Redacción El País
La expectativa industrial de los estrenos de la semana está puesta en Bad Boys hasta la muerte, la primera película importante de Will Smith después de una infame cachetada en los Oscar. Va por el seguro terreno de una de sus propiedades intelectuales más rentables que ahora lleva cuatro entregas y que aunque no tiene a su creador original, Michael Bay, encontró en el director Adil El Arbi, un apropiado discípulo.

Smith y Martin Lawrence mantienen la química cómica, hay persecusiones en los paisajes de Miami, acción, machismo y todo lo que ha hecho de Bad Boys tan rentable.

Para otro lado va, claramente, El sabor de la vida, la película que Francia mandó a los premios de la Academia (no, no fue Anatomía de una caída) y que tiene a Juliette Binoche y un montón de platos riquísimos. Transcurre en la última parte del siglo XIX, lo que lo convierte en un drama de época vistoso, suculento y bien francés a pesar de que está dirigida por el vietnamita, Anh Hung Tran, el de El aroma de la papaya verde.

El resumen oficial sintetiza historia, tono e intención: “Eugénie, cocinera sin igual, ha trabajado para Dodin, famoso cocinero de alta cocina, por los últimos 20 años. (...) La práctica de la gastronomía y la admiración mutua se transforman en una relación romántica. Su unión da lugar a platos, uno más delicioso que el otro, que confunden a incluso los cocineros más ilustres del mundo. Sin embargo, a Eugénie le gusta la libertad y nunca quiso casarse con Dodin. Entonces él decide hacer algo que nunca hizo antes: cocinarle”. Es eso.

Se estrenan además, Observados de Ishana Night Shyamalan, cerca del estilo de su padre y el documental francés, Orlando, My Political Biography de Paul Preciado.