Tom Hanks y Robin Wright hablan de la película que los vuelve a reunir 30 años después de "Forrest Gump"

Este jueves se estrena en cines uruguayos, "Aquí", la nueva película de Robert Zemeckis en la que los actores interpretan a versiones rejuvenecidas por computadora de sí mismos.

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Tom Hanks y Robin Wright rejuvencidos en "Aquí"

Melena Ryzik, The New York Times
No es exactamente una secuela de Forrest Gump, pero Aquí —la película que se estrena este jueves en Uruguay— reúne a las estrellas Tom Hanks y Robin Wright, y a los cineastas (el director Robert Zemeckis, el guionista Eric Roth, el compositor Alan Silvestri) de la ganadora del Oscar en 1994. Al igual que la película anterior, esta también viaja a través de décadas, con una perspectiva inaudita.

Aquí está filmada casi en su totalidad desde una toma fija, con una cámara ubicada en lo que se convierte en la sala de estar de una casa centenaria de Nueva Inglaterra. No hay cortes ni primeros planos tradicionales; no hay montajes ni transiciones de gran angular. Es un experimento de formalismo cinematográfico, inspirado en la ambiciosa novela gráfica de 2014 de Richard McGuire. Aunque la historia comienza con los dinosaurios y viaja hasta el presente con diferentes personajes, se centra principalmente en la pareja de baby boomers de Hanks y Wright, Richard y Margaret, cuyas vidas son, por turnos, mundanas e históricas en ese único entorno. Los muebles y los estilos cambian y, con la ayuda de la inteligencia artificial, las estrellas también fueron rejuvenecidas digitalmente.“Realmente se trata de: ¿Por qué recordamos los momentos que recordamos?”, dijo Wright.

Las primeras críticas han sido variadas, y algunos comentarista se han mostrado reacios a la idea visual y al rejuvenecimiento de la película. Wright, de 58 años, no está de acuerdo con eso. “Es tan simple, hermosa, real y humana”, dijo. “Todos hemos experimentado algo en esta película”.

Hanks, de 68 años, se preguntó por qué el cinismo se ha convertido, como él dijo, en “la norma”.

—La película se hizo realidad porque usted y Robert Zemeckis estaban hablando de lo que quedaba por hacer en el mundo del cine. ¿Es así?

Hanks: Es una buena forma de decirlo. Bob y yo hablamos todo el tiempo, como viejos veteranos de guerra, sobre las distintas campañas en las que hemos participado y sobre la vida en general. Me cautivó una película, Cazadores de trufas, porque, en primer lugar, me encantan los documentales. Y además la idea de los ancianos y los perros, y de entender toda la economía de las trufas en general, es bastante fascinante. Gran parte de esa película se rodó en formato de cuadro cerrado. Y había algo en la duración de las escenas y, sin embargo, lo estimulantes que eran, que se me quedó grabado en la cabeza. Le dije: “me pregunto cuánto de eso se podría hacer en un largometraje”. Y él literalmente me dijo: “Es curioso que me lo preguntes”, y me mostró la novela gráfica.

Wright: Inmediatamente lo armé visualmente: esos paneles, esos recortes de otro mueble en esa página, me llevarían a lo que será la próxima era. Pensé: “Adelante, Bob. Si alguien puede hacerlo, tú también puedes”.

Hanks: En realidad, hablábamos del tema de la impermanencia y la presencia, y de cómo se pueden contar historias sobre personas que vivieron hace miles o cientos de años, o hace 80 años, y que no se dieron cuenta de que vivían en el pasado. No conozco muchas películas que se hayan hecho sobre ese tema. Pero Bob siempre tiene esta otra exigencia cinematográfica de sí mismo, de hacerlo de alguna forma que nadie se ha molestado en hacer o soñar. Por eso es que seguiría a Bob al infierno si tiene una idea.

—¿Cómo recalibraron su estilo de actuación para esto?

Hanks: Hicimos un taller de una semana en el salón de baile de un hotel en Los Ángeles. Colocamos un iPhone y teníamos aproximaciones del set. Tuvimos que resolver las partes técnicas, ya sabes, entrar en nuestros propios primeros planos y estar en nuestras propias tomas dobles. Los ejecutivos del estudio siempre decían: “¿Estás seguro de que esto va a funcionar? Esto nunca se ha hecho antes”. Bueno, ¿con quién diablos crees que estás hablando? Bob Zemeckis solo hace películas que nunca se han hecho.

Wright: En el set, pensaban “No sé si va a funcionar. Vamos a por ello”. Y cada escena, a veces la hacíamos bien en tres o cinco tomas y otras, teníamos que hacerla 45 veces. La repetíamos una y otra vez. Ensayamos y nos pusimos todos en sincronía: entrabas en tu propio primer plano, pero aún veíamos al otro personaje en el fondo. Fue divertido.

