ENTREVISTA
La actriz, última ganadora de "MasterChef Celebrity Uruguay", protagoniza la nueva película de terror de Gustavo Hernández, que se estrena este 7 de abril
Su único propósito es, ahora, disfrutar: lo demás, lo que suceda, va a depender del público. Eso dice Paula Silva horas antes del estreno de Virus 32, la película de Gustavo Hernández que protagonizó, que fue rodada en plena pandemia y que le costó demasiado: un trabajo, un estado de angustia permanente y hasta una lesión, de la que prefiere guardarse los detalles.
Virus 32 es la última gran apuesta del director de La casa muda y No dormirás: una historia de terror, maternidad y zombies contada a toda velocidad en el Club Neptuno. Iris, o sea Silva, es la reina rota de un palacio roto. Madre joven, lidia con una herida profunda y con Tata (Pilar García), una hija con la que literalmente no sabe qué hacer. La llevará al trabajo justo el día en que Montevideo caerá ante un virus que convertirá a sus habitantes en una horda de infectados con sed de sangre.
Iris, entre la responsabilidad y la redención, hará lo que pueda para escapar con Tata de la barbarie. Se cruzará con Luis (Daniel Hendler), que está más o menos en la misma y que servirá para despejar dudas y regalar algunas de las mejores escenas de la película.
“El vínculo de Iris y Tata me llegó al corazón enseguida, así como esta mujer que pasó por muchísimas situaciones en la vida y hace lo que puede con el presente de hoy. Eso fue lo que me tocó la fibra”, dice Silva a El País.
Lo demás fue todo compromiso, y una receta hecha de tenacidad, videojuegos, partidos de básquetbol y playlist llenas de canciones perturbadoras. “Porque para vivir un proyecto de esta forma”, asegura, “hay que trascender la pantalla”.
Esa es, parece, la única forma en la que Silva encara desafíos. Así como llegó a MasterChef Uruguay sin saber cocinar, y se entrenó hasta salir del programa como una gandora capaz de sorprender a profesionales con calidad, técnica y sabor, así atravesó Virus 32: con todo.
Pero antes de que apareciera Silva, Gustavo Hernández tuvo a otra Iris y a otro Luis. En marzo de 2020 y con un único día de rodaje a cuestas, el proyecto tuvo que interrumpirse a causa de la pandemia. Cinco meses después, cuando se retomó, el elenco ya era otro y los personajes también, con reescrituras a medida de las nuevas caras.
“Cuando me enteré de que Gustavo iba a hacer esta peli, me dio lastima no estar porque lo veía como un desafío re grande. Y cuando me llegó el casting, que fue medio de un día para el otro, supe que tenía que romper con mi imagen como sea”, explica la actriz. “Porque la Paula que se muestra en redes, en televisión, es otra faceta mía. Y yo quería que me vieran como actriz. Que vieran la esencia”.
Esa Paula, la actriz, se tiñó el pelo de rosado y fue al casting sin maquillaje, con el cabello sin lavar y con una mochila de nervios compartidos. “Estaban Gustavo, Juma (Fodde, el guionista) y el fotógrafo, Fermín (Torres), igual de nerviosos porque tenían que conseguir protagonista cuanto antes. Había una tensión en el lugar y sentí esa presión, hasta que me dejé llevar”.
Entonces vino la incertidumbre, otra llamada, otro casting, muchas promesas y el momento de cumplirlas. No comió chocolate por tres meses y, quizás, eso fue lo de menos.
"Descubrí hasta dónde puedo llegar"
La composición de Iris fue en tiempo récord y el, digamos, entrenamiento, tuvo tres partes. Hubo jornadas maratónicas frente al videojuego Resident Evil y junto a su pareja, el también actor Facundo Santo Remedio, “para vivir el terror en primera persona”. Hubo partidos de básquetbol en el parque, para incorporar esa agilidad y esos reflejos propios de los movimientos defensivos del deporte. Y hubo charlas con su madre, profundas, para entender a fondo el vínculo filial y para aprender, desde ahí, a no juzgar el accionar de Iris.
Y después vino el rodaje, y entonces Silva no tuvo tregua, no pudo bajar la guardia: cada escena la exigió tanto a nivel físico y emocional, que pasó más de cinco semanas de dolor. A sostenerlo la ayudaron, entre otras cosas, todas las listas de canciones que se hizo en Spotify, y en particular el instrumental que suena en la icónica escena del baño en la película Guasón, que protagoniza Joaquin Phoenix.
“Creo que estuve en un estado constante, a lo largo de todo el rodaje, de esta angustia, esta tensión y, en el otro polo, esta resiliencia de mujer que tiene que salir adelante”, cuenta la actriz. “Y el terror tiene una técnica específica. Me acuerdo de que Juma me decía: ‘Si no tenés terror en la toma, la gente no va a tener terror cuando mire la película’. Entonces toma a toma tenía que buscar eso dentro de mí. Y desgasta”.
Silva, que otra vez está filmando en el Club Neptuno, aunque ahora una comedia para TV Ciudad, entró a Virus 32 porque le interesó cómo el guion le daba a Iris una oportunidad de renacer, y al final salió renovada, renacida. “Descubrí una oscuridad adentro que no sabía ni que existía, y fue muy fuerte para mí. Muy fuerte, eh. Descubrí hasta dónde puedo llegar, cuáles son mis límites”, dice. “Iris me enseñó tanto que por eso Virus me trascendió en toda mi fibra. Porque llegué a lugares que no sabía que existían dentro de mi alma”.
—Tu película anterior había sido el thriller En el pozo. ¿Te preocupa quedarte encasillada en el género, en cierta oscuridad?
—Sí. Igual siento que toda mi vida tuve que romper etiquetas, sacarme prejuicios. “Ah, la que arrancó como modelo; dale el papel de linda, dale”. “Ah, la que trabaja en la tele, no debe actuar nada”. Desde que tengo memoria tuve que derribar esos prejuicios. Entonces siento que va a estar esa etiqueta de actriz de género, pero que también la voy a poder romper, si se me da la oportunidad. Porque ya es un modus operandi. Ya sé cómo derribarlo; es un desafío personal.
—Además, el gran público te ha conocido por tu participación en dos realities, Despedida de soltero y MasterChef. O sea que conocieron a la persona y después a tus personajes...
—Y me parece que está bueno eso, poder demostrar que una cosa no quita la otra. Porque en todo lo que he hecho el objetivo final y mi foco fue uno, y la gente lo sabe. Trabajaba en la radio, sí, pero mi prioridad más grande en la vida era ser actriz; yo vine a hacer esto. De hecho cuando me salió lo de Virus, trabajaba en Urbana FM y renuncié a mi único trabajo fijo, en plena pandemia, por mi convicción de que lo mío era por ahí. Pagando un millón de precios, como todo, pero el objetivo final lo tengo muy claro. Siempre.