Redacción El País
No está nominado al Oscar, pero bien podría: en el luncheon de la semana pasada, el almuerzo al que van nominados y allegados de los proyectos en competencia, fue uno de los atractivos centrales tanto en la alfombra roja como entre las grandes celebridades.

Emma Stone o Ryan Gosling, quienes sí van por los premios en las categorías de actuación, se mostraron deslumbrados por su talento y carisma y, probablemente, por una belleza indiscutible. Pero hasta hace algunos meses, la vida de Messi era más de frustración que de glamoures.

Messi es un perro, una frase que suena a un cuento de Hernán Casciari. Es un border collie de ojos claros y es uno de los protagonistas de Anatomía de una caída, la francesa que compite para mejor película y que viene de ganar la Palma de Oro en Cannes, lo que la convirtió en una de las parteaguas de la temporada de premios.

(Messi, encima, es francés. Asunto paradójico teniendo en cuenta la historia de la final del último Mundial)

Dirigida por Justine Triet, Anatomía de una caída es el retrato de un juicio y el desmoronamiento de una pareja. Una escritora (la formidable actriz Sandra Huller) queda en la mira tras la misteriosa muerte de su marido, que parece haber caído de una ventana en una casa en el medio de la nada. Se la acusa de homicidio, pero el fantasma de un suicidio está en la vuelta en un relato que completan un hijo con baja visión (Milo Machado Graner, también impecable) y el perro, Snoop. Hay quienes dicen que es el único inocente en toda esta historia.

Es, además, un actor bueno.

Foto: Difusión

Tiene siete años y en Anatomía de una caída —que sigue en cartel en cines— se lo ve al borde de la muerte, en una escena compleja que es puro mérito propio y de su entrenadora y dueña, Laura Martin Contini, que en una revista reciente a IndieWire le reveló que, antes de este proyecto, habían ido a muchos castings y la respuesta siempre era negativa.

Messi estaba frustrado, pero Anatomía lo cambió. En Cannes le dieron el premio Palm Dog del festival.

Para la película, Contini dijo a IndieWire que entrenaron obsesivamente durante dos meses. “Tenía que suceder por pasos. Primero, el simple hecho de acostarse y tener la cabeza algo inmóvil. Comencé allí y luego trabajamos en levantar la cabeza y dejarla caer hacia atrás sin resistencia", detalló sobre su proceso. En el rodaje, el problema fue trabajar con la extrema velocidad de la raza border collie, y una sensible escena final fue producto de la improvisación.

La entrenadora declaró en la entrevista reciente que su perro era algo así como un "artista incomprendido", ya que llegaba a las instancias finales de los castings, pero no lo fichaban por "su mirada bastante particular". Contini asegura que con Anatomía de una caída, Messi "tuvo una oportunidad y lo dio todo”.

En el almuerzo de los Oscar, todos quisieron saludarlo, de America Ferrera a Billie Eilish, pasando por Kyle Buchanan, el periodista de The New York Times que luego de verlo escribió: "Al navegar por la escena de Hollywood por primera vez, Messi manejó la sala como un profesional, aceptando cortésmente los abrazos de cualquiera que pasara. A pesar de que llevaba una pajarita azul y nada más (un look de premios que incluso Timothée Chalamet encontraría demasiado intimidante), Messi demostró comportarse bien, al menos hasta que Contini ofreció un hueso de juguete adornado con el logo de Beverly Hilton. Messi, que había estado escaneando la habitación en busca de más personas que lo acariciaran, de repente se fijó en ese hueso de juguete con un enfoque láser. Fue como si le hubiera ofrecido una nominación a mejor director frente a Bradley Cooper, y todo el resto del ruido en la sala se apagó cuando me ordenó que jugara a buscarlo con él. '¿Estas seguro?', pregunté. El maldito perro asintió".

Es que la historia de vida de Messi ha cambiado y, a lo mejor, su carrera recién comienza. "Ahora recibe llamadas", le dijo su entrenadora a IndieWire. "Ahora es una estrella".