Lista
El estreno de "El caso de Richard Jewell", la última película del cineasta americano, es una buena excusa para repasar algunos momentos de su carrera
Clint Eastwood es, a los 90 años, el director de cine más longevo en funciones. Hoy se estrena en Uruguay El caso de Richard Jewell, basada en un héroe de la vida real. Ha recibido buenas críticas aunque ha sido debatida por haber cambiado algunos datos de la realidad al servicio de una agenda política conservadora y actual.
Surgido como estrella clase B y de televisión en la década de 1950, Eastwood fue un icono de los spaghetti western en la de 1960 y un rudo policía en la de 1970. Desde 1992, con el estreno y los Oscar de Los imperdonables se volvió uno de los grandes directores del cine estadounidense. Su estilo es clásico y parco, heredero de una tradición de la que es acólito más que revolucionario.
Este es una posible lista de sus 10 mejores películas como director.
15:17 Tren a París (2018)
El experimento nuevaolero de Eastwood quien lleva al máximo la idea del hombre común como héroe que ha pautado su etapa más reciente. La historia sigue a tres estudiantes estadounidenses (interpretados por los propios protagonistas del hecho real) que, de viaje por Europa, evitan un atentado en un tren que va de Amsterdan a París. En la película no pasa mucho más allá de unas típicas vacaciones hasta el acto de heroísmo en sí mismo, lo que, sumado a las actuaciones amateurs, espantó a más de uno. Ahí, justo, está su encanto.
El caso de Richard Jewell (2019)
Más allá de la polémica sobre algunos agregados poco verídicos y que se adhieren a las teorías conspirativas contra la ley y la prensa promovidas desde la Casa Blanca, es un ejemplo de cine clásico muy bien narrado. La película sigue la peripecia de Jewell (un impresionante Paul Walter Hauser), un guardia de seguridad que pasa de ser un héroe cuando descubre una bomba en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1986, a ser el principal sospechoso del hecho. Eastwood editorializa, sí, pero también da una lección de relato clásico y de la austeridad de viejo maestro.
Bird (1988)
La primera película “seria” de un director que aún tenía que sacarse de encima el epíteto de estrella de spaghetti westerns. Después de varios intentos en varios géneros, aquí consigue un drama sentido sobre la vida de Charlie Parker (Forest Whitaker), el saxofonista que revolucionó el jazz, el género favorito de Eastwood. Es un estudio sobre un artista que debía luchar con sus demonios interiores y, a pesar de eso, conseguía transmitir belleza.
Francotirador (2014)
A lo largo de su carrera, Eastwood ha analizado el papel de la violencia en la sociedad estadounidense y lo que hace en la gente. Aquí reflexiona sobre los daños colaterales de la guerra, ejemplificados en Chris Kyle (Bradley Cooper), el francotirador más letal del Ejército en la guerra de Irak. Las glorias en el frente son contrapuestas con el precio (moral, personal, familiar) que debe pagar cuando vuelve a casa.
Los puentes de Madison (1995)
Un melodrama hecho y derecho sobre un best seller, con Meryl Streep y el propio Eastwood y uno de los finales más románticos del cine. Es una historia de amor de las de antes con una mujer que recibe en su casa a un fotógrafo de National Geographic que le ofrece un mundo de posibilidades y amor sincero que ella prefiere desechar por mantener su familia unida. Y sí, está Eastwood bajo la lluvia y ella llorando en uno de esos momentos que son puro cine.
Río Místico (2003)
Un drama seco y durísimo. La muerte de una muchacha rompe la armonía de un pequeño pueblo y principalmente la de un grupo de amigos (Sean Penn, Kevin Bacon y Tim Robbins) cuando empieza a rondar la sospecha entre ellos. La película, que le dio Oscar a Penn y Robbins, es un ejemplo de drama. La escena en la que Penn se entera de la muerte de su hija y es vista desde un plano cenital (que, se dice, funciona como la mirada de Dios) habla de la desolación de esos personajes y de la incapacidad de sortear los destinos violentos.
Million Dollar Baby (2004).
Otro dramón importante y otra reflexión sobre la imposibilidad de huir de la violencia. Eastwood interpreta a un viejo entrenador de boxeo que, con renuencia, acepta ayudar a un aspirante (Hillary Swank) a ser campeona del mundo. Su alegato a favor de la eutanasia confundió a aquellos que ven a un Eastwood conservador, pero la película también habla sobre las diferencias sociales en Estados Unidos y cómo, en definitiva, quizás muchos de los problemas empiezan con la familia. Ganó cuatro Oscar: mejor actriz (Swank), mejor actor secundario (Morgan Freeman), mejor película y mejor dirección.
El Gran Torino
El final del trayecto para el héroe que Eastwood fundó en la década de 1950 (como Rowdy Yates), extendió en “el hombre sin nombre” de las películas con Sergio Leone; en Harry Calahan, o sea el Sucio, y en el William Munny de Los imperdonables. Aquí interpreta a su icono más norteamericano (veterano de la guerra de Corea, jubilado de la Ford) que ve cómo su mundo cambia atrozmente. La redención quizás esté en alejar de la violencia al muchacho vietnamita de la casa de al lado. Para eso tiene que pasar por el martirio, destino inevitable del héroe desesperado. Que pase un símbolo estadounidense (el auto del título) a un asiático como emblema de la libertad y del porvenir, también ayuda a confundir director con figura pública.
Los imperdonables (1992)
Los cuatro Oscar incluyendo mejor película y mejor dirección, dejaron claro que Eastwood se había venido preparando para convertirse en un maestro del cine. Interpreta, además, a William Munny, uno de sus héroes más emblemáticos que, tras un pasado de crueldad como matón y de haberse retirado a una calma pastoril, vuelve al rescate de un grupo de prostitutas acosadas por un sheriff corrupto (Gene Hackman, que también ganó un Oscar). Tomando aquello de James Stewart en Un disparo en la noche es un análisis sobre cómo se combinaron historia y la leyenda en la construcción de la identidad estadoundinense.
La conquista del honor/Cartas de Iwo Jima (2006)
Un díptico notable en el que Eastwood deja claro que eso del heroísmo no es asunto exclusivamente norteamericano. Así cuenta un evento de la segunda guerra mundial en una obra integral que habla sobre cómo se entiende la figura del héroe en Estados Unidos (a partir de la historia de la “foto histórica” de la bandera estadounidense izada en Iwo Jima) en La conquista del honor y la conjunción de miedo, valentía y tradiciones del bando nipón en Cartas de Iwo Jima, una película hablada en japonés. En su conjunto es una obra monumental que revela el pulso de narrador y humanista de Eastwood.