CRITICA
Es una divertida historia de amor del mismo director de "Mamma Mia!" en la que, sin mucha originalidad, se cuentan los enredos de una pareja despareja
La comedia romántica tiene su edad de oro a comienzos de la década de 1940, cuando aquellas películas con Katharine Hepburn y Cary Grant que definieron una parte del cine clásico americano. Sin embargo, su encanto, cuando la acierta, sigue intacto. Con Pasaje al paraíso esa promesa se cumple a medias.
Julia Roberts y George Clooney son el equivalente de aquellas viejas estrellas y verlos juntos siempre funciona: la química entre las estrellas es un ingrediente imprescindible que ellos aportan a discreción. Y acá se lucen.
Es su primera comedia romántica juntos, aunque ambos han dado algunos buenos ejemplos del género: Un lugar llamado Notting Hill,La boda de mi mejor amigo, Mujer bonita, entre otras del lado de Roberts, con Clooney aportando Un día especial, Un romance peligroso y El amor cuesta caro, otros tres buenos usos de la fórmula.
Pasaje al paraíso, que no es mejor que ninguna de esas, es, sí, entretenida aunque uno tiene derecho a reclamarle un poco más. Quizás sea por la tendencia a la postal más que a la originalidad de Ol Parker, que viene de escribir y dirigir alguna de las dos Mamma mía!, un antecedente que acá se hace notar.
Como es marca del director, la película transcurre en una Bali de fantasía, en el mejor resort del mundo y en medio de una armonía con la naturaleza que se le reclama a los agentes de viaje. Igual que el Meditarráneo de las películas con música de Abba, acá el mundo pone su mejor cara. Estamos en la fantasía de las películas de Hollywood en donde todo funciona, los empleados son compinches y el diseño de producción es de una pulcritud de revista.
Roberts es una filántropa y Clooney, un arquitecto. Estuvieron juntos 19 años (“los peores de mi vida”, piensan los dos) y, por lo visto, no los han podido superar del todo ya que se profesan una tirria de esa del tipo “los que se pelean se quieren”. Entre comentarios mordaces deben aliarse para frenar la boda de su única hija que, de paseo ecién recibida de abogada, conoció al hijo de un cultivador de algas local y van derecho al altar. La familia política vive en la playa y son millonarios por lo visto. Son simpáticos y algo primitivos. La trama no tiene ninguna lógica.
Lo que tiene es una serie de desventuras divertidas entre dos personajes que, indefectiblemente, van derecho a la reconciliación.
Lo mejor está -otro indispensable del género- en los diálogos disparados con velocidad y siempre ocurrentes, entre estos padres desesperados. Tiene un par de escenas divertidas como la de la pelea en el avión con un involuntaria pasajera involucrada. Hay un par más de esas.
Y con eso basta. Son unas vacaciones ajenas (como dejan claro los bloopers de los créditos finales) de las que nos dejan participar y divertirnos. Podría ser mejor, pero la verdad, a quién le va a importar.
Director: Ol Parker. Guion: Ol Parker y Daniel Pipski. Fotografía: Ole Bratt Birkeland. Editor: Peter Lambert. Diseño de producción: Owen Paterson. Con: Julia Roberts, George Clooney, Kaitlyn Dever, Billie Lourd, Maxime Bouttier, Lucas Bravo. Duración: 104 minutos.