Cine
Se estrena el jueves "Sangre de campeones", un nuevo documental de Coral Cine sobre la selección uruguaya
En la oficina de Coral Cine, ubicada en pleno barrio Cordón, dos grandes afiches adornan el pasillo de la casona de la productora fundada por los realizadores Andrés Varela y Sebastián Bednarik. Uno es del documental Mundialito y el otro de su sucesor, Maracaná.
Próximamente, habrá un tercer cartel entre ambos pósteres: el de Sangre de campeones, la nueva película con la que Varela -el productor- y Bednarik -el codirector junto a Guzmán García- completarán una de las primeras trilogías, al menos desde un punto de vista temático y autoral, del cine uruguayo.
Sangre de campeones, que se estrenará el jueves en cines uruguayos, explora las hazañas deportivas del seleccionado uruguayo en tres contiendas diferentes: los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 y la Copa Mundial de la FIFA de 1930.
El documental, del que El País vio un adelanto, es la obra más atípica de Coral Cine a la fecha. La película hace foco tanto en las victorias como en la vida de sus jugadores fuera de la cancha, a través de recursos que mezclan archivos, animaciones y la recreación de las voces de los campeones.
A solo unas semanas del Mundial de Rusia 2018 -y con la serie uruguaya El origen, para la que Coral Cine colaboró con imágenes, explorando la relación entre los uruguayos y el fútbol a partir de hoy- Varela y Bednarik conversaron con El País sobre la labor y el significado detrás de su última producción.
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¿Se impusieron una fecha de estreno antes del Mundial?
Andrés Varela: Una película tiene que tener una estrategia de distribución desde el día uno. Eso es lo que le falta al cine nacional: estrategias. Visualizamos que la estrategia de distribución natural y lógica era salir antes del Mundial, porque si no te pasa la máquina barredora por arriba y vos ya tenés que estar instalado en salas. Teníamos que ponernos un cierre por nuestro bien.
Sebastián Bednarik: Queremos ver el Mundial tranquilos (se ríe).
A. V.: Siempre querés mejorar algo más. Sebastián en eso te lleva al límite. Con La Matinée llegamos con el rollo debajo del brazo al estreno. Cachila fue más o menos similar. Tenemos esa necesidad de hacer siempre esa cosita más. Sobre todo en esta cosa del puzzle de composición.
¿Cuándo surgió la primera idea de encarar el proyecto?
S. B.: En 2014, cuando terminamos Maracaná, vimos como una línea sobre los grandes relatos de la selección uruguaya, y faltaba cerrar esto. Son como precuelas. Empezamos a ir para atrás y ver qué había de los campeonatos de fútbol más allá del 50 en Brasil. Nos propusimos hacerla, armamos un guion, nos presentamos a los fondos, obtuvimos dos fondos de desarrollo, de Ibermedia y del ICAU, pero no de producción. En 2015 empezamos a hacerla propiamente con una fecha de estreno probable. Entre medio hicimos dos películas de Guzmán García (codirector de Sangre de campeones), el documental Fattoruso, inauguramos el estadio de Peñarol, hicimos cuatro temporadas de Boliches y el espectáculo El Delirio.
A. V.: En esos cuatro años la película fue construyéndose a la par que íbamos haciendo otras cosas. En Coral, de cinco podemos pasar a ser de repente 70, y para El Delirio éramos 150 en tres oficinas diferentes. Todo eso va caminando mientras la película va surfeando su ola.
¿Qué aprendieron de "Mundialito" y "Maracaná" para llegar a "Sangre de campeones"? ¿Cómo cambiaron como realizadores?
