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El drama de Netflix cuenta la historia real de una familia pobre en los Apalaches estadounidenses y tiene a la actriz en otro de sus papeles fuertes e inolvidables
Aunque muchos aún la identifiquen con la despechada Alex Forrest, su peligroso personaje en Atracción fatal, Glenn Close tiene una carrera de esas que dan para alardear. Y que le dio, por ejemplo, siete nominaciones para el Oscar.
Ahora con el estreno de ayer en Netflix de Hillbilly: Elegía rural, donde hace una caracterización que por todos lados grita Oscar, parece encaminarse a una octava nominación que podría darle, finalmente, el esquivo premio de la Academia. Los actos de justicia suelen demorar en el cine (que lo diga Leonardo Di Caprio, si no, que esperó siete nominaciones antes de llevarse uno), así que esta vez capaz que le toca.
Todo indica que Sophia Loren como protagonista de La vida ante sí y Close como actriz de reparto en Hillbilly: Elegía rural van a ser las apuesta de Netflix en las categoría interpretativas.
La película, que tiene el talle para estar en los Oscar, también podría aspirar a menciones al guion adaptado por Vanessa Taylor (ya nominada por su libreto de La forma del agua de Guillermo del Toro) y a la soberbia interpretación de Amy Adams que tiene seis nominaciones al Oscar (la última por El vicepresidente) y tampoco nunca ganó. Que lo gane sería otro acto de justicia.
Basada en las memorias del escritor J.D. Vance que fueron un best seller gigantesco en Estados Unidos, es la historia de un muchacho pobre de los Apalaches que llegó a estudiar en Yale lidiando con algunos problemas familiares y el estigma de venir de una de las zona más pobres de Estados Unidos.
Esa familia incluye una madre drogadicta (Adams), una hermana (Haley Bennett) haciendo lo que puede con eso y Mamaw (Close), la matriarca del clan y su particular pilar moral. El papel protagónico se reparte entre Owen Asztalos, cuando adolescente, y Gabriel Basso como el joven a punto de conseguir un trabajo en un bufete de Washington y que debe volver a casa a atender poco placenteros asuntos domésticos.
La película es puro Ron Howard, el director que acá vuelve a una historia de superación desde que en 2001 Una mente brillante le diera dos Oscar, como productor y como director. En los últimos tiempos Howard se ha dedicado al documental musical (sobre los Beatles y Pavarotti), reconstrucciones históricas (Frost y Nixon, Rush: Pasión y gloria), adaptaciones de best sellers (la trilogía del El código Da Vinci) y hasta una película surgida de Star Wars, Han Solo.
En Hillbilly: Elegía rural aplica todo el protocolo de Hollywood para esta clase de dramas familiares. No es una película inolvidable pero incluso en sus momentos más duros está contada con vigor y amabilidad, dos atributos que Howard conoce muy bien.
Pero está claro que este es el show de Close quien, con unas gafas a lo Tootsie, una sudadera gastada, el pelo crespo, el cigarrillo eterno (está igualita a la de la vida real, la verdad) y un acento rural, compone otro de sus papeles fuertes. Sabe cómo hacerlo y el personaje tiene todo para destacarse: su Mamaw es una mujer que tiene su propia historia de embarazo temprano, huida de su casa familiar, marido abusivo y otros conflictos de esos que conforman un personaje que amerita el calado interpretativo de alguien como ella. A base de apliques y maquillaje, la actriz se pierde detrás del personaje.
Close, que tiene 73 años, estuvo nominada por primera vez al Oscar en 1982 por El mundo según Garp. A esa mención siguieron otras por sus papeles en Reencuentro (1983), El mejor (1983), Atracción fatal (1987), Relaciones peligrosas (1988), El secreto de Albert Nobbs (2011), y el año pasado parecía que iba a ganar por La esposa, pero se lo llevó Olivia Colman por La favorita.
En el medio de todos esos hitos prestigiantes fue también Cruella De Vile, la millonaria que ama la piel de los dálmatas; fue vicepresidenta (la segunda de Harrison Ford en Avión presidencial) y primera dama (en Marte ataca!) estadounidenses; la abogada Patty Hewes en la serie Damages y Ferulla en La casa de los espíritus. En el teatro fue, entre otros grandes momentos, Norma Desmond en Sunset Boulevard, un papel al que volverá en la anunciada versión cinematográfica del musical.
“Muchas veces las nominaciones se tratan del papel”, le dijo Close a la revista EW. “Si obtienes el tipo de papeles que terminan en la conversación del Oscar, solo querrás un gran papel para flexionar tus músculos creativos. Sinceramente creo, y la gente siempre se ríe de mí, que el verdadero honor está en la nominación. ¿Qué sucede después de eso? Si empiezas a poner demasiada energía en ganar o no, es mejor que hagas otra cosa”.
En esa misma entrevista, Adams se refirió a la ansiedad que podría provocarle ganar un Oscar. “Honestamente, es lo último que tengo en mente en este momento”, dijo. “Amo lo que hago y amo mi trabajo. Cada nominación ha pasado por una etapa diferente de mi vida. Siempre ha sido un reconocimiento maravilloso saber cuántas actuaciones hay en un año. Realmente no me frustro. ¡Quizás lo único que me frustra es responder esta pregunta!”.
Hillbilly puede ser vista como una mirada liberal sobre la América profunda, esa que el mundo suele recelar en tiempos de elecciones en Estados Unidos. Howard muestra esa realidad pero con ojo más bien bondado a a pesar del clima de miseria y violencia.
En ese mundo tirando a estereotipado y al servicio del drama, Close demuestra que mucho del arte interpretativo se basa en la presencia. Y eso le sobra.