Reseña ( (?????)
La entrega de Alicia Vikander no es suficiente para hacer de la película una experiencia memorable
Las películas que Angelina Jolie protagonizó a principios de la década de 2000 como Lara Croft, el personaje principal de la saga de videojuegos Tomb Raider, no son buenas. Sin embargo, las dos producciones son recordadas por una base de fanáticos de esos juegos con mayor cariño del que merecen.
La decisión del estudio Warner Bros. en relanzar las películas de Tomb Raider sin Jolie no era una fácil, aunque sí necesaria para emparejar al personaje con su contraparte digital. La Lara Croft más reciente no es una figura explícitamente sensual, sino una aventurera aguerrida.
Así es que la actriz sueca Alicia Vikander se convirtió en la protagonista de Tomb Raider: las aventuras de Lara Croft, un película de acción con secuencias de impacto disparejas en la que la notoria entrega física de la intérprete ganadora del Oscar se ve tapada por una historia sin muchos riesgos narrativos.
Como Lara, Vikander es introducida como una mensajera de bici en Londres que rechaza la herencia de un imperio millonario de su desaparecido padre (Dominic West). En sus ratos libres se dedica a evitar la universidad y practicar kick-boxing, hasta que un meticuloso rastro de pistas la lleva a una isla en búsqueda de su padre y una tumba vinculada a un mito de origen asiático, una cultura que Hollywood no tiene miedo en ridiculizar cada tanto.
Vikander le da un toque más humano a Lara que Jolie. Hay remordimiento en su primer asesinato y miedo cuando las chances no están a su favor. Pero en Tomb Raider también hay diálogos poco sustanciosos y un antagonista (Walton Goggins) poco utilizado, que no favorecen a un relato que resulta familiar.