Crítica
"El justiciero 2" con Denzel Washington a las trompadas contra los malos.
Hay quienes confunden a Antoine Fuqua con un buen director. Eso debe ser por Día de entrenamiento, su película de 2001 que era llamativa, cierto, pero más por la suma de sus partes que por el pulso de un director. Lo que la hizo un “clásico”, en todo caso, era Denzel Washington como villano acompañado por un Ethan Hawke con todo el aspecto angelical de un policía bueno. O el guión de David Ayers (que también escribiría una película similar aunque mejor, En la mira) que presentaba personajes interesantes y el escenario siempre atractivo de una Los Angeles barriobajera. Y también está la fotografía de Mauro Fiore, quien terminaría ganando el Oscar de su rubro por Avatar en 2009.
A un paquete así, Fuqua, es justo reconocerlo, le aportaba un ritmo novedoso aunque en la conocida tradición de los directores publicistas y videocliperos, surgida a mediados de la década de 1970 con los hermanos Ridley y Tony Scott y continuada por David Fincher en Seven. Fuqua, que justo empezó dirigiendo videoclips, está muy lejos de ellos. Sus películas son, eso sí, vistosas y entretenidas, su principal objetivo.
El justiciero 2 es su nueva película con Washington, a quien también dirigió en un western más explícito como fue la remake de Siete hombres y un destino. Aunque se venda como un vigilante, Robert McCall, su personaje en esta su primera saga es otro villano surgido de la asociación entre el actor y Fuqua.
Lo había dejado claro en El justiciero cuando en pleno raid contra la mafia rusa, demostró una capacidad de matar en variantes que, seamos sinceros, solo pueden existir en la mente de un guionista o de un sádico. Es cierto que lo hacía en nombre de una causa que él decidía justa (entonces era vengar a una prostituta jovencísima interpretada por Chloe Grace Moretz) y con métodos de pelea, aunque aplicados con puntería milimétrica, son un arma de destrucción masiva.
En todo caso, la saga es otro ejemplo de cierta tendencia a la justicia por mano propia o la necesidad que alguien vele por nosotros que, por ejemplo, estaba también en la remake de El vengador anónimo con Bruce Willis. En El justiciero 2, cerca del final, el fascinado comic de un adolescente sobre un superhéroe inspirado en McCall, deja claro que en situaciones como las actuales, acá se está más cerca de necesitar héroes terrenales que a los de Marvel.
Ya dedicado a ese negocio (sin fines de lucro) de la justicia por mano propia, El justiciero 2 encuentra a Washington en el mejor lugar para encontrar damiselas en apuros: maneja un Lyft, un servicio de transporte, del que la película es como un aviso. Se merece las cinco estrellas en cada viaje, porque es servicial, silencioso y vengativo: masacra a una serie de nenes ricos que le dejaron a una mujer golpeada en el auto.
El centro de la historia, además de ayudar de salir de la calle a un vecino bueno pero débil (interpretado por Ashton Sanders, el de Luz de luna), es esclarecer y vengar la muerte de su amiga de la CIA (Melissa Leo), que quedó en medio de una conspiración internacional que no se entiende mucho. Atravesando una serie de escenas que se regodean un poco de más con la violencia y saliendo de los límites de Boston (la película empieza en Turquía) se llega hasta el duelo final en medio de una tormenta que es lo más cercano a una escena recordable (aunque disparatadísima) y para la que Fuqua recurre a Kurosawa y Leone y consigue un gran momento.
Título original: The Equalizer 2. Dirigida por Antoine Fuqua. Escrita por Richard Wenk sobre la serie de televisión creada por Michael Sloan y Richard Lindheim. Con Denzel Washington, Pedro Pascal, Ashton Sanders, Melissa Leo.
El resto es rutinario con un guión (de Richard Wenk, un especialista en el género) encargado de encontrar las excusas que obliguen a agarrarse a las piñas y eso lo lleva a subtramas intrascendentes.
Pero acá lo que hay para ver es a Denzel Washington —ganador de dos Oscar, sexagenario, uno de los grandes actores de su generación— haciendo añicos a quien se le cruce mal aspectado. Si esa es la droga que se anda buscando, acá hay como para la sobredosis.