Es una comedia romántica bien francesa con citas a Woody Allen y una de las películas de 2023

Llega a cines "Crónicas de una affaire" del director Emmanuel Mouret, sobre pareja de amantes que vive la felicidad de su idilio con música y paisajes parisinos

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Vincent Macaigne y Sandrine Kiberlian en "Crónicas de un affaire"

Emmanuel Mouret se ha ganado su lugar en el exclusivo club canónico de la comedia romántica burguesa francesa. Es una tradición legendaria de su cine que parte, quizás, de La regla del juego de Renoir y que la Nouvelle Vague tomó como suya. Se nota entre otros en algún capítulo de la saga de Antoine Doinel de Francois Truffaut pero principalmente en el cine de Eric Rohmer.

Aunque el ritmo de Rohmer, precisamente, fue definido como “ver pintura secándose”, en sus comedias había un ritmo, una cadencia que muchos encontramos particularmente encantadora. Mouret también, por lo visto.

Las películas de Rohmer (indispensables: Mi noche con Maud, El rayo verde, Cuento de verano) y las de Mouret involucran siempre a dos enamorados y sus complicaciones sentimentales que se van revelando, básicamente, con lo que ellos mismos se dicen. En general son más o menos jóvenes y caminan un montón en paisajes que pueden llegar a ser arrebatadores y a la vez reveladores. Son algo intelectuales.

La línea que une Rohmer con Mouret, inevitablemente pasa por Philippe Garrel (Amantes por un día, la parte más interesante de Olivier Assayas (Las horas del verano, Dobles vidas) y parte de la última Claire Denis (Un bello sol interior).

La fórmula incluye elegancia, diálogos punzantes para indecisiones sentimentales que provocan situaciones de comedia y una puesta en escena que interviene y se hace notar entre tanto enamorado renuente.

Dicho esto, Crónicas de un affaire, la nueva película de Mouret, cumple con todos los requisitos, volviéndose un argumento sustancial a favor del género. Es, además, uno de los mejores estrenos locales en lo que va de la temporada.

Su tono se podría simplificar en un “a lo Woody Allen”, opinión no tan temeraria que se refuerza con un par de citas más o menos directa a Dos extaños amantes. Ahí están una escena en unas canchas públicas de badmington (allá eran de tenis) y una fila en el cine para ver una película de Bergman (allá Cara a cara, acá e irónicamente, Escenas de la vida conyugal). El estilo general es de comedia liviana y alguno podrá encontrar un aire a Medianoche en París en sus vistas.

Crónicas de un affaire sigue “la relación pasajera” entre Simon (Vincent Macaigne, el rostro de la nueva comedia burguesa francesa) y Charlotte (Sandrine Kiberlain). El está casado y con hijos y ella es madre sola de dos hijos adolescentes. Todo el mundo exterior y otros detalles quedan fuera de cuadro.

La historia está dividida en los días de sus encuentros y sigue, con una luminosidad entusiasmante, la aventura de, sino un gran amor, sí de una gran historia de amor.

El se ve bastante inseguro y culposo, un estado de ánimo que también lo acerca a Allen. Ella, sin embargo, es desprejuiciada y parece darle a la situación la justa dimensión.

Sin embargo, nadie la tiene tan clara y la inclusión de un elemento foráneo, complica algunas certezas. Los triángulos amorosos son una parte esencial en el cine de Mouret.

El director, que también es actor, estrenó su primera película en 2000. En Uruguay se conocieron tres: Cambio de domicilio (en Cinemateca Uruguaya que la exhibió en su festival y luego la estrenó en Cinemateca 18), Enredos de amor (que Cine Universitario exhibió en 2014) y Las cosas que hacemos, las cosas que decimos, que además de Cinemateca se estrenó en el circuito Life. Es de esperar que haya encontrado un público porque fue una de las mejores películas que se estrenaron el año pasado.

Mouret tiende a la cámara fija en paneos en los que los personajes parecen bailar. El primer encuentro de ellos es una maravilla de precisión. Un par de montajes de tiempo consigue captar el encantamiento de estar enamorado.

Lo mismo puede decirse de los encuadres que angostan la capacidad de maniobra de los personajes. Es una película también sobre los espacios de ese amor como queda subrayado en un montaje final.

Macaigne vuelve a destacarse en un personaje de cuarentón nervioso, atropellado y tímido. Kiberlain es su Annie Hall, tan segura y a la vez tan frágil.

Crónicas de un affaire es una película entrañable, con personajes de carne y hueso y una banda de sonora acorde de la celebración del amor. Y termina con Juliette Grecco cantando “La javanaise” de Serge Gainsbourgh. No se puede ser más francés. Se los extrañaba.

Crónicas de un affaire [***** ]
Francia, 2022. Título original: Chronique d’une liaison passagère. Director: Emmanuel Mouret. Guion: Emmanuel Mouret y Pierre Giraud. Fotografía: Laurent Desmet Edición: Martial Salomon. Con: Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne. Duración: 100 minutos. Estreno: 1º de junio, en cines.

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