Mientras charla con El País en el junket de prensa de La uruguaya, Fiorella Bottaioli sonríe casi sin parar. A la protagonista de la película que hoy llega a las salas de cine rioplatenses todavía le cuesta entender la magnitud de lo que está viviendo.
“Este proyecto es una bomba atómica: explota en todo momento y sin transición”, asegura. “De repente pasás por cuatro festivales, llegan los premios, la compró Disney y recuperamos la inversión, se hace una premiere de la hostia y un junket de prensa... ¡paren el mundo que me quiero bajar!”, dice, con una carcajada.
Luego hace una pausa, cierra los ojos, respira hondo y lanza: “La clave es disfrutar, bajar a tierra y conectar un poquito. Es la forma de estar en paz conmigo misma”.
Es que para Bottaioli, que en 2014 protagonizó el drama Tan frágil como un segundo y en 2022 actuó en el Teatro Solís con Ojalá las paredes gritaran, la oportunidad de interpretar a Magalí Guerra Zabala en la adaptación del best-seller de Pedro Mairal se le apareció sin buscarlo. Todo empezó con el comentario de una de las socias productoras de La uruguaya —en total fueron 1961 los que financiaron la película a través de Orsai Audiovisuales—, que se encontró con un monólogo que la actriz publicó en su canal de YouTube.
“Se comunicó conmigo y me dijo: ‘Vos sos la protagonista del libro’. Ella se lo creyó, después me compré el libro, lo leí cinco veces y ahí yo me lo terminé por creer”, relata la actriz de 28 años. “La novela de Pedro describe muy bien no solo a Montevideo sino también a los personajes. A ella la describe como una mujer de ojos grandes y con una personalidad de armas tomar, y me sentí identificada”.
Pero si de descripciones se trata, la que Mairal ofrece sobre la nariz de Guerra Zabala fue clave para que terminara de convencerse. “Ella tenía una nariz uruguaya. No sé cómo explicarlo mejor. Esas narices de la Banda Oriental, bien llevadas con una leve comba, un puente alto, como la erre de su nombre, el desafío etarra de su linaje vasco, en su nariz”, escribió en el libro de 2016. “Ni un grado más ni un grado menos en ese ángulo, y ahí estaba la matemática secreta de su belleza”.
Cuando se le recuerda ese fragmento, Bottaioli vuelve a reír. “Me acuerdo que me miré de costado en el espejo y era tal cual; dije: ‘Pedro, ¡nos conocemos de antes!”.
Se presentó al casting junto a otras 320 actrices uruguayas, y estaba tan segura de que el papel le pertenecía que le dedicó varias sesiones de terapia al asunto. “Mi psicóloga me decía que no tenía que ser tan soberbia, y yo le respondía que me sentía muy identificada”, relata. Pero la convicción tuvo sus resultados y en julio de 2021 Bottaioli quedó entre las finalistas junto a Annasofía Facello, Camila Vives y Carmela Lobato.
El siguiente paso era enfrentarse a una prueba con los candidatos a interpretar a Lucas Pereyra, el escritor argentino de 44 años que viaja a Montevideo por el día para retirar 15 mil dólares y reencontrarse con Guerra Zabala, la mujer de 28 años que conoció meses atrás en Valizas durante un festival literario y con la que inició una aventura amorosa.
La pandemia todavía era una amenaza, así que el último casting se hizo a través de Zoom. Y cuando vio a Sebastián Arzeno algo se encendió. “Hice la prueba con tres actores, pero con Seba pasó algo muy potente”, relata. “Tiene una mirada muy fuerte que garpa mucho a nivel cine, y aunque había delay y estaba mal la cámara, sentí que nos conocíamos de siempre. Su mirada me generó una mezcla de incomodidad y amistad. Fue muy especial”.
La decisión final quedó en manos de esos 1961 socios productores de la película, que hicieron la elección a través de una votación transmitida en YouTube. “Ese día me fui para Atlántida con mis viejos y estábamos renerviosos porque yo le había metido el cuerpo y el alma a esto”, rememora. “Cuando faltaban cinco minutos para anunciar quién iba a ser la actriz, se cortó la transmisión y casi me muero. Al final, Hernán Casciari anunció en Twitter que yo había quedado seleccionada, pero como no tenía Twitter me enteré por una amiga que cayó a Atlántida con ‘Joya y Spencer’, de Ruben Rada, sonando a todo volumen en el auto. ¡Fue una montaña rusa emocional! Lo viví como un reality”.
Fiorella Bottaioli y Sebastián Arzeno ya son, oficialmente, los protagonistas de «La uruguaya» pic.twitter.com/09giEaZ5Q9
— Hernán Casciari (@casciari) July 17, 2021
El 70 por ciento de La uruguaya se filmó en Montevideo bajo la dirección de Ana García Blaya, mientras que el 30 restante se rodó en Buenos Aires. El proceso, cuenta, fue sumamente enriquecedor. “Se formó un gran equipo y hasta me hice amiga de varios socios productores, que nos daban una mano en la logística; ya sea para conseguir un auto, ropa o un perro para las escenas. Si trabajás en equipo, hay amor y trabajo, nada puede salir mal”.
A su vez, comenta que interpretar a Guerra Zabala fue un hito en su carrera. “Guerra terminó de cerrar a la mujer que hoy es Fiorella”, explica. “El papel me dio más seguridad en lo profesional y se lo dedico a todos los productores de moda que me condicionaron desde chica. Pude descubrir quién soy y me di cuenta de que estaba manchada de inseguridades ajenas porque algo parecido a lo que se podría llamar una ‘figura hegemónica’ y eso hizo que en mis trabajos en publicidad siempre me colocaran en el lugar de vender una cerveza o bikinis. De repente, cayó esta guerrera que se acerca a la mujer que yo siempre fui”.
Y el elogiado paso de La uruguaya por varios festivales internacionales le permitió confirmar que este es su camino. En el BCN de Barcelona, por ejemplo, recibió el premio a mejor actriz. A su vez, la película triunfó en otros festivales de Miami, Mar del Plata, Buenos Aires y Punta del Este.
La uruguaya, que hace poco se radicó en Buenos Aires para expandir su carrera, ya tiene dos grandes proyectos confirmados. Será parte de Buenos chicos, la tira de Pol-ka que se estrenará próximamente; y a finales de mes volverá a Montevideo para filmar varios episodios de Margarita, el prometedor spin-off de Floricienta.
Sobre sus expectativas en torno al estreno de La uruguaya, dice: “Lo único que me gustaría es que cada uno se sienta libre de disfrutarla como mejor le parezca”.