Redacción El País
Reconocido por su talento y carisma en la pantalla, y actualmente en cines locales con la película La otra cara de la Luna, el actor Woody Harrelson ha construido una carrera notable en Hollywood, aunque eclipsada por la turbulenta historia de su padre, Charles Harrelson, que fue condenado a dos cadenas perpetuas por matar al juez de la nación John Wood. Un narcotraficante le pagó 250.000 dólares para que cometiera el crimen en 1979 y no era la primera vez que Charles trabajaba como sicario.

El hoy artista de 63 años se crio lejos de la figura paterna debido a ese prontuario criminal, y no fue gratis: Woody fue expulsado del jardín de infantes, le diagnosticaron hiperactividad, robaba en la escuela y fue detenido en más de una ocasión.

A pesar de todo, brilló en la industria audiovisual. Entre sus conquistas figura su papel de Woody Boyd en la exitosa serie Cheers, que le valió fama mundial y un Emmy, y la película El escándalo de Larry Flint. Con eso se consagró: la prensa lo aclamó y recibió una nominación al Oscar.

A pesar de los premios y la fama, nunca dejó de cargar con la mochila de su progenitor. En 1988 confesó a la revista People que no veía a Charles como un padre y que no había participado en su educación, aunque matizó su declaración al afirmar que era una de las personas más cultas y encantadoras que conocía, y que evaluaba si merecía su lealtad o no.

Quizás haya consultado con la almohada, pero los hechos demuestran que optó por serle leal. En el último estadio de Charles en prisión, Woody lo visitó con frecuencia (una vez por año) e invirtió millones de dólares en abogados con el único objetivo de sacarlo en libertad, aunque sin suerte: Charles falleció entre rejas, el 15 de marzo de 2007, a los 69 años, a causa de un ataque al corazón.

Casualidad o no, a dos meses de esa gran pérdida, Woody Harrelson actuó en Sin lugar para los débiles, que alude a un juez asesinado en San Antonio y es clara referencia al caso John Wood, que pasó a la historia por haber sido el primer asesinato en Estados Unidos de un juez federal en ejercicio de sus funciones.

Entre sus múltiples excentricidades (solo come alimentos crudos, no usa ropa sintética, lava con productos especiales) figura que podría ser hermano de Matthew McConaughey.Ambos actores compartieron elenco en True Detective y el protagonista de Cómo perder un hombre en 10 días sorprendió al revelar que su madre le confesó que conoció al padre de Woody en su juventud.

Foto: Difusión.

“En Grecia, hace unos años, estábamos sentados hablando de lo unidos que somos y de nuestras familias. Mi mamá estaba presente, y expresó: ‘Woody, conocí a tu papá’. Todos nos dimos cuenta de los puntos suspensivos que dejó mi mamá después de ‘conocí’. Era un ‘conocimiento’ cargado”, expresó en el podcast Let’s Talk Off Camera. Y dejó boquiabierto a un pueblo.

Es el mayor de tres hermanos y nació el 23 de junio de 1961 bajo el nombre de Woodrow Tracy. Su madre, Diana Lou Oswald, era secretaria, religiosa y cantaba en el coro de la iglesia.

Su padre se probó como marino aunque nunca se caracterizó por la afinidad a las ocho horas: fue desde vendedor de enciclopedias a sicario, y en el medio incluso se probó como actor con roles pequeños. También apostaba y consumía cocaína. En 1968 fue acusado de asesinar a un vendedor de alfombras, pero quedó libre por falta de pruebas. Enseguida volvió a caer por otro crimen que le valió cinco años tras las rejas.

La infancia de Woody quedó marcada por los conflictos familiares, la cárcel de su padre, y por ende, la lejanía.

Solo, ermitaño y freak: así lo percibían desde pequeño. Lo echaron de la guardería por mala conducta y de primero de escuela por robar un bolso. Enseguida le diagnosticaron dislexia e hiperactividad, y su madre resolvió enviarlo a un centro educativo para niños con problemas de aprendizaje.

Foto: La Nación

Aunque Diane no se dedicaba a defenestrar a su ex delante de sus hijos, los vecinos se referían a Charles como un asesino, y Woody tardó poco en descubrir la verdad. Con 12 años escuchó en la radio que se hablaba de un tal Charles Harrelson y su juicio por asesinato, ató cabos rápido y pensó: "Nno puede existir otro con el mismo nombre". Le preguntó a su madre y terminó por confirmar que se trataba de él, contó a The Guardian.

Su rebeldía era con causa y lo arrestaron en tres ocasiones. En 1983 lo detuvieron por bailar en medio de la calle, luego de darle una piña a un policía. Un par de años después, terminó en un calabozo por escalar con otros manifestantes el puente Golden Gate de San Francisco, para proteger un bosque de secuoyas canadienses en California.

