Podrá acusarse a Indiana Jones y el dial del destinode previsible, pero la previsibilidad es atributo y contraindicación de toda la saga. Acá está de vuelta el arqueólogo interpretado por Harrison Ford en una aventura que incluye nazis, un botín místico, un montón de escenas de acción, un látigo, un sombrero de fieltro y el leit motiv musical de John Williams.

Podrá decirse, incluso, que recurre a géneros anacrónicos como las seriales de matiné de los 40 o el cine clásico de aventuras, todo tan analógico en una era en que el cine de acción es infantilmente digital. Pensándolo bien esa es una crítica: El dial del destino es Los cazadores del arca perdida gentrificada por el actual cine industrial.

En ese sentido, se le podrá achacar la ausencia de Steven Spielberg, quien dirigió las cuatro entregas anteriores de las aventuras de Indiana Jones; acá Spielberg y George Lucas, uno de los creadores, figuran como productores ejecutivos.

Pero James Mangold, quien ocupó la vacante, es hoy uno de los directores más interesantes del cine de Hollywood. Se destaca -cierto que en un sistema de artesanos rutinarios al servicio de franquicias y efectos especiales- por sus intentos de aportar algo de personalidad a sus películas.

Lo demostró en la que lo hizo conocido (Copland, un policial bien americano con Sylvester Stallone) pero también manejándose con cierta independencia en películas como Logan o Ford vs. Ferrari. Es un director de amplio rango de géneros, a los que se adapta con presupuesto y conocimiento de sus reglas.

En definitiva, Indiana Jones y el dial del destino es lo que es: una película de aventuras bien contada y con un director con pretensiones de personalidad.

En general le alcanza con eso.

La historia comienza en el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Indiana Jones (Ford, revujenecido digitalmente) lucha contra alemanes en un tren cargado de botines patrimoniales. A Jones le interesa uno en particular pero se cruza con el Dial de Arquímedes, un artefacto que podría cambiar la historia y que es el sueño de tiranos mesiánicos.

La acción desde ahí se mueve a 1969, cuando el doctor Jones, rumbo al retiro tras una aburrida vida universitaria, vuelve a la acción para buscar aquel dial, tras una visita sorpresa de su ahijada, Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge).

La muchacha se roba el Dial y sale al mundo a buscar interesados; Indy va tras ella. Anda por un ahí, un viejo enemigo, Jürgen Voller (interpretado por Mads Mikkelsen), nazi que ahora trabaja como fÍsico en el programa espacial de Estados Unidos. Tiene sus propias ideas para el dial en un pavoroso plan que podrÍa cambiar el curso de la historia universal.

Mangold (sobre un guion de Jez Butterworth y John-Henry Butterworth y David Koepp y Mangold) sabe cómo mantener la tensión y, sin ser nada del otro mundo, hay una espectacularidad administrada con el talento necesario para la ocasión. Eso queda claro, por ejemplo, en la pelea inicial en el tren o en una persecución a caballo por el subte neoyorquino.

El viejo espíritu de la saga queda en evidencia en la recurrencia al alivio cómico, los paisajes exóticos y algún par de secundarios recurrentes.

El dial del destino es, básicamente, un catálogo de todas las cosas por las que la de Indiana Jones se ha convertido en una saga clásica.

Y por eso es, claro, predecible pero quién quiere innovación justo en lo que parece ser una despedida.

Indiana jones y el dial del destino * * * *, Estados Unidos 2023. Título original: Indiana Jones and the Dial of Destiny. Director: James Mangold. Guion: Jez Butterworth, John-Henry Butterworth, David Koepp, James Mangold. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: John Williams. Con: Harrison Ford, Phoebe Waller-Bridge, Antonio Banderas, John Rhys-Davies, Boyd Holbrook, Mads Mikkelsen. Duración: 142 minutos. Estreno: 29 de junio, en cines.