La Guerra Fría se terminó a las patadas voladoras

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Con Atómica, la actriz confirma su nueva estatura de estrella de acción. Foto: Difusión

Atómica [***]Alemania/Suecia/Estados Unidos, 2017. Título original: Atomic Blonde. Dirigida: David Leitch. Guión: Kurt Johnstad basado en la novela gráfica escrita por Anthony Johnston, Sam Hart. Director de fotografía: Jonathan Sela. Música: Tyler Bates. Editora: Elísabet Ronaldsdóttir. Diseño de producción: David Scheunemann. Con: Charlize Theron, James McAvoy, John Goodman, Toby Jones, Barbara Sukowa. Duración: 115 minutos. Estreno: 7 de septiembre.

El cine británico se sincronizó con la sensibilidad de su tiempo otra vez en su historia en la década de 1990 con Danny Boyle y Guy Ritchie. Sus respectivas Trainspotting y Juegos, trampas y dos armas humeantes fueron llamativas en su momento e influyentes de lo que vendría.

Seguro que Edgar Wright (Baby: Aprendiz del crimen) es el heredero a la altura de esos maestros, pero hay otros que han abrevado de aquella combinación de una paleta publicitaria, un toque moderno, cinefilia y justo la música apropiada. Esa fórmula está en lo último de Ben Wheatley (la tarantinesca e hiperviolenta Free Fire) o en la divertida Kingsman: el servicio secreto de Matthew Vaughn.

Atómica viene de ese lugar: es visualmente atractiva y moderna; tiene un personaje de esos que impresionan y ocurre en un escenario para lucimiento de diseñadores y vestuaristas, la Berlín de 1989. A eso hay que sumar a Charlize Theron, ganadora del Oscar, que desde su formidable papel en Mad Max: Furia en el camino, pasando por su villana en Rápido y furioso 8 se ha vuelto toda una heroína de acción.

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Ese nuevo rumbo de su carrera le viene justo con el papel: es intimidantemente bella y de armas tomar.

Acá es Lorraine Broughton, una agente del MI6 que llega a Berlín la semana de noviembre que fue la última del muro que dividía la ciudad desde la Guerra Fría. A punto de quedar relegados a otra época (la que se anuncia en un pequeño prólogo), allí agentes de todos los lados posibles de la Cortina de Hierro se disputan unos secretos nucleares que le darían a quienes se los llevan, cierta superioridad bélica en tiempos de paz. En un ambiente de mercenarios, asesinos, dobles o triples agentes, Lorraine, de tacos aguja y el vestuario de una top model, se contacta con el poco fiable David Percival (James McAvoy) que parece tener una agenda de intereses bastante abierta. La película está contada en un flashback de la propia rubia atómica frente a sus superiores (Toby Jones) y uno de la CIA (John Goodman).

El director David Leitch (un doble de riesgo que dirigió sin figurar en los créditos John Wick y ahora va por la segunda Deadpool) apuesta por el lado que más conoce: Atómica es una serie de peleas bien coreografiadas y bien musicalizadas.

En ese sentido, el larguísimo plano-secuencia de una riña con varios contendientes y en varios pisos de un edificio, es uno de los mejores ejemplos modernos del cine de acción y un plano que implicó una logística y un despliegue (principalmente de Theron que no para de tirar patadas durante más de cuarto de hora) que es por lejos lo más rescatable de toda la película. Junto con Theron, claro, que tiene la presencia adecuada para esta mujer que está bastante cerca de una superheroína: es como una Mujer Maravilla sin superpoderes o escrúpulos y con mucha menos tolerancia.

El guión es confuso y la violencia exagerada, pero eso es un mal actual del que Atómica apenas escapa con esa escena en la que todos, ellos y nosotros, terminamos extenuados. A los fanáticos del género eso les debería alcanzar y sobrar.

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Con Atómica, la actriz confirma su nueva estatura de estrella de acción. Foto: Difusión

CINEFERNÁN CISNERO

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