Embanderado en la causa del cannabis, marchó preso en junio de 1996 tras sembrar simbólicamente cuatro semillas de cáñamo en Kentucky, un acto para destacar las diferencias entre el cáñamo industrial y la marihuana.

Su madre no tuvo otra opción que hacerse cargo de la casa y la alimentación de sus hijos sola. Pero cuando los niños empezaron a crecer, fue momento de colaborar con la olla. En ese lapso, Woody tuvo varios empleos (su preferido fue tallador de madera), aunque siempre le tiró el arte. Para despuntar el vicio se inscribió en la Universidad de Hannover, donde se licenció en Inglés y Artes Escénicas.

Se instaló en Nueva York decidido a hacer de la actuación su medio de vida, pero la suerte no lo acompañó en una primera etapa. Un año y 17 trabajos después, cuando estaba a punto de tirar la toalla, apareció la oportunidad de una suplencia en Blues de Biloxi, película de Neil Simon. Luego surgió un pequeño rol en Wildcats, junto a Goldie Hawn en 1968.

Hasta que audicionó para ser Woody Boys, el nuevo barman del bar donde transcurría Cheers: el actor de esa sitcom había muerto, era urgente el reemplazo y se quedó con el rol. Ese mozo gracioso que interpretó durante seis años resultó ser la oportunidad de su vida: ganó un Emmy, fue nominado otras cuatro veces y llegó a millones de hogares en el mundo.

Disfrutaba de las mieles del éxito, aunque sin dejar de sentir temor por quedar encasillado en el rol del mozo. Así lo confesó en una nota: “Durante todos los años que estuve en Cheers no podía encontrar otro trabajo. Entonces no me quedaba más remedio que resignarme a pensar que mi carrera había llegado hasta ahí. En 1991 pude participar en Doctor Hollywood, y al año siguiente en Los blancos no saben saltar. Afortunadamente pude hacer una transición, aunque durante mucho tiempo pensé que todo se iba a terminar".

Jugó en ligas mayores cuando se sumó al elenco de Propuesta indecente, de la mano de dos estrellas como Robert Redford y Demi Moore. Filmó Asesinos por naturaleza con Oliver Stone, y trepó a lo máximo de su carrera con el protagónico El escándalo de Larry Flynt, por el que obtuvo una candidatura al Oscar. Detrás vinieron dos títulos importantes: Bienvenido a Sarajevo y La delgada línea roja. Y así logró consolidarse como uno de los actores más versátiles y respetados de la industria cinematográfica.

La clave del éxito, aseguró, es creer en sí mismo y no rendirse ante el primer tropiezo: “En este negocio muchos desean ser famosos, pero para lograrlo hay que enganchar a la gente con buenas historias. Si no se logra a la primera, hay que perseverar. Todos acabamos encontrando nuestro lugar”.

Foto: Paramount Pictures/Getty Images

Se autodefinió como "mujeriego en serie" y confesó haber tenido relaciones sexuales con tres mujeres al día. Entre sus romances más notorios se destacan Carol Kane, Ally Sheedy, Moon Zappa, Penelope Ann Miller, Brooke Shields y Glenn Close.

Reveló haber sufrido en el set de Propuesta indecente ya que era amigo de Bruce Willis y le costaba controlar su instinto carnal en las escenas que compartió con su esposa y protagonista del film, la actriz Demi Moore.

“Fueron muy exigentes e intensas. El director quería mucha acción. Y esas escenas son de mucha carne. Al fin y al cabo estamos desnudos. No sé si Demi se excitó, pero yo…”, expresó sin pelos en la lengua.

Llegó a decir que era un soltero militante y era tal su fobia al compromiso que después de tres horas ya se sentía atrapado en un vínculo. Hasta que en 2008 alucinó con Laura Louie: lo llevó al altar, y estuvieron juntos dos décadas. Con esta empresaria de comida orgánica tuvo a Denni, Zoe y Makani.

También es crudívoro, es decir que solo come alimentos crudos y no animales. Una casualidad que data de sus 24 años lo llevó por esa dieta: "Tenía un montón de acné, conocí a una chica que me dijo que dejara los productos lácteos y todos los síntomas se irían tres días después. ¡Estaba en lo cierto!", contó.

Es un ecologista empedernido: no usa ropa sintética, ni productos de limpieza normales, tiene un auto eléctrico, fue dueño de un bar de oxígeno en California y armó un ómnibus sostenible llamado "La nave nodriza". Hoy reside en Hawaii, milita activamente en la legalización de la marihuana y tramitó un permiso para poder vender cannabis.

“En este país deberíamos tener el derecho de hacer lo que quisiéramos, en la medida que eso no signifique dañar a un tercero. Setenta y dos millones de personas fumaron marihuana en nuestro país, y ninguno de ellos debería ser tratado como un criminal”, expresó en una entrevista.