—Su profesión puede ser dura para las personas a medida que envejecen. ¿Trabajar en una película en la que ven tanto a su yo más joven como a una versión más vieja de su personaje ayudó a ponerlo de relieve?

Hanks: Me pasa cada vez que paso por delante de la heladera: todas esas fotos de hace 30 o 40 años. Sé que ya no tengo ese aspecto y me siento cómodo con eso.

—¿Les preocupaba que los momentos emotivos pudieran verse eclipsados, para el público, por la audacia técnica, el rejuvenecimiento y todo eso?

Wright: No pensé en nada de eso. Solo quería estar en sintonía con la visión de Bob y Eric Roth. Ya sabes, sentados alrededor de esa mesa en Los Ángeles, hablando realmente sobre el arco completo de estas personas y la vida que pasaron juntos. Ese es el tema de esta película: ¿Qué es lo que más aprecias de estos momentos de tu vida y por qué?

Hanks: Los aspectos técnicos han estado presentes en todas las películas que he hecho con Bob. En Forrest Gump, dijeron, ¿no es un poco espeluznante que puedas estar en la misma habitación que John F. Kennedy? ¿No es eso diabólico? Y recuerdo que Bob dijo: “¿Quieres decir que podríamos mentir en la película? Bueno, ¿adivina qué? Podemos”. Con Náufrago, no hubo banda sonora para gran parte de la película. Y algunas personas dijeron: ¿Cómo te sales con la tuya? Dicen todo tipo de cosas: ¿Las películas volverán a ser lo mismo gracias a esto? Y la respuesta es sí, porque en la sensibilidad y supongo que en algunos sentidos en la moral del cineasta, es evidente cuál es el producto final.

—¿Es Forrest Gump un proyecto, o una era de la realización cinematográfica —o de la asistencia al cine— por la que se sienten sentimentales?

Wright: Es una película por la que siempre sentiré sentimentalismo y no solo porque es una gran película. Trabajar con estos chicos fue una experiencia muy sentimental porque fue una experiencia genial.

Hanks: Es una amalgama extraordinaria que se sostiene por sí sola y nunca tiene que repetirse. Y gracias a Dios nunca nos molestamos en intentar hacer otra. ¿Por qué poner un sombrero sobre un sombrero?

—¿La gente les cita Gump?

Wright: Constantemente.

Hanks: Todo el tiempo. Me dicen “Corre Forrest, corre” todo el tiempo. (Con la voz de Forrest) “Mamá siempre me decía”…

Wright: (Con la voz de Forrest) “...La vida es una caja de bombones”.

—Hay diferentes opiniones sobre Jenny, el personaje de Robin, incluyendo que fue castigada por sus decisiones, que reflejaban las de muchas mujeres jóvenes en una generación que tuvo libertad social y económica. Elige una vida libre y muere. Existe la sensación de que es un papel antifeminista. ¿Qué opina?

Wright: ¡No! No se trata de eso. La gente ha dicho que es el Voldemort de Forrest. Yo no elegiría esa referencia, pero era un poco egoísta. No creo que sea un castigo que contraiga SIDA. Era muy promiscua, ese fue el egoísmo que le hizo a Forrest. Él estaba enamorado de desde el primer día. Y ella era una chica voluble, tomó cocaína y se acostó con un Pantera Negra. Y luego enferma y le dice: “Este es tu hijo, pero me estoy muriendo”. Y él la lleva consigo: “Te cuidaré en la casa de mamá”. Es la historia de amor más dulce.

—Aquí y Forrest Gump tienen algunas de las mismas corrientes subyacentes: cambios sociales, culturales y económicos. ¿Qué es lo que les importa cuando cuentan historias con ese tipo de alcance?

Hanks: No puedo hacer nada a menos que piense que es absolutamente fascinante. Tengo que sentir que me estoy inscribiendo en la mejor clase de licenciatura en una materia, y nuestro plan de estudio es hacer una película sobre ella.

—Cuando están en proyectos que abarcan este recorrido histórico, ¿cambia su propia percepción del tiempo?

Wright: Con Aquí siento que estamos hablando de quiénes somos todos.

Hanks: Bueno, no por el trabajo que he hecho, sino por la cantidad de cumpleaños que he tenido. Tengo 68 años y debo decir que veo el tiempo de manera diferente. Solía pensar que e. día tenía 36 horas y ahora estoy convencido de que solo tiene 18. Supongo que soy consciente de que estoy en el último tramo, de que el tiempo es algo muy, muy finito y desperdiciarlo es un pecado. Así que reflexiono sobre todo lo que hago desde la perspectiva de cuántos minutos me quedan. ¡No es algo morboso! Creo que me estoy liberando por el hecho de que todo esto está en mi poder. ¿De cuánta alegría, compasión y empatía voy a ser parte y poder compartirla al mismo tiempo? ¡Manos a la obra! ¡Vamos!

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