Sigue en cartelera de cines locales, pero ahora también se la encuentra en el streaming, para alquilar en el servicio NSNow de Nuevo Siglo. Lo nuevo de Tom Hanks, Un veciño gruñón, tiene al carismático actor en una película sobre —como adelanta el título— hombre hostil y de pocos amigos, que poco a poco tiene que abrirle la puerta al entorno que lo rodea, y dejar que este afecte su vida. Es una remake de una película sueca, que a la vez se basa en la novela Un hombre llamado Ove, que fue best seller. Se la presenta como comedia dramática, pero da más de un golpe bajo. Hanks, cuándo no, está muy bien.

Una pareja de supermodelos es invitada a un crucero de lujo para personas millonarias, pero lo que pintaba para paseo ideal se convierte en serio problema cuando todo se sale de control. Mezcla de absurdo, sátira y humor, El triángulo de la tristeza, con la garantía de haber ganado en Cannes y con el sello del reputado Ruben Östlund (The Square), es la nominada al Oscar a mejor película que más ha dividido aguas en lo que a opiniones compete. Su llegada al streaming de la mano de Prime Video, mientras sigue en salas locales, es un impulso más a verla.

Antes, mucho antes de las fases y fases del Universo Cinematográfico de Marvel, del despliegue de efectos visuales y el potencial de recaudar más de mil millones de dólares, hubo otra cosa. Hubo, por ejemplo, una película de Hulk que acaba de llevar a Netflix y apela a la nostalgia y a recordarnos cómo se hacía este cine hace poco más de 40 años. En El hombre increíble (1977) están Bill Bixby como el doctor Banner, que en una investigación obsesiva tiene un accidente con radiación que da origen a Hulk, esa materialización musculosa y verde de la furia interna. Es toda una experiencia volver a verla.