Alfonsina Carrocio es actriz, es uruguaya y, con apenas 24 años, ya vivió la experiencia de pasear por la alfombra roja delFestival de Cine de Venecia. Lo hizo el sábado 9 de setiembre junto al joven elenco de La sociedad de la nieve, la película de Juan Antonio Bayona sobre el accidente aéreo de los Andes que fue el título de clausura. Para Carrocio, es el cuarto largometraje de su carrera.
“Fue emocionante”, comenta a El País desde Barcelona, donde se radicó hace algunas semanas. Si bien el elenco ya había visto la película, en Venecia fue la primera vez que se mostró al público en general.
Mientras La sociedad de la nieve se proyectaba en el Palazzo del Cinema, Carrocio miraba de un lado a otro para no perderse la reacción de la gente. “Veías cómo se modificaba la cara de las personas”, comenta fascinada.
“Cuando comenzaron los créditos finales, la sala entera se paró y nos regaló un aplauso larguísimo mientras todos nos abrazábamos. Fue un momento que me guardo en el corazón”, dice.
Desde que se mostró el primer adelanto, quedó claro que La sociedad de la nieve es una película impactante sobre esa historia contada por Pablo Vierci que es tan uruguaya como desgarradora.
“La reacción de las personas fue de impacto, quedaron shockeados. Vimos muchas lágrimas, nos comentaban ‘no me salen las palabras’, y una persona me dijo: ‘me quiero ir a mi casa a abrazar a mis hijos’. Fue todo muy fuerte”, comenta.
Con 24 años, Alfonsina Carrocio ya conoce bien el mundo de los rodajes, los castings y las esperas para estrenar un proyecto. “Dicen que la actuación es la profesión de la paciencia, no es en vano”, comenta entre risas.
Su debut fue en 2017 con el drama de Guillermo Casanova, Otra historia del mundo, que fue la candidata uruguaya para el Oscar y donde compartió escenas junto a César Troncoso. También estuvo en una de terror, Sangre Vurdalak de Santiago Fernández Calvete que se filmó en Argentina, y donde trabajó con Germán Palacios. Este año ya estuvo presente en la cartelera uruguaya con la íntima Nina y Emma de la realizadora Mercedes Cosco. Se espera que La sociedad de la nieve tenga su estreno en cines antes de llegar a Netflix.
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“Todas fueron distintas, empezando por los géneros cinematográficos. Eso ya conlleva maneras específicas y diferentes de trabajar”, dice Carrocio sobre las películas en las que participó. “Las dos primeras son de directores con filmografía y años de carrera, y un equipo experimentado además de contar con coproducciones y financiación de fondos. Sin embargo, Nina y Emma es una ópera prima llevada a cabo por artistas jóvenes, un equipo muy reducido y en un contexto social complejo como fue la pandemia. Lo que encuentro en común es que fueron rodajes de máximo dos meses, y donde mi implicación y disponibilidad en el proyecto fue total”, comenta.
Por eso, La sociedad de la nieve es otra cosa. Es la película más importante en la que ha estado involucrada: es una de las tres preseleccionadas por España para los Oscar, tuvo un presupuesto millonario (“algo mayor” que Lo imposible, que costó 31 millones de dólares, dijeron las productoras a Efe), y dirige Juan Antonio Bayona sobre una historia uruguaya que a 50 años continúa fascinando al mundo. Además, es uno de los títulos más importantes de Netflix para este año, ya tiene un recorrido por festivales (estará en San Sebastián) y hay chances de que figure en los grandes premios.
“Fue un rodaje desafiante”, recuerda Carrocio, que interpreta a Susana, la hermana de Fernando Parrado. “La primera etapa la filmamos en Sierra Nevada, un centro de esquí a 40 minutos de Granada donde llegamos a estar a 3.000 metros de altura, y con temperaturas muy bajas. Filmar en altura y en un fuselaje donde el espacio es reducido requiere una preparación integral. Fue un rodaje muy físico que implicó lidiar con la incomodidad constantemente, y también un rodaje largo. Empezamos a filmar en enero de 2021 y terminamos en diciembre de ese año en Madrid”.
Durante ese año de filmación, que también se extendió a Uruguay y Chile, Carrocio conoció artistas dedicados de quienes aprendió mucho. “Hacer cine no es sencillo —y no únicamente debido al factor económico—, pero es maravilloso que se logre a través de la comunión entre grupos humanos que apuestan por un objetivo en común”, comenta la actriz, que está preparando su primer guion y quiere debutar como directora.
![Alfonsina Carrocio.](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/e0ce1bc/2147483647/strip/true/crop/1365x2048+0+0/resize/960x1440!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Fe1%2F50%2F4363536a46699474cc0b154a0bc5%2Falfonsina-personal-02.jpg)
—Es tu cuarta película y la segunda que vas a estrenar este año después de Nina y Emma. ¿Cómo te sentís con la carrera que estás teniendo?
—Afortunada. Ahora disfruto de ver los procesos que fui construyendo en pos de cada personaje, todos afectados —en el buen sentido de la palabra— por las circunstancias que fui atravesando. Digo ahora porque de adolescente caía mucho en el juicio de la crítica destructiva, no es fácil lidiar con la hostilidad menos cuando estás en pleno desarrollo de una identidad. La actuación es uno de los canales de expresión que elijo y quizás al que más le dedico, pero siempre digo que soy muchas cosas. Cuando me preguntan qué hago o cuál es mi profesión respondo “actúo y…”, porque mi carrera actoral no existiría sin el desarrollo de otras áreas. He estudiado otras cosas y establecido vínculos estrechos con otras disciplinas artísticas, como la escritura, donde encuentro un nexo que conecta a todas entre sí.
—¿Cómo fue trabajar bajo las órdenes de Bayona?
—Fue una apuesta a trabajar una representación fiel y no heroica de los personajes, a hacerlos humanos y respetar la identidad de ese alguien que existió. Hubo un trabajo muy fino en la construcción de lo coral que puso el énfasis en el sentido de pertenencia a un grupo.
—En los últimos años han crecido los títulos de ficción hechos en Uruguay. ¿Es complicado conseguir oportunidades aquí?
—Mas allá de que la industria esté en crecimiento, no dejan de ser escasas las oportunidades, como en la mayoría de los rubros artísticos. Hay que seguir haciendo énfasis en fomentar la cultura, en que existan historias que nos hagan sentir menos solos, que nos aporten ganas de vivir, de seguir creando, porque es un camino para generar unión ante el incremento de la tendencia hacia la individualidad. No obstante, cuando empecé a los 16 años era absurdo para la gente decir que te dedicabas a actuar, siempre venía acompañado por un “pero eso no te va a dar de comer” u otras frases que menospreciaban la profesión. Hoy día siento que eso ya no sucede, que hay más jóvenes que apuestan por sus deseos actorales, y me alegra que así sea porque creo que puede generar que las oportunidades sí aparezcan.
—¿Por qué estás en Barcelona?
—Quería probar habitar más espacios, no solo donde pudiese desarrollarme profesionalmente Fue una apuesta a enfrentarme a lo que te da y también lo que implica el no permanecer en un lugar. Hoy es Barcelona, mañana puede ser otro sitio.
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