OBITUARIO

Carlos Saura, el maestro español que retrató en su cine la realidad y la musica de su tiempo

Considerado uno de los cineastas icónicos de España, iba a recibir un Premio Goya de Honor este sábado. No se precisaron las causas de su muerte.

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Carlos Saura
Carlos Saura en 2017.
Foto: AFP

Fernán Cisnero
"Después de Luis Buñuel, Carlos Saura es el más brillante y aclamado director surgido de España”, escribió Marsha Kinder en la edición de primavera de 1979 del Film Quaterly. Y tenía razón.

Una actualización de esa lista debería sumar a Pedro Almodóvar, quien por entonces era un incipiente creador dentro de los confines de la movida madrileña.

Y aunque su obra más reciente está muy por debajo de las expectativas generadas en el primer tercio de una larguísima carrera, Saura, quien falleció ayer a los 91 años, seguirá integrando ad honorem esa trilogía de maestros ibéricos.

A la altura de aquella nota, enfocada en el componente político de su cine, Saura ya había entregado algunas de sus obras maestras: La Caza (1965); Peppermint Frappé (1967); El Jardín de las delicias (1970); La prima Angélica (1973), Cría Cuervos (1975), Elisa, vida mía (1977) y Mamá cumple 100 años (1979).

A ese corpus canónico habría que agregar Deprisa, deprisa (1980) y Bodas de sangre (1981) y Carmen (1983), que inauguraron todo un ciclo musical en su carrera que incluye títulos desparejos dedicados al flamenco, al fado y al tango, entre otros ritmos.

Su vínculo con Uruguay siempre fue cariñoso y muchos recordarán el furor que causó, en 1984, el estreno de Bodas de sangre en Centrocine, la sala de Cinemateca Uruguay que estaba donde ahora está La Trastienda. Estuvo por acá en 1997.

Su personalidad y su carrera iban a ser homenajeados hoy en la entrega de los premios Goya. La estatuilla ya le había sido entregada en su casa en la sierra de Madrid.

Saura había nacido en Huesca en enero de 1932, y entre 1952 y 1957 estudió cine en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas madrileños de donde se fue por discrepancias política.

Su primer y permanente interés fue la fotografía (solía ir con una cámara a todos lados) y debutó en el largometraje con Los golfos, una crónica neorrealista sobre jóvenes pobres; compitió por la Palma de Oro de Cannes pero perdió con La Dolce Vita en un partido que estaba robado.

En 1966, su tercera película, La caza, le dio el Oso de Plata en Berlín, convirtiéndolo en una de las figuras más prometedoras del cine europeo de aquel tiempo.

La historia de un grupo de cazadores que representan distintos orígenes políticos y sociales y revelan las grietas provocadas por la Guerra Civil española. El cine de Saura tiene un fuerte componente político.

Para disimularlo y evitar los fuertes controles del régimen franquista, apelaba a la alusión, la asociación y la alegoría (el punteo es de la crítica Katherine Singer Kovacs) y el resultado era tirando a críptico. Eso lo puso en sintonía con los movimientos de las nuevas olas: es el primer director moderno español.

Esa etapa se cierra con Cría cuervos, quizás su obra más importante. En ella, Ana Torrent es la niña de ojos enormes que ve un mundo entre onírico y aterrador en el que el pasado y el futuro se combinan para reflejar el estado de bienvenida pero aterrorizante orfandad de los españoles tras la muerte del dictador.

En muchas de esas obras, repetía actores, entre los que estaban Geraldine Chaplin, su pareja y madre de uno de sus hijos. Tuvo otros seis y los consideraba su mayor orgullo.

Aquella sensación de inquietud narrativa y visual fue apaciguándose una vez ido el franquismo. El último largo tramo de su carrera es muchísimo más accesible, lo que no melló la estatura de Saura. En su obra conviven el cine, la fotografía, el cine, la dirección de óperas y la literatura. Admiraba al Renacimiento y se comportaba a la altura de ese estandar.

Hubo na insistencia en los universos musicales incluyendo el folklore argentino (Zonda de 2016) y una película en 3D sobre el flamenco, Flamenco hoy, que presenta un espectáculo que se vio en el Auditorio Adela Reta, en julio de 2014.

En 1990, Ay Carmela! ganó 13 premios Goya. Es una comedia dramática sobre actores que entretienen a los soldados republicanos en la Guerra Civil. Ese conflicto y las heridas que dejó, el rescate de la memoria y el poder de la música son los temas centrales de una obra que incluye medio centenar de películas.

Saura fue reconocido con un premio Bafta por Carmen, otro Oso de Plata berlinés por Peppermint Frapé, dos premios del Jurado en Cannes (por Cría cuervos y La prima Angélica) en Cannes, y el premio especial del jurado en San Sebastián (por Mamá cumple 100 años). Es uno de los españoles más premiados en su arte.

En los servicios de streaming locales hay algo de Saura. En NSNow de Nuevo Siglo y QubitTv está Ay Carmela! y en Amazon Prime Video están Iberia y El rey de todo el mundo que es de 2021. Hay, sí, un catálogo importante en Mubi.

“No he hecho cine para agradar a nadie o para recibir reconocimiento, lo he hecho porque me gustaba, porque a través de él puedo contar las historias que se me ocurren, porque puedo jugar con la música”, dijo en una de sus últimas entrevistas. Y su cine es eso: un canto a la libertad. Era uno de los últimos de su estirpe.

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