Maratón de James Bond: llegaron al streaming las 25 películas del héroe que trae recuerdos

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James Bond

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La franquicia del Agente 007 era el botín más preciado cuando Amazon compró Metro Goldwyn Mayer; ahora lo muestra y eso permite poner en perspectiva personal su obra

La espía que me amó en el cine Ocean a comienzos de la década de 1980. Vaya recuerdo adolescente. Era, para ir ubicándonos, la décimosegunda película de James Bond, su héroe, quien había inaugurado su permiso para matar en 1962 con El satánico Dr. No, con la cara de Sean Connery y la aparición estelar del cuerpo en bikini de Ursula Andress.

En aquella nochecita en el cine Ocean (ahí en San Martín y Ceibal), tenía la cara de Roger Moore y el cuerpo y la cara de Barbara Bach cumpliendo con el protocolo inevitable de una chica Bond. No recuerdo mucho, para ser honestos, pero por lo visto, Bach, una escena en la nieve y un auto anfibio saliendo en una playa, bastaron para tener un efecto perecedero en mi como para estar evocando La espía que me amó en una mañana tímidamente otoñal.

El disparador de esta autoreferencia nostálgica con el que se introduce esta nota es que Amazon Prime Video (o sea un cine Ocean de ahora y mucho menos romántico) puso a disposición de sus clientes y amigos, las 25 películas de la saga de Bond, el agente al servicio de su majestad y que figura en planilla con el número de empleado 007.

Para muchos Sean Connery fue el Bond definitivo e inigualable.
Para muchos Sean Connery fue el Bond definitivo e inigualable.

El lote incluye cinco Bond que, además de Connery y Moore, tienen el rostro de George Lazemby y Pierce Brosnan, y el cuerpo y rostro de Daniel Craig.

La de Bond —basada en un personaje creado por Ian Fleming en 1953 y que debe su nombre a un ornitólogo célebre— es una de las sagas más rentables del cine, con una recaudación conjunta de siete mil millones de dólares en 60 años. Su mística y su popularidad ambas son alimentadas por la familia Broccoli, y su acervo se convirtió en el botín preciado cuando Amazon compró el catálogo de la Metro.

Producto de la Guerra Fría y de una geopolítica de improbable dominio británico, la franquicia sigue la vida, las peripecias románticas y las misiones del agente 007 con ese doble cero revelando la autorización oficial para matar. Hacía uso indiscriminado de esa pregorrativa.

En cada entrega hay un villano estrambótico, quien con ayuda de un sicario letal y pintoresco (en La espía que me amó era Mandíbulas, un urso con brackets mortales) intenta dominar el mundo con un plan que depende de tantos factores que siempre se le cuela Bond por algún rincón. Resuelve el caso a base de talento, desenfado y un aire seductor qu es muy eficaz con las mujeres y da envidia en los varones del público.

Bond, con sus chicas muy bonitas, sus paisajes exóticos y su valentía siempre a la orden, ha sido la fantasía del hombre moderno de clase media. Y esos atributos se han mantenido eficaces para que la franquicia siga viva y, actualmente, en el excitante trámite de elegir un nuevo rostro, tras la vacante dejada por Craig. Puede ser negro, puede ser una mujer y ya las especulaciones son contenido noticioso.

Cada generación, en definitiva, ha tenido un Bond a su medida. Puede ser la virilidad misógina de pelo en pecho de Connery o la elegancia simpática de Moore y Brosnan. A este tiempo le tocó Craig, un producto post 11-S, con su estética correspondiente y un heroísimo violento, apesadumbrado y romántico.

Su despedida en la sorprendente Sin tiempo para morir cierra un arco narrativo del personaje que genera expectativa y dudas sobre el devenir de la franquicia. Ya le van a encontrar la vuelta.

Daniel Craig en "Sin tiempo para morir". Foto: Difusión
Daniel Craig en "Sin tiempo para morir". Foto: Difusión

El canon tradicional indica que el mejor Bond es Connery, pero puede ser nostalgia propia o prestada. Recientemente hubo una reinvindicación de Moore y es probable que vaya pasar lo mismo con Brosnan.

Ahora que está en Amazon, ver en conjunto toda la saga permitirá compararlos, encontrar diferencias, continuidades y escuchar, en una gran playlist, las canciones, marca característica del producto, que acompañan los imaginativos créditos que siempre empiezan con Bond disparándole a la platea. Desde ahí todo es esmoquin, destinos exóticos y unos Martini “shaken but not stirren” que no se consiguen en el boliche de la esquina.

Así, ahora en el streaming están, en una selección personal, Goldfinger, Operación Trueno, En la mira de los asesinos o Los diamantes son eternos. Y, claro, La espía que me amó, así más no sea por aquella nochecita en el cine Ocean, con mi padre fascinado, mi madre algo indiferente y yo empezando a entender algunas cuestiones del mundo gracias a la carita de Roger Moore y el cuerpo de Barbara Bach.

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