Entrevista
La película de los hermanos Ventura, una distopía con apuntes de western y horror, está para ver en cines y tiene un despliegue de producción inédito en el cine nacional
Una aventura distópica, un western posapocalíptico, no son categorías que abunden en el cine uruguayo. Pero Ojos grises —que se puede ver en cines y en Amazon Prime Video— es precisamente ambas cosas. Está firmada por el trío fraternal que conforman el coguionista (con Gonzalo Palermo) y director Santiago Ventura, el fotógrafo Javier Ventura y el productor Matías Ventura. O sea Los hermanos Ventura.
“Se ve más cara de lo que es”, dice Santiago en un mañana calurosa en la cafetería de Dodecá, la escuela de cine de Carrasco, que figura como coproductora de Ojos grises. Y la aclaración es pertinente: su estándar de producción (medido en despliegue de las escenas de acción, por ejemplo) y su aspecto cumplen con las normas de esta clase de productos. Es entretenida y vistosa.
Esa calidad y ese nivel de producción llamaron la atención de HBO, para la que los hermanos Ventura están produciendo una serie con Nicolás Furtado. Son discretos con respecto a ese proyecto pero, como al pasar, mencionan como referencia a Piratas del Caribe porque transcurriría en el Río de la Plata colonial. Prefieren no contar más. Es intrigante.
Ojos grises transcurre en un mundo posapocalíptico (con transformadísimas locaciones nacionales) en el que todo el mundo ve en blanco y negro. Hay una droga que permite distinguir los colores y una niña (Cecilia Milano) que tiene ese don en exclusividad. Hay villanos detrás de ella (Augusto Mazzarelli de cicatriz en la cara, Roberto Suárez con outfit de cowboy) por lo que a la chiquilina la custodian un héroe (el argentino William Prociuk, que da perfecto para el papel) y su escudero (Rafael Soliwoda). También está el actor argentino Germán Palacios en un papel fugaz.
La aventura transcurre en un mundo que combina spaghetti western con las raves de The Matrix. Cumple con todos los requisitos del género.
Entre las referencias, Javier y Santiago Ventura mencionan varias sagas, la de El señor de los anillos, por ejemplo, aunque cuando tienen que nombrar un director favorito ambos coinciden en el griego Theo Angelopoulos, una referencia que habría que ubicar.
—¿Cómo se consigue hacer una de acción acá y que parezca una superproducción?
Javier: La mayoría de las escenas contaban con posproducción que, de alguna manera, te ayuda. Con los efectos agrandamos un poco los escenarios, cambiamos los fondos, le quitamos el techo al Museo Blanes, agregamos montañas. O sea cambiamos la escenografía para hacer que parezca que estamos en distintas locaciones y mucho más espectaculares. A las canteras de La Paz, por ejemplo, le dimos como un toque desértico súper extremo.
—El blanco y negro está muy trabajado, por ejemplo.
Javier: Como no teníamos mucha producción para armar la ciudad toda abandonada, ese blanco y negro del principio ayuda mucho a la textura, a dar esa mugre ese tono abandonado. Con el blanco y negro de repente lo “mentís” un poco mejor.
Santiago: Además Javier trabaja en la previa, en el rodaje y en la posproducción por lo que tiene un control estético del principio al fin. Y con Chester Films y Dodecá que son las dos productoras con las que trabajamos, tenemos un equipo con el que venimos haciendo cosas hace tiempo. Y ese conocimiento acelera mucho el rodaje. Y otra cosa es que, quizás porque vengo del teatro, me gusta ensayar mucho.
—¿Cómo fue rodar una de acción?
Santiago: Estábamos haciendo una escena de riesgo en la que Javier tenía que saltar con la cámara detrás de la niña, y calcularon mal la cuerda atada al arnés, se rompió el equipo y él se lastimó la rodilla. Fue producto de la inexperiencia porque acá no hay tantas películas así.
Javier: El cine uruguayo no está acostumbrado y venís de atrás.
Santiago: Este tipo de escenas desafía también en la actuación, en el arte en el maquillaje: la creación de mundos siempre es un desafío para todos. Es muy hermoso porque ves todo lo que hay para aprender pero también ves las carencias.
—Es muy ambicioso todo. ¿Por eso se metieron a hacerlo?
Santiago: Un actor nos decía que nos metimos a hacer El señor de los anillos uruguayo. Tiene algunas similitudes, las pastillas, los bichos son parecidos a Gollum y siempre nos gustó eso de crear universos. Nos interesaba mostrar cómo construyendo un mundo podés estar hablando de ciertas cosas del nuestro.
—¿Y de qué habla Ojos grises?
Santiago: Esa cuestión de humanidad que perdió la capacidad de ver en colores, como un a especie de distopía de ausencia de proyectos, hacia dónde vamos. Y sobre los efímeros destellos de color que buscamos entre las rutinas.