El anglicismo los denomina “flops”, algo así como fracasos estrepitosos, y son catástrofes que dejan carreras, inversionistas y estudios como daños colaterales. Refiere a la unanimidad en su contra y una taquilla tímida.
Aunque se lo ha usado para el caso, es un poco duro llamar “flop” a Guasón 2: Folie à Deux, aunque cumple un par de sus requisitos. Parece mucho, además, al lado de verdaderos tropezones recientes como Horizon: An American Saga de Kevin Costner, una trilogía inconclusa despues de un frío recibimiento en varios frentes a la primera entrega, o Megalopolis, el proyecto autofinanciado de Francis Ford Coppola.
Guasón 2 está lejos de eso pero no la ayuda mucho la excitada valoración que recibió la primera y que impulsó al director Todd Philips y a su estrella, Joaquin Phoenix a volver a intentarlo. No querían y todo indica que no era una gran idea.
La original, que se estrenó en 2019, recaudó más de 1.000 millones de dólares, tuvo 11 nominaciones al Oscar y ganó dos: uno para Phoenix y el otro para compositora islandesa Hildur Guðnadóttir. Hubo coincidencia crítica sobre sus méritos incluyendo una calificación de B+ en Cinemascore, que realiza encuestas a boca de sala; la nota máxima es A y la mínima F.
Guasón 2 tiene D que no le alcanza para ser aprobada. La que tiene todo los méritos para ser de las peores películas del año, Madame Web sacó C+, por ejemplo.
La crítica tuvo una insuaul coincidencia con el público. “Guasón 2: Folie à Deux es una película tan aburrida y desagradable que es difícil saber por qué se hizo o para quién”, escribió en The New York Times, Manohla Dargis.
Más que elogios ha recibido memes tirando a denigratorios y un boca a boca que da poco auxilio.
Es un problema. Animados por el éxito de la primera, Warner Bros aportó los 200 millones de dólares del presupuesto de producción (el de la otra fue de 60 millones) a los que hay que sumar 100 millones de dólares por concepto de marketing. Necesita unos 450 millones en la taquilla para empezar a justificar tamaño gasto, y está lejos.
En su primer fin de semana recaudó 114 millones de dólares globalmente y los analistas prevén una caída de hasta el 75% con respecto a esas cifras de estreno para estos días. Podría llegar a ganarle Terrifier 3, nueva entrega de una franquicia de clase B. Así de desastroso todo.
La secuela, que incluyó en su plantilla a Lady Gaga, toma la acción dos años después de los acontecimientos que cerraron la original. En aquella, Arthur Fleck, el personaje de Phoenix, era un payaso pobre que vivía con una madre toxiquísima y en un mundo cruel que se inspiraba en la Nueva York de Taxi Driver y El rey de la comedia de Martin Scorsese.
Ahora, en la segunda, Arthur vive sedado y flaquísimo pasa un tiempo en el asilo Arkham, con su alter ego, Guasón, dormido y esperando un juicio. En el manicomio conoce a Lee (Lady Gaga), una niña rica y piromaníaca, que insiste que saque el Guasón que lleva dentro. Afuera hay un indicio de rebelión popular que lo tiene como su estandarte. El no quiere saber mucho con su otro yo.
Todo eso Philips, quien se sacó las ganas de hacer la película que quería, lo convierte en un musical, una opción que él mismo había llegado a negar. Es, sí, un musical, como también un drama de tribunales, una de romance y algunos caminos que la película roza fugazmente. De Guasón, hay poca novedad, y su ausencia y cierta confusión pueden ser parte del problema. Hacerla así, se dice, fue una idea que se le apareció en un sueño a Phoenix.
Otra razón puede ser que nadie contento. En las redes sociales aparecen fragmentos de entrevistas en los que Lady Gaga y Phoenix (quienes se estiman cobraron 12 y 20 millones de dólares respectivamente) parecen desconcertados y cómplices, cuando les preguntan qué les pareció la película. Lo mismo pasó cuando la película se estrenó en Venecia.
El proyecto siempre estuvo maldito. La luz verde la dieron Michael De Luca y Pam Abdy, los jefes del Warner Bros. Motion Picture Group. Philips puso como condición solo tratar con ellos, lo que dejó afuera a James Gunn y Peter Safran, los encargados del Universo DC, al que, por más que esta secuela no parece entenderlo, pertenece el Guasón. Philips, informó Variety, puso como otra condición no tener ninguna asociación con DC, de la que no aparece el logo en los créditos iniciales. Ni Gunn, ni Safran, fueron a rendir honores a la fiesta después de la avant premiere en Los Angeles.
Philips se encaprichó con algunas cuestiones incluyendo filmar en Hollywood, aun cuando David Zaslav -el CEO del grupo Warner Bros Discovery, o sea el mandamás- le sugirió rodar en Londres para abaratar en 20% el presupuesto, de acuerdo a Variety. También se informó que Philips se negó a hacer funciones de prueba para saber la opinión del público, prefiriendo llevarla a Venecia sin ningún tipo de escrutinio previo. Gustó poco.
Aunque muchas de estas informaciones han sido atenuadas o negadas, su circulación revela una inquietud malsana para un proyecto así de ambicioso. Hay más calamidades en la vuelta.
Por ejemplo que esa negativa de Philips a integrarse al universo DC lo que dejó afuera a la base fanáticos de la marca. Este Guasón no es el archirrival de Batman que todos conocen, y la película estira al máximo el concepto de historia de origen del personaje. Y esas cosas solo condujeron a la decepción de los que, justo, no había que decepcionar.
“Warner Bros. tiene el mayor éxito de la temporada de otoño con Beetlejuice Beetlejuice y ahora probablemente también el mayor fracaso con Guasón 2”, dijo el analista Jeff Bock. “Así es el asunto con las secuelas. La verdad es que los creadores de Guasón 2 escogieron una dirección que la mayoría de la audiencia no quería seguir. Al final, se tomaron decisiones que, lamentablemente, no coincidieron con los gustos de los espectadores”.
Y eso siempre es un error.