¿Cómo hizo Jean-Luc Godard para liderar dos revoluciones en la historia del cine?

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Jean Luc Godard

OBITUARIO

El director francés murió a los 91 años dejando una obra extensa de más de 120 películas en la que reflexionó sobre el arte del cine, extendiendo su alcance y su lenguaje

Jean Luc Godard
Jean-Luc Godard Foto: AFP

Jean-LucGodard, quien fallecióayer en una muerte asistida, dijo alguna vez que su oficio era el de crítico de cine y que sus películas no eran más que la continuación de las críticas impresas con las que empezó a hacerse conocido.

Fue, así, el crítico de cine más grande todos los tiempos. Lo demostró como uno de los comentaristas estrella de la influyente revista Cahiers du Cinéma y en una filmografía propia que abarca 60 años y más de un centenar de largometrajes y cortos. Falleció a los 91 años y fue uno de los más grandes maestros en la historia del cine. Y el crítico más grande de todos los tiempos.

Además, Godard, que era suizo-francés fue conspicuo promotor de dos revoluciones.

En Cahiers du Cinéma a mediados de la década de 1950 fue uno de los pioneros en lo que daría en llamarse “teoría del autor”, una matriz a veces caprichosa, que le daba al director, precisamente, la autoría de las películas. A prepo, además, integraron al canon a directores de Hollywood a menudo relegados a la categoría de artesanos. La mirada que hoy tenemos sobre la obra de John Ford, Alfred Hitchcock, Orson Welles o Howard Hawks, se debe al entusiasmo de Godard y sus colegas.

Esos colegas eran, principalmente, Francois Truffaut (hermano y rival de siempre), Claude Chabrol, Eric Rohmer y Jacques Rivette; o sea la línea de cuatro de la nouvelle vague, la segunda revolución en la que participó Godard.

La nouvelle vague, o sea la nueva ola, fue un movimiento que revisó la estructura del cine y la reconfiguró. Cinéfilos empedernidos, le dieron al cine la autoconciencia necesaria para transformarse en un arte mayor. Sin ellos, nada sería lo mismo, como atestiguan un montón de películas que vinieron después de ellos y un consenso sobre la relevancia del movimiento.

La primera película de Godard, Sin aliento (1959), es una relectura del cine negro americano conJean Paul Belmondo como un matón de poca monta huyendo después de matar a un policía. En un París que parece tomado por asalto por el cine, conoce a Jean Seberg, una femme fatale de pelo a lo garçon y que, indefectiblemente, lo va a traicionar.

Para contar eso, Godard pone a su servicio toda la batería de lo que podría acercarse a los postulados nuevaoleros: rompe la cuarta pared, el sonido parece manejarse caprichosamente y el montaje tiene una torpeza que es técnica, el jump cut, los saltos que hacen notoria la edición. Godard tenía, entonces, 28 años y durante los siguientes 60 años seguiría haciéndonos notar las herramientas del cine usándolas para sí y reflexionando sobre ellas.

Su siguiente película importante, El desprecio, probablemente de sus mejores, estaba protagonizada por Brigitte Bardot con Michel Piccoli como un guionista adaptando al cine americano La Odisea homérica. La presencia de Jack Palance y, principalmente, de Fritz Lang el director alemán que adoraban en Cahiers du Cinéma, le daba toda una trascendencia cinéfila.

A pesar de reconocer, ya a comienzos de la década de 1960, la incapacidad de convertir este nuevo lenguaje cinematográfico en un cine popular, Godard se fue embarcando en una obra cada vez más hermética. Su cine se llenó de política y entregó a la causa películas clásicas como Pierrot, le Fou, Los carabineros, Le Chinoise, Alphaville, El soldadito, Weekend todas de un aire juvenil, rupturista y lúdico al que aporta lo suyo la belleza de Anna Karina, esposa y musa.

Ese período terminaría con Todo va bien, una reflexión sobre el cine y la sociedad con las dos estrellas más grandes de su tiempo, Jane Fonda e Yves Montand. Trabajó, siempre, con las grandes estrellas de su tiempo.

Aunque su cine sería crónicamente pertinente, algunos proyectos demasiados político-personales (su involucramiento con el grupo experimental Dziga Vertov), los ochenta fueron vistos como una suerte de resurgimiento. A eso aportó lo suyo el escándalo que provocó Yo te saludo María, una visión personal sobre la historia bíblica. La censura que promovieron algunos sectores católicos, le recordaron al mundo la irreverencia de Godard. En esa etapa también están Carmen y Detective, un regreso a ciertos tópicos del cine negro esta vez con el astro rockero, Johnny Hallyday.

Fue, por entonces, de los escasos cineastas en percatarse del poder de los nuevos medios. Fue de los primeros en utilizar el video-cassette, por ejemplo.

En 1988, Histoire(s) du cinéma fue un ambicioso proyecto de cuatro horas y media que es la enciclopedia del cine más loca del mundo, en el que utilizando todos los recursos posibles construye un relato histórico. Desde ahí su cine derivaría en terrenos más cercanos a la instalación y el video arte, a los que utilizó con la inventiva de quien crea su propio lenguaje.

Así, en forma y contenido, películas como Adiós al lenguaje y El libro de las imágenes son complejas reflexiones sobre el poder del cine como un arte del siglo XX en tiempos como estos y su insuficiencia para explicarlos. Su influencia está en todos lados.

Godard era un intelectual que usó el cine para intentar mostrar un mundo cambiante y que necesitaba un cine nuevo para contarlo. Sus películas, de primera, no son para todo el mundo, pero una vez que se entiende sus códigos, su aire juguetón y su cinefilia hay un mundo entero por descubrir.

“Las películas tienen un principio, un medio y un final...pero no necesariamente en ese orden”, dijo alguna vez. Así le dio al cine una libertad que jamás había tenido, demostrando su estatura de un arte único e imprescindible. O sea lo que hacen los críticos de cine.

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