Ya estamos ahí: el domingo es la ceremonia, la 96, de los Premios al Mérito de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, los Oscar. Y, a pesar de los agoreros del fin del cine y las películas tal como las conocemos, por lo visto siguen siendo culturalmente relevantes.
Las salas que exhiben las nominadas están concurridas y hay quienes organizan pencas. Ayuda que todas las películas estén o hayan estado en salas o en los servicios de streaming.
Por las dudas, la más importante de este ciclo que lleva al Oscar (que es el domingo, lo conduce Jimmy Kimmel y en Uruguay se verá por La Tele y TNT) es Oppenheimerque tiene 13 nominaciones y es favorita en varias. Ello incluye mejor película, director y, probablemente, y con cierta injusticia, mejor actor principal, Cillian Murphy. Tiene justificadas pretensiones en varios rubros técnicos.
Le sigue Pobres criaturas, que es de un griego majareta, Yorgos Lanthimos, con 11; Los asesinos de la luna, el western sobre el capitalismo de Martin Scorsese, con 10; Barbie, la publinota de Greta Gerwig, con ocho, y la arriesgada biopic Maestrode Bradley Cooper con siete.
Como para completar el panorama habría que decir que hay un lote muy interesante (el de las que tienen cinco nominaciones) con American Fiction, Anatomía de una caída, Los que se quedan y Zona de interés.
Como todos los años, porque la industria de Hollywood lo ha mantenido culturalmente relevante, durante la semana repasaremos el camino hasta el Oscar. Empezamos con las actrices.
Grandes papeles.
Hay varios Oscar de las categorías importantes que ya parecen decididos. Sería raro, por ejemplo, que Christopher Nolan y su Oppenheimer, cedan los dos grandes premios de la noche, aunque ya llegaremos a ello a la altura del fin de semana.
Pero la categoría de actriz protagonista, una de las cinco más importantes del palmarés (siendo las otras: película, dirección, guion y protagonista varón), de antemano se ve un poco más disputada. Son grandes actrices en grandes papeles.
Están Lily Gladstone por Los asesinos de la luna, Emma Stone por la del griego majareta; Annette Bening por Nyad; Carey Mulligan por Maestro y la alemana Sandra Hüller por Anatomía de una caída. Son cinco mujeres poderosas.
La última ganadora fue Michelle Yeoh por Todo en todas partes al mismo tiempo, la película de la que todo el mundo estaba hablando hace un año y de la que ya nadie se acuerda, pero esa vez la única rival parecía Cate Blanchett por Tar.
Este año se hizo notar la ausencia de Margot Robbie quien hizo de Barbie con un compromiso que hubiera merecido un premio. Lo que hacen, en todo caso, las cinco nominadas parece un poco más esforzado y rico.
A poco del final, la disputa parecería limitada a dos contendientes.
Por un lado Gladstone, quien ganó el Globo de Oro a actuación dramática y el premio del sindicato de actores. Es la primera actriz de ascendencia nativa americana (es de origen piesnegro y nez percé) en estar nominada. El cheroki Wes Studi, el de Danza con lobos, recibió un Oscar honorífico en 2019.
Y por el otro Stone, quien se le quedó con el BAFTA y se hizo del Globo de Oro de comedia. Es la cuarta nominación como actriz (tiene una como productora de Pobres criaturas) y sería su segundo Oscar, siendo el primero por La La Land, que capaz que fue un poco exagerado. Sus otras nominaciones fueron por Birdman y La favorita.
Las dos actuaciones favoritas del año son tan intensas como distintas.
Gladstone interpreta a Molly, la sufrida heroína/víctima de la épica de Scorsese, Los asesinos de la luna sobre la explotación mafiosa de la nación Ossage, una vez que les apareció petróleo en una tierra que se presumía inservible.
Molly se casa con Ernest Bruckham (Leonardo Di Caprio) quien va por sus petrodólares mandado por el rey del lugar interpretado con los mohínes habituales de Robert De Niro. Parece extraño que toda la familia se esté muriendo y que la propia Molly, el pilar de la historia, se debilite día a día.
Es la primera película de gran porte de Gladstone, quien nació en 1986 y se hizo notar en dos películas de la directora independiente, Kelly Reichardt, principalmente en Certain Women, donde también estaba Kristen Stewart y que le dio el premio a mejor secundaria de un par de asociaciones de críticos.
Ahí ya mostraba una tendencia a la sutileza que, en el caso de Molly, aporta mucho a un personaje lleno de capas. Las trasluce en el pequeño rictus de una sonrisa.
Scorsese sabe cómo hacerla brillar y su presencia es el centro moral de la película. Hay una frescura y un dolor que solo una gran actriz puede desplegar. Es la mitad sufrida de una historia de amor.
Lo de Stone va por otro lado: lo suyo es una actuación física, exagerada, brutal. Se hace notar mucho más, eso también está clarísimo.
En su segunda colaboración con Lanthimos después de La favorita (la tercera, perdón, hay un cortometraje en el medio, Vlihi), en lo que es una las grandes sociedades creativas del cine actual. Una asignación de créditos más justa debería señalar que es una película tanto de Lanthimos como de Stone.
Intepreta a Bella Baxter, la criatura creada por un Victor Frankestein que hace Willem Dafoe. El origen de Bella es raro de explicar (incluye el cerebro de un feto en el cuerpo de su madre, así de raro) pero lo que importa es que ella va creciendo y descubriendo su sexualidad y de paso el mundo y su propia voz.
Stone pasa de niña caprichosa (“la retardada más linda del mundo”, dice un personaje; a Lanthimos le gusta escandalizar un poquito) a mujer. Construye su personaje desde lo corporal, lo que hace aún más evidente una técnica extraordinaria llevada al máximo. Las sutilezas, en todo caso, están más escondidas.
Uno podría destinar algunos de esos superlativos al despliegue físico de Benning como una nadadora sexagenaria y con una meta en Nyad (en Netflix), la rabia y el amor contenido de Carey Mulligan en Maestro (en Netflix) o la frialdad de Hüller (que también está notable en Zona de interés) en Anatomía de una caída. Pero están, por ahora, en la sufrida calidad de sorpresa.