Cuando habla de La sociedad de la nieve, Pablo Vierci hace énfasis en una única imagen: “Esta es una carrera de postas que empezó en el accidente de los Andes y que no tiene final. Con la película de Bayona se la pasa al espectador para que la siga pasando”, asegura.
El escritor, periodista y guionista conoce esta dinámica de primera mano: hace 50 años que está metido en esa carrera. Primero la siguió a la distancia y luego se sumergió hasta el mínimo detalle. Esperó, la escribió y finalmente hizo de puente entre los sobrevivientes de la tragedia y J. A. Bayona, el director español que la convirtió en un fenómeno cinematográfico que crece cada semana.
La historia se remonta a 1973. Nando Parrado recién había llegado de Chile tras 72 días en el Valle de las Lágrimas, y contactó a Vierci para que lo ayudara a contar su epopeya en los Andes. Durante 10 años habían compartido clases en el colegio Stella Maris, y como Pablo era uno de los pocos escritores de su generación, Parrado lo tuvo en cuenta para aquel proyecto.
“En ese momento yo tenía 22 años, y el accidente nos partió la vida al medio a todos. Se cayó un avión con 45 personas y ahí están todos los chicos con los que te criaste y no sabés si están vivos o muertos. Se te parte la vida”, insiste.
Junto a Parrado empezaron a trabajar en el relato, pero aquello quedó trunco luego de que el interés mundial en torno a la antropofagia corriera el foco de la esencia de la historia. Fue entonces cuando el presidente del Old Christians —el club de exalumnos del Stella Maris— le pidió a Vierci que diera un paso al costado. Al año siguiente, el británico Piers Paul Read publicó ¡Viven!, un libro basado en entrevistas con los 16 sobrevivientes, pero faltaban elementos. “Su trabajo fue excelente, pero me quedó la obsesión de que la historia se tenía que contar desde la cercanía. Y éramos pocos los que la conocían; menos los que escribían”.
Tuvo que esperar unos cuantos años para hacerlo. En ese tiempo publicó artículos sobre el tema en los diarios El Día y El País, y le dedicó un capítulo en Ad astra, el libro que escribió en 2005 para conmemorar los 50 años del Stella Maris. En esa misma época, Roberto Canessa y Gustavo Zerbino le propusieron a Gonzalo Arijón, un cineasta uruguayo que estaba trabajando en el documental Vengo de un avión que cayó en las montañas, que le compartiera a Vierci las entrevistas que le había hecho a los sobrevivientes para que el autor sumara las suyas y, así, le diera forma a un libro que tuviera el aporte de los 16 que volvieron de los Andes. “Cuando Gonzalo me contactó, yo no sabía cómo decirle que había esperado 33 años esa llamada”, asegura. “Fue la sinergia perfecta”.
Vierci firmó un contrato con Arijón y los sobrevivientes, y empezó a trabajar en lo que sería La sociedad de la nieve, el libro coral que se publicó por Planeta en 2008 y se convirtió en uno de los grandes best-sellers uruguayos de los últimos años.
La carrera de postas se preparaba para un nuevo relevo.
En 2011, el cineasta español J. A. Bayona estaba trabajando en Lo imposible, una película ambientada en Tailandia durante el tsunami de 2004, y el descubrimiento del libro de Vierci fue crucial. “La sociedad de la nieve es uno de los relatos más impresionantes, inspiradores y reveladores que he leído nunca”, le escribió al uruguayo en un mail que él atesora. “Su historia merece una película que explique el contexto verdadero de la montaña, que transmita el frío, el hambre, que se exprese en el idioma en el que se desarrolló realmente, y que por encima de todo transmita la profunda espiritualidad que nació en su sociedad, que al ser tan profunda es universal”, agregó.
Con Vierci como productor asociado, Bayona empezó, entonces, a trabajar en su versión sobre la tragedia de los Andes. “Empezamos a explorar qué faltaba de esta historia, qué era lo que no estaba contado”, explica el autor. “Y casi que al principio nos dimos cuenta de que la principal puerta que seguía cerrada era que los vivos están vivos gracias a los muertos. La carta que escribió Gustavo ‘Coco’ Nicolich en la montaña lo demuestra: ‘Si llegara el día y yo con mi cuerpo pudiera salvar a alguien, gustoso lo haría’. Es un gesto magnánimo y único”.
Bayona, Vierci y el resto del equipo filmaron 50 horas de entrevistas con los sobrevivientes y los allegados de los muertos, y empezaron a trabajar. El director encabezó una larga disputa para conseguir el presupuesto que requería el proyecto (“los productores europeos decían que, por encima de determinada cifra, si la película se hacía en español era un suicidio”, asegura), mientras se desarrollaba el guion.
Escribieron varias versiones -que él define como “documentos mártires”-, hasta que Bayona llegó a la conclusión de que Numa Turcatti, el último fallecido en la montaña, tenía que encargarse del relato de La sociedad de la nieve. “Era la narración perfecta”, asegura Vierci. “Si lo teníamos a él, podíamos representar a los 45 que viajaron y calar más hondo para hablar de los 72 días en la cornisa entre la vida y la muerte”.
En total, fueron 141 días de rodaje y, salvo en el viaje del equipo a los Andes, Vierci fue parte de todo el proceso. Era el puente entre los implicados y el cineasta. “Cuando estábamos filmando, Bayona me pedía que hiciera un paneo de las uñas o de los labios de los actores para que los sobrevivientes nos dijeran si estaban bien”, relata. “Había mucha confianza de parte de todos porque sabían que no les íbamos a fallar. Pero para eso había que ser muy honesto y prudente. Siempre tuvimos claro que la historia no era nuestra”.
El 1° de setiembre de este año, el equipo presentó La sociedad de la nieve a los sobrevivientes y familiares, y Vierci asegura que ese día fue clave. “No había podido dormir de los nervios porque iba a ser el momento más arriesgado de mi vida porque habían puesto toda su confianza en mí”, relata. “Pero cuando empezó la película, sentí paz; todo fue con respeto”.
La respuesta de los implicados fue “tan deslumbrante” que cuando los ejecutivos de Netflix se enteraron de lo que había sucedido en la sala donde se hizo aquella proyección, se decidieron a “hacer algo más” con La sociedad de la nieve. Por ahora, Vierci no puede adelantar más.
“Deslumbrante” es un buen adjetivo para definir todo lo que ha sucedido desde que la película se proyectó, en setiembre, en el Festival de Venecia. Desde entonces ha pasado de todo: ovaciones, elogios de la crítica, premios, una nominación al Globo de Oro, 13 a los Premios Goya y una carrera por llegar a los Oscar; ya está en la “shortlist” de cuatro categorías, incluyendo mejor película extranjera en representación de España.
Es todo deslumbrante —y eso que aún falta el estreno en Netflix, el 4 de enero—, pero Vierci se lo esperaba. “Es una historia tan grande y hecha de forma tan magnífica, que no me lo imaginaba de otra manera”, asegura. Es más: “como chiste”, dice, lo escribió en una libreta. “Puse que íbamos a estar elegidos por España para el Oscar, y que iba a tener buena repercusión en IMDb y Rotten Tomatoes”.
El resto no lo cuenta para no arruinar su cábala, pero hay algo que tiene claro desde que empezó con esta historia en 1973: esta carrera de postas no tiene final.
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