero.

La actividad además incluye pop y refresco, drunch, y un conversatorio sobre algunos de los temas que debate la película de Almodóvar como la maternidad, la eutanasia y la amistad. Entradas en lifecinemas.com.uy.

Es, en todo caso, su película más americana. Aunque los preciosismos visuales, el vestuario de alta costura y la paleta de colores planos remiten directamente al universo de Almodóvar, la estructura de planos se ve más convencional aunque los primeros planos son muy eficaces. Están como siempre las referencias a Edward Hopper y al melodrama esteticista de Douglas Sirk (¡esa nieve rosada en el skyline de Nueva York!) y al feminismo de George Cukor, partes desde siempre del corpus del director. Hay citas a Dora Carrington, Buster Keaton, William Faulkner y un montón de flores. El diseño se ve de marca cara.

La habitacion de al lado.png
La habitación de al lado

Los personajes de Swinton y Moore son bien almodovarianos. Sus nombres refieren a mujeres fuertes que explícitamente citadas: Martha viene de Martha Gellhorn, la corresponsal de guerra casada con Hemingway y el Ingrid, claro, es de Bergman, de quien además van al cine a ver Viaje a Italia, la quintaesencia de una mujer al borde de un ataque de nervios.

Todo sirve, sí para darle a La habitación de al lado esa elegancia triste que es una parte de importante de su carisma y de su encanto.

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