Sola, aislada, con una discapacidad física y a merced de un marido violento, Agustina, una artista plástica confinada a una silla de ruedas tiene miedo. Y es la candidata ideal para protagonizar una película de suspenso.

Agustina, interpretada por Nuria Fló, es el centro de Una luz afuera, una película uruguaya de género que entró en su segunda semana en cartel. Es la ópera prima en el largometraje de José Luis Elizalde y guarda unos cuantos sustos.

“Es muy difícil hacer películas de género en Uruguay”, le dice Elizalde a El País. “Por ejemplo cuando uno busca un apoyo financiero y lo que se tiende a apoyar es el drama. Nos está costando salir un poco de esa zona del drama que tenemos instalado y abrir la cancha. En parte el público se ha alejado un poco del cine uruguayo porque las historias que ve a veces son tan nuestras que funcionan mejor afuera que acá”.

A partir de eso, dice el director (que coescribió el guion con Andrés Nicolón) se planteó explorar la posibilidad de hacer algo que alcance a un público “que quizá no se siente identificado con las temáticas del cine uruguayo y eso fue una parte importante cuando empezamos a pensarla”.

El proceso que llevó a Una luz afuera a estrenarse en el circuito comercial nacional empezó con el rodaje (en San José de Mayo y hay una escena algo escalofriante en la capilla de Soca) en setiembre de 2018 que siguió en 2019 y la idea de tener todo pronto para entonces. Pero apareció la pandemia y atrasó el proyecto un año y medio.

La etapa de distribución, dice, también fue un desafío porque “teníamos un elenco que si bien es conocido en el ámbito del teatro, para lo que es el cine prácticamente aún la gente no los tiene registrados y eso es un tema en el cine. Y por supuesto aunque había hecho cortos, nada tuvo una repercusión para que me conocieran”. La produce Gardeliam y la distribuye Movie Films.

Además de Nuria Flo (a quien en cine se la vio, siendo niña, en Mr. Kaplan de Alvaro Brechner y estuvo en Porno para principiantes de Carlos Ameglio), en el elenco están Miguel Montedónico y Rafael Beltrán (En el pozo)

Se estrenó en el último Festival Internacional de Punta del Este en febrero. “Lo interesante ahí fue ver la recepción del público directamente y que provocó una charla muy enriquecedora: se nos acercó gente a decirnos que se sintió identificada con la historia””, dice Elizalