Lobo feroz, un asfixiante thriller que roza el cine de terror, consigue darle la vuelta al cuento de Caperucita rojoallenando de dudas al espectador. Aquí, explica el director de la película, el uruguayo Gustavo Hernández, “cada personaje atraviesa un vacío, y en este juego todos pueden ser el lobo feroz”.
Con guion del propio director, junto al también uruguayo Juma Fodde y la española Conchi del Río, la película es una revisión del film israelí Big Bad Wolves (Aharon Keshales y Navot Papushado, 2013), famosa porque el cineasta estadounidense Quentin Tarantino dijo que le había gustado mucho.
“Me entusiasmé porque vi la posibilidad de darle mi estilo y por abordar el tema de la venganza de manera tan directa, era un desafío”, dice Hernández.
Porque Lobo feroz, que se estrena esta semana en cines uruguayos, habla de venganza, pero también de obsesiones, de dolor, de injusticias, de maldad y de amor filial.
Un policía capaz de competir en crueldad con los delincuentes a los que persigue (Javier Gutiérrez) está convencido de que un profesor de música (Rubén Ochandiano) es el asesino en serie de un montón de niñas a las que tortura y mutila después de abusar de ellas.
La madre de su última víctima (Adriana Ugarte), que vive al filo de la ley junto a su padre (Antonio Dechent), decide castigarle.
El policía y la madre están dispuestos a hacer lo que sea necesario para lograr su confesión, aunque para ello tengan que tomarse la justicia por su mano. Una modélica detective luchará contra el reloj evitar que se cometan errores irreparables y que esa desesperada búsqueda de la verdad se convierta en el más feroz de los lobos.
Para el director, la original “era una película muy masculina y yo quería que fuera más coral, más diversa”, y para ello revirtió el género de algunos protagonistas. Sí mantuvo el humor negro, porque “la historia es bastante cruda y la tensión es constante” y esas “perlitas” sirven de escape “para aflojar un poco al espectador”.
Y le quedó “una película llena de grises donde cada uno de sus personajes atraviesa un vacío y en este juego todos pueden ser el lobo feroz. Lo que pensamos que puede ser, a veces no lo es. Lo interesante es que el espectador dude sobre quién es el verdadero lobo feroz”.
Hernández no pudo estar en Madrid durante la presentación de la película ya que estaba e en pleno rodaje de una para Star+, un thriller policial (“a lo Se7en”, le contó a El País en febrero) sobre libro de Gabriel Rolón y con Benjamín Vicuña, de la que esdirector y showrunner.
En su filmografía están, entre otras, La casa muda, No dormirás y Virus 32 que formaron parte de una retrospectiva de su obra en Sala Zitarrosa a comienzos de año.
“Nunca fui un gran fanático del terror: cuando estudiaba siempre fui más por el lado de Coppola, Scorsese, De Palma. Ese fue el cine que me influyó. Y Lobo feroz me obligó a repasar los thrillers de esos autores”, le dijo entonces Hernández a El País.
Para Ugarte (Julieta, El tiempo entre costuras), Matilde es el papel que más le ha costado construir físicamente y el que tenía más “retorcimiento emocional”.
“Me ha pasado algo que no esperaba y es que, al construirle el cuerpo tenía un asidero muy grande. Estaba tan definido que me ayudaba mucho a concentrarme”.
“Hay una tendencia muy grande”, afirma la actriz, “a encontrar enseguida al lobo de fuera, porque no quieres ver al tuyo”.
Dechent considera que la palabra que mejor define la película es “herida”. “No sólo vemos físicamente muchas heridas, algunas bastante sangrantes, sino que todos los personajes tienen sus heridas existenciales y cicatrices que están abiertas, y siguen supurando”.
“Y luego están las circunstancias. Yo me considero víctima y prefiero salir 'por patas' de una pelea que atacar a alguien. Pero, ¿y si las circunstancias te obligan a ser lobo?”, se pregunta el actor.
También para Ochandiano “el lobo, el psicópata, puede estar donde menos te lo esperas. Las cosas no son lo que parecen”.
Mientras Gutiérrez, ganador de dos Goya, va más allá: “lo estamos viendo en esta sociedad en la que desayunamos todos los días con casos tremendos de violencia, también con niños, y muchas veces no sabes de dónde viene ese mal, si está en nosotros mismos, en la sociedad y si todos seríamos capaces de ejercer cierta violencia en determinados momentos”.