CRÍTICA
Se estrenó en cines la nueva película sobre el superhéroe de DC Comics, del director Matt Reeves. Cómo es y qué hay que esperar de ella, en esta reseña
Antes de presentarse como “la venganza”, Batman avisa que no vive en las sombras porque él es las sombras. Esa revelación, que llega al principio de la película que se estrenó el miércoles, es la que nunca pierde de vista Matt Reeves para construir su versión de uno de los héroes más populares.
A pesar del rojo furioso y las ráfagas de fuego, su impronta es sombría y hay que esperar al final para ver la luz. Eso es metafórico, y es absolutamente literal.
Protagonizado por Robert Pattinson, Batman era uno de los títulos más esperados del año. Por un lado, estaba la expectativa que siempre genera un nuevo abordaje a un superhéroe de los grandes en un presente en el que son los verdaderos dueños de la taquilla. Por otro, estaba la decisión de optar por un actor estigmatizado por la saga juvenil Crepúsculo y condenado al señalamiento de la poca expresividad. Y por otro, un intento más por revitalizar a la figura de DC Comics, una mochila pesada con la que Ben Affleck no pudo cargar.
Pattinson y Reeves recogen la posta con mucha altura. Batman está más cerca de la trilogía de Christopher Nolan que de cualquier ejercicio cinéfilo del Hombre Murciélago, y en cierto punto, funciona como una síntesis de aquellas películas. Acá, de alguna forma, están el inicio, la oscuridad rotunda y el ascenso.
Pero en relación a Nolan, Reeves va por otro registro. Viene de un camino interesante con Let Me In (una de vampiros), Cloverfield (una de monstruos) y las últimas de El planeta de los simios (ciencia ficción con reflexión sociopolítica). Hay un poco de todas en este film que logra chispazos de autor en el esperable empaque industrial.
El Batman de esta historia es joven, ermitaño y atormentado, un millennial con pelo y maquillaje emo que grafitea y escribe diarios a lo Kurt Cobain, presente en espíritu y en música a través del tema “Something in the Way” de Nirvana. Lleva dos años en modo justiciero, pero Ciudad Gótica aún no parece darle la confianza que merece. Mientras aprende el oficio, transita el coming-of-age en crisis con el legado familiar y las apariencias.
El espiral de oscuridad es la línea alrededor de El Acertijo (Paul Dano), un villano enmascarado con la misión de desenmascarar a otros villanos. No tiene nada que ver con el Guasón de El caballero de la noche, y sin embargo, la relación simbiótica que genera con Pattinson evoca aquella tan lograda entre Bale y Heath Ledger.
El ascenso es emocional, a través de los vínculos afectivos que desarrolla con el Alfred de Andy Serkis y Selina Kyle o Gatúbela, o sea Zoe Kravitz. Y sobre todo, filosófico: Batman tendrá que ir a lo hondo para emerger como el Mesías de esta Nueva York reimaginada.
En eso, las alegorías bíblicas están servidas. Una inundación se convierte en bautismo colectivo donde todo un pueblo refunda su fe, en la ciudad pero sobre todo en su salvador, que en algún momento cruza el agua, la divide a su paso y alumbra el camino. Suena el “Ave María” y el propio Batman parafrasea a San Juan y eso de que antes era ciego, pero ahora puede ver.
Pero a pesar de lo bíblico, de Nolan y de que es una película de fidelidad al mundo del cómic —más cercana a las adaptaciones de Watchmen e incluso a V de Vendetta que a la factoría DC y Marvel del milenio—, esta es una película noir.
La lluvia, el claroscuro, la corrupción y el pesimismo, gráficamente representado en unos carteles sucios con la vencida promesa de una renovación, construyen un ambiente empapado de sonidos penetrantes.
Reeves le aporta dos grandes giros a este estilo. Aunque se mueve en el rubro detectivesco y tiene a Batman de compinche del comisionado Gordon (correctísimo Jeffrey Wright), la violencia no es explícita. Cada vez que El Acertijo ataca, la cámara juega con los reflejos, el enfoque y el desenfoque, y sugiere más de lo que revela. Es lo que algunas críticas que señalan a Seven como referencia ineludible, han encontrado como debilidad.
Y el otro gran giro es esa conversión que hace de la femme fatale, que acá no es la prototípica rubia ni Gatúbela en traje de cuero. La verdadera femme fatale de Batman, la dueña del corazón del héroe y la que puede llevarlo a la ruina, es Ciudad Gótica: Batman está empecinado en salvarla. Eso y la aparición de un preso con toda la pinta de nuevo Guasón dejan la puerta abierta a una posible secuela.
Porque aunque dura tres horas, es difícil que el espectador no salga de la sala con ganas de ver hacia dónde puede ir esta historia. Es por el potencial de los personajes, por el desempeño de su protagonista y por la inventiva con la que Reeves y Greig Fraser, en la fotografía, construyen su obra.
Su niño prodigio es una escena larguísima de una persecución a toda velocidad entre Batman y El Pingüino, un irreconocible Collin Farrell que aporta humor ácido. La cámara ocupa todos los lugares y se funde con ellos: es el primer plano de los rostros, la toma abierta de la acción, la mirada de los personajes, el impacto de las balas contra el vidrio o el rebote de un auto recién embestido. Cuando todo concluye, dan ganas de celebrarlo como un gol de campeonato.
Es, desde lo cinematográfico, el momento cumbre de una película dinámica en su acción y lenta, pero no pesada, en el recorrido del arco narrativo central. Eso justifica la extensión del metraje, porque cuando se intenta acelerar el trámite es cuando el film trastabilla: algunas revelaciones en torno a los Wayne se reducen al “lleva y trae” de culebrón, y lo sentimental es tratado de forma superficial. Es una intención del relato, pero en un título que ofrece tantos momentos climáticos, la falta de un clímax emocional se hace sentir.
Pero pedirle a este Batman algo de sangre o lágrima es un gesto de inconformismo: acá el drama pasa por dentro y eso se cumple con creces. Y posiblemente contribuyan la casi omnipresencia del traje y la máscara, y un manejo de la perspectiva que parece agigantarlo, pero cuando se ve a Robert Pattinson como el hombre murciélago, se está viendo al Batman definitivo.
Después, la discusión de si es o no la mejor película de Batman de la historia la descarta el propio film, que como gran lección tiene eso de que todo, en la vida, es cuestión de perspectiva. Sobre todo en un mundo como este —el ficticio, el real— donde un psicópata sin escrúpulos puede ser abrazado como líder de masas.
Lo que sí está claro es que en un mundo como este —el ficticio, el real—, un Batman así era necesario. Para levantar la antorcha en tiempos oscuros, para enseñar cómo se habitan las sombras y para probar que el cine de superhéroes también puede ser una experiencia así de buena.
Batman *****
Estados Unidos, 2022. Título original: "The Batman". Dirección: Matt Reeves. Guion: M. Reeves y Peter Craig sobre el personaje de Bill Finger y Bob Kane. Música: Michael Giacchino. Fotografía: Greig Fraser. Duración: 175 minutos. Con: Robert Pattinson, Jeffrey Wright, Zoe Kravitz, Paul Dano, Collin Farrell, John Turturro, Andy Serkis, Peter Sarsgaard, Barry Keoghan. Estreno: 2 de marzo en cines.