"Hay una puerta ahí", la historia de una amistad que hablando de la muerte ilumina la vida

La película de Juan y Facundo Ponce de León sigue el vínculo entre Fernando Sureda, un enfermo de ELA, y Enric Benito el médico español que lo acompañó a la distancia en sus últimos días

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Fotograma de "Hay una puerta ahí".
Foto: Difusión.

"Fue bastante sanador todo”, dice Juan Ponce de León refiriéndose a la avant premiere de Hay una puerta ahí, el documental que codirige con su hermano, Facundo Ponce de Leóny que ya está en cines. “Se generó una comunión en la sala que fue impresionante”.

Hay una puerta ahí es un proyecto de Mueca Films, la productora a través de la cual los Ponce de León hicieron cosas para televisión como Vidas y El origen y con la que ahora dan el deseado salto a la producción cinematográfica.

Definida por sus responsables como “la historia que cambia tu mirada sobre la vida y la muerte”, Hay una puerta ahí, sigue la amistad, a la distancia y vía Zoom, de Fernando, un paciente con ELA, y Enric, un médico español. Es una suerte de buddy movie -perdón por el anglicismo- con un hombre que quiere morir y aquel que lo acompaña en el proceso. Es la historia de una amistad. Es una película conmovedora.

Fernando es Fernando Sureda, el exgerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, quien en junio de 2019 en el informativo central de Canal 4 dijo: “Decidí que soy dueño de mi vida y entiendo que puedo decidir cuándo tengo que acabar con ella”. Cuatro meses antes le habían diagnosticado Esclerosis lateral amiotrófica, ELA, una enfermedad del sistema nervioso que afecta las neuronas del cerebro y la médula espinal y que lleva inexorablemente a la muerte.

“Soy el enfermo terminal más sano del mundo”, dice en un momento de Hay una puerta ahí, postrado en su cama con un cigarrillo y un whisky. La película comienza con él enojado por lo que ve más que como una agonía personal, como un suplicio para su familia.

Con su aparición televisiva, Sureda no solo hizo público su padecimiento, sino que evidenció la necesidad de plantear un debate aún pendiente sobre la eutanasia. La película no necesariamente va de eso.

Enric es Enric Benito, uno de los grandes especialistas en cuidados paliativos y que acá consigue aliviar y acompañar a Fernando de una manera tan lisa y franca que es imposible no emocionarse. Hay un arco narrativo en los personajes que, a pesar de ser conversaciones por Zoom, le dan al asunto un alcance cinematográfico.

“Enric tuvo la intuición de que había que grabar las conversaciones con Fernando”, cuenta Juan Ponce de León. “En un momento, le preguntó quién en Uruguay podría llegar hacer algo con ese material y Fernando le contó de una productora de dos hermanos que hacían en la tele unos programas que estaban buenos y que uno es filósofo y conductor y el otro cineasta”.

En setiembre de 2020, tres meses después de la muerte de Fernando, los Ponce de León recibieron un mensaje de Benito convocando a una reunión con la familia Sureda para contarles la idea. Tenía grabadas 11 horas de nueve meses de conversaciones y quería saber si ahí, como ellos bromeaban, había una película. Había.

“Ya en el primer zoom, nos dimos cuenta que era una bomba”, dice Ponce de León. El proceso de concretarlo llevó dos años y medio pero “la película estaba ahí y lo que nosotros hicimos fue sacarla a flote y darle estructura, darle cine”.

Aunque puede ser leída como un drama, tiene pasos de comedia y a Ponce de León le impactó cómo el público se reía en algunas escenas en la avant premiere.

“Hubo momentos de carcajadas casi que con aplausos”, dice, aún sorprendido. “Sí sabíamos que el humor era central porque si no podría ser una película de Haneke, más cruda, más difícil de digerir. Acá hay humor porque hay escenas graciosas y funciona una liberación. Es curioso porque el final era un río de lágrimas pero a la vez había una sensación de agradecimiento”.

En las charlas entre Fernando y Enric aparecen también Inés, la esposa de Fernando y sus hijos. Hay imágenes de archivo pero alcanza con ver a estos dos hombres charlando, bromeando, retándose, aprendiendo.

-¿Qué une Hay una puerta ahí con el espíritu de Mueca, su productora?

-No es casual que nos haya llegado a nosotros. Entendimos con el tiempo, que había una unión con una manera de hacer los proyectos, con un interés por la filosofía, por el arte y por el cine. Como dupla somos eso: nuestro encare va por las historias humana. Eso está desde que hacíamos Vidas en 2005. Creo que Fernando captaba eso y por eso nos sugirió. Tiene mucho de que ver también con una noción del entretenimiento que está desde el origen de la productora: el entretenimiento no es sólo ver algo para pasar el rato y distraernos, sino que también es la reflexión y la emoción: cuando algo te entretiene de verdad, te moviliza.

Tiene razón. Y Hay una puerta ahí está ahí para demostrarlo.

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