S. B.: Fue un nuevo desafío, producto de las anteriores, contar toda la película con archivos. Es la película más difícil para hacerlo porque es en la que menos archivos teníamos, y en la que es un puzzle más desarmado. No teníamos aquellas siete latas que aparecieron de Mundialito, que era como un gran material bruto que había que emparchar y conseguir las figuritas que faltaban. Sangre de campeones es una película más madura en el lenguaje, entendiendo la película que se crea en la cabeza del espectador. Esta película todo el tiempo te está invitando. No tenés al tipo hablando a cámara. Lo tenés en off y eso, más la imagen, la música y el ambiente genera lo que podría haberte dado esa cabeza parlante que no la teníamos porque no están los protagonistas vivos. No queríamos que fuera una película de investigadores e historiadores. Eso era otro terreno, no cinematográfico.
¿De qué dirían que trata?
S. B.: Plantea una especie de tesis sobre por qué los uruguayos tenemos esa cuestión identitaria con la selección oficial de fútbol, desde la parte buena como la mala. Busca la génesis de eso. No quiero decir u201cel origenu201d (se ríe). Eso es lo que queremos contar como obra. Los personajes son los de la historia de la selección, que prácticamente es la misma de 1924 hasta 1930, con dos protagonistas fuertes que son José Nasazzi y José Leandro Andrade, pero también está todo el grupo. A veces es medio western o película de grandes atracos, donde cada uno tiene una característica. Viajan a Europa a logran una hazaña.
A. V.: Si esto fuera Estados Unidos ya habría 10 películas (de ficción) sobre ello. En algún lugar sentimos que somos los primeros en tocar un tema que posteriormente va a tener otras lecturas, y era el momento de llevarlos porque son tan propios. En la corta historia de Uruguay, un país de inmigrantes, el colectivo necesitaba una unificación. El fútbol, en este país, ha constituido una base identitaria fundamental. Ha unificado una nación en función de esos hombres que en realidad, más allá del triunfo deportivo, tienen otras características que los hacen notables como referentes. Que vengan Andrade o Héctor Scarone, representantes de la clase social y el sacrificio y el logro, tiene mucho que ver con la visión del uruguayo. Nos cuenta a nosotros como ciudadanos.
¿Qué tan difícil fue la recolección del archivo presentado en la película?
S. B.: Muy difícil. Llevó más tiempo de lo que imaginábamos. Por un lado, llegar a los originales de las imágenes que siempre veamos, que se vean en la calidad 2K en la que la vamos a presentar en el cine, lleva no solo un montón de laburo a nivel de producción local, sino que también tenés que trabajar con investigadores en el extranjero. Trabajamos con gente en Francia, que consiguió cosas en Holanda, y también en Italia. En Uruguay, Cinemateca tenía en custodia materiales de la Asociación Uruguaya de Fútbol, que componen el 50 % de la película, y gracias a que se conservaron, esta película se puedo hacer.
¿Qué tuvieron estos jugadores que los hizo héroes?
S. B.: No tenían nada que perder. Si bien era una época de fútbol amateur, la forma en la que uno trata de superarse, sobre todo si tu vida y contexto no son buenos, era ganar un mango o buscar trascendencia en el caso de algunos.
A. V.: Hay una visión muy moderna de eso. Si ves el fútbol de esa época, la expectativa de trascender económicamente es muy actual. Es la que tienen los jóvenes hoy en día. Ellos no tenían nada para perder y el deporte tenía algo de ritual. No cobraban, jugaban de forma amateur y era el lugar de catarsis, casi de una tragedia griega.
¿Qué sigue para Coral Cine?
A .V.: Salir con placer de esto. Estrenar y que nos vaya divinamente bien. En el medio estamos preparando un show similar a El Delirio para el Antel Arena que sería para el mes de diciembre. Aún no podemos anunciarlo, pero sería el primer espectáculo de producción nacional de estas dimensiones.
¿La experiencia de "El Delirio" los dejó motivados para repetir una producción en vivo de esa escala?
S. B.: Volvimos a conectar con algo que traíamos antes del cine que es toda la parte escénica. De hecho, los dos estudiamos más para lo teatral. El audiovisual vino y de repente teníamos una productora. Ahora que podemos volver al vivo, al ensayo, al trabajo con el actor, escenografía, iluminación, nos deja agotados, pero con ganas de más.