La película colombiana Los reyes del mundo, ganadora de la Concha de Oro en el Festival de cine de San Sebastián llega este miércoles al catálogo de Netflix.
Es el segundo largometraje de la cineasta Laura Mora. Es una película “dura”, que narra la aventura de cinco jóvenes huérfanos de las calles de Medellín, que se dirigen a recuperar un pedacito de tierra que las autoridades han restituido a uno de ellos, después de que los paramilitares se la hubieran arrebatado años atrás a su abuela, ya muerta.
Se mueven por la esperanza de vivir libres, alejados de la violencia y la miseria en la que están sumidos. Una esperanza que con el tratamiento poético y en ocasiones mágico que aflora en la película de Mora, junto con las relaciones entre los protagonistas, permite al espectador respirar en este largometraje de denuncia, en el que el paisaje urbano y constreñido se abre a una naturaleza salvaje e inquietante.
“Entiendo el cine como mi territorio político y es ahí donde suelto mis preguntas que ojalá puedan tener un eco en la universalidad, pero que, claramente, están ancladas en mis preocupaciones con el país que me ha tocado habitar y donde están, además, todos mis dolores, mis amores”, dijo la directora en una entrevista por videoconferencia con Efe.
En esta película, como en su anterior largometraje Matar a Jesús, late una frase del filósofo Michel Foucault que pronuncia en la cinta autorreferencial de su ópera prima el padre de la protagonista poco antes de ser asesinado: “El deber del pueblo es indignarse, el de los gobernantes, reflexionar sobre ello”. Unas palabras, cuenta Mora, que tomó de su padre, profesor de Derecho y asesinado en Medellín en 2002.
![Detrás de cámaras de la película "Los reyes del mundo"](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/8813693/2147483647/strip/true/crop/780x565+0+0/resize/780x565!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Fbb%2Fb7%2Fd12387e54f5e9496b45823b65423%2Freyes.jpg)
“Sí que creo que esa indignación, que debe provenir del ciudadano, es algo que ha hecho eco en mi vida, no solo en mi cine, sino que también trato de mantener cierta coherencia entre el cine que hago y la manera como habito el mundo”, subraya.
Un inconformismo que es patente en Los reyes del mundo, donde la burocracia y la justicia colombianas se yerguen como dos de los grandes obstáculos en el viaje de los cinco jóvenes, aunque los verdaderos villanos no tienen rostro ni están al alcance de los protagonistas.
Esperanza ante el horror
Ante este determinismo, ante el horror que -según Mora- invade el mundo, la esperanza emerge como la herramienta para hacerle frente.
“A mí me inquieta mucho la idea de la esperanza, porque yo siempre estoy como en una especie de contradicción, porque amo la vida, pero el mundo me parece un lugar muy horroroso (...). Sí que hay esperanza cuando uno está indignado, cuando uno está haciendo un cine de la dureza”, comenta, antes de volver sobre la idea de la importancia de abordar la película “desde un lugar poético para, ojalá, encontrar una posibilidad de un mañana”.
Otro de los ingredientes para enfrentarse al horror de la vida, continúa Mora, son las relaciones de los personajes, esos “que muchas veces la historia deja por fuera (...). Es ahí donde encuentro los brotes de humanidad más grandes, algo que yo defino como la ética de los afectos: basada en el afecto, en la solidaridad. Es algo que el mundo ha perdido y que estas pequeñas comunidades o grupos de amigos siguen manteniendo”.
Y para desarrollar su historia no contó con actores profesionales, sino que buscó a los protagonistas entre jóvenes que practicaban “gravity bike”, un deporte de riesgo que consiste en deslizarse en bicicleta por empinadas cuestas hacia abajo. Con ellos construyó esta historia.