Entrevista
Una charla con Maximiliano Contenti, el director de una película que es un homenaje a ir a las salas a ver películas en la década de 1990
La acción de Al morir la matiné transcurre en 1993, lo que deja en evidencia la edad de Maximiliano Contenti, quien, en la película es ese niño que se cuela en la peor función del mundo. Y es una de terror, de alguien que aprendió el género desde la adolescencia y, reconoce, en alguna función de matiné.
“Es un año más terrorífico que la película”, dice Contenti sobre las condiciones en que se estrenó este jueves Al morir la matiné. “Cuando llegó la pandemia, la primera sensación fue de a quién le iba a importar esto. Ahora viendo el contexto y todo lo que pasó al cine, nos dimos cuenta que justo habla de la experiencia de ir al cine y como que conecta mucho con la realidad”.
La película, escrita por Manuel Facal (Relocos y repasados) cuenta una tarde en un cine donde un grupo de espectadores, un acomodador y una proyectorista que quedan a merced de un asesino psicópata de esos que el cine de terror estadonidense acostumbra a crear. Este es uruguayo y tiene la cara de Ricardo Islas, un pionero local del género. La película que están exhibiendo es, precisamente, Frankenstein: Day of the Beast, una de las que Islas filmó en Estados Unidos.
“A mi me gustaba esta cuestión de crear un villano local y aprovechar el peso que tiene Islas con una trayectoria única y que viene armando desde que tiene 17 años, me parecía una interesante para una película tan metacine, le da un dato más a la iconografía de este asesino”. Se lo conoce como “El comeojos” y, la película, “está como contada a través de él como conociéndolo un poquito más”, dice Contenti.
“La idea surgió porque en 2010 filmé un comercial en Cinemateca 18”, cuenta Contenti. “Ahí vi qué buena estaba la sala para una película de terror. Y empecé a carburarla”. A eso se suman los recuerdos personales de Contenti de muchas matinés en el propio cine Opera, que da la fachada exterior y algún interior a la locación.
Al morir la matiné tuvo un rodaje de 24 días en la hoy desaparecida Cinemateca 18 y una semana de filmación nocturna en el propio Ópera, allí en 18 de julio y Magallanes.
“La sala también es un personaje como el hotel de El resplandor”, dice Contenti. “Era una inspiración absoluta”.
La película abreva del giallio (el género de terror italiano) y el slasher, la forma estadounidense y sanguinolienta de sagas como Martes 13 o Pesadilla.
“El giallio nos inspiró desde el comienzo y tomamos como referencia una película que transcurre en un cine, Demonios de Lamberto Bava con guion de Dario Argento”, aclara Contenti. “Y después empecé a buscar más referencias y di con una muy interesante de Bigas Luna, Angustia y no pude creer los paralelismos”. Un poster que se ve en una escena testimonia ese parentesco.
El menú incluye varias muertes sanguinariamente imaginativas y que, seguramente los seguidores del género podrán calificar con mayor conocimiento. Es prohibida para menores de 18 años pero, la verdad, no es para tanto.
Al morir la matiné es el segundo largometraje de género de Contenti quien en 2008 estrenó Muñeco viviente V, que estaba buenísima (se puede ver en YouTube). En el medio co-dirigió con Adrián Barrera Serván el documental Hélices: Revelando una tragedia y la comedia Neptunia.
—Hacer cine de género en Uruguay es difícil. ¿No pensaste en emigrar?
—A mi me gusta hacer este tipo de películas acá y hay una parte de mi que dice que vale la pena hacerlas acá. Pero sé que si quiero hacer películas me conviene expandirme y buscar otros horizontes afuera. Hacer terror es el género internacional, es el más experimental, nadie le tiene miedo a nada.
—¿Cómo son tus expectativas para el estreno en estas condiciones?
—Está pensada para divertirse como quien entra a un tren fantasma. Espero que el público para la que fue hecha, se la apropie, vea el corazón que tiene la película y que vea que es uruguaya. Ojalá encuentre ese público y si no es en las salas que sea en el streaming. Pero que así sea.