ENTREVISTA
La actriz argentina habla de la comedia "Excasados" que protagoniza junto a Roberto Moldavsky y llega hoy a la cartelera uruguaya
Jorgelina Aruzzi tiene voz aguda, habla rápido y cada tanto toma mate mientras habla con El País. Atiende la llamada para hablar de Excasados, la película que protagoniza junto a Roberto Moldavsky que llega hoy a la cartelera de cines de nuestro país.
La trama de esta comedia dirigida por Sabrina Farji se centra en Sonia (Aruzzi) y Roberto (Moldavsky), una pareja que ya no se soporta y decide separarse. Claro que la cosa se complica cuando se reencuentran para dividir sus bienes y por un accidente, tendrán que volver a convivir, muy a pesar de ambos.
—¿Cómo fue filmar en la pandemia?
—La situación sigue siendo complicada, tenemos un montón de casos y hemos aflojado mucho, pero por suerte se sigue filmando. Nosotros fuimos la primera película que volvió al rodaje. Nos testeábamos casi todos los días y al tener una cuarentena tan rigurosa y como el proyecto nos demandaba tanto, nos volvimos una burbuja y no veíamos a nadie más.
—¿Cuánto habían filmado antes del inicio del confinamiento?
—La habíamos empezado a filmar una semana antes que se decretara la cuarentena. Teníamos cinco escenas filmadas y cortamos por más de seis meses. Pero la directora y el equipo estuvieron pendientes de cuidarnos para poder terminarla.
—¿Cómo fue retomar el rodaje?
—No fue sencillo, pero teníamos muchas ganas de trabajar después de tantos meses y sin saber qué iba a pasar con el cine que en Argentina vive una situación muy compleja, porque el apoyo del Estado es muy poco. Por suerte en esos meses pudimos hablar y analizar cosas del guion. Aprovechamos y le pudimos sacar cosas buenas a la cuarentena.
—Compartís elenco con Roberto Moldavsky. ¿Cómo fue trabajar con él?
—Fue lo mejor del mundo. Es amable, gracioso y desde que entraba al set ya te empezabas a reír.
—La mayoría de tus proyectos son comedias, ¿te sentís más cómoda en ese género?
—Tengo una mirada de la vida que tiene que ver con el humor, pero también con lo trágico. Mis obras de teatro son esa mezcla porque para mí no existe una cosa sin la otra. Ya sea una película o una tira me gusta ponerle verdad y sentimientos, porque en situaciones muy dramáticas surge el humor. Además, siempre prefiero un desafío a hacer algo porque me sale bien.
—Has dicho que te gusta improvisar. ¿Qué te seduce de eso?
—La improvisación me gusta, porque al buscar el personaje te soltás un poco, y cuando lo encontrás podés improvisar durante las grabaciones, sino es más difícil hacerlo.
—¿En estos años trabajando junto a tantos nombre conocidos, tenés alguna anécdota para contar?
—No soy buena para eso, no tengo muchas anécdotas. Cuando hicimos la película con Roberto nos divertimos mucho y surgieron anécdotas porque él es muy gracioso. Pero son historias divertidas cuando las vivís, porque cuando las querés contar parecen una pavada.
Aruzzi y una carrera de cero a cien
Aruzzi comenzó su carrera en los medios trabajando en la obra Pasiones olvidadas (en 2022 se cumplen tres décadas del estreno), antes de llegar a la televisión con El palacio de la risa en 1995. En poco tiempo se convirtió en una de esas caras que se reconocen fácilmente, gracias a proyectos de televisión exitosos como El sodero de mi vida, Amor mío, La niñera, El hombre de tu vida, Educando a Nina y 100 días para enamorarse. Y en cine, donde trabajó bajo las órdenes de Gustavo Garzón en Por un tiempo, Marcos Carnevale en Corazón de león y Ariel Winograd en Sin hijos.
Además es dramaturga y antes de hablar con El País se encontraba trabajando en la obra Pura sangre que escribió con Carlos Casella y protagonizará Griselda Siciliani.
Esa comedia -que tiene estreno para febrero- le permitió, además, reencontrarse con Siciliani, compañera de elenco en Educando a Nina.
“Con Griselda nos entendemos muy bien, somos muy amigas y hace mucho que queríamos hacer algo juntas. Esta vez yo la dirijo junto a Carlitos y tal vez la próxima me dirigirá ella”, dice entre risas.
Pese a su enorme carrera, Aruzzi dice que no le gusta ir a los programas de televisión. “Hay programas a los que voy y otros que no porque me da fiaca, aunque a veces hay que hacerlo igual”, comenta.
—¿Qué te da fiaca?
—El tener que arreglarme, estás como que todo el día ahí y además yo soy de bajo perfil.
—Igualmente cuando tenés que hablar, no tenés problemas, como cuando se discutía la ley del aborto en Argentina.
—Eso quería decirlo. No estaba a favor del aborto, sino en contra del aborto ilegal que es una práctica que se hace desde hace siglos donde participan hombres, mujeres y niñas. Quería decirlo porque es una ley que se necesita. Lo que pasa es que es un tema difícil que divide aguas. Yo soy de la idea de la participación, el amor al prójimo y respetar las ideas del otro. Pasa que en un momento te tenés que plantar en un lugar, sobre todo cuando uno tiene convicciones con respecto a eso. Hay temas que no entiendo, no sé donde pararme y por eso prefiero no hablar, pero hay otros en los que sí participo y hablo. Ahora se vienen épocas donde hay que decidir muchas cosas, hay que hablarlas y debatirlas con amor, porque lo importante es escuchar al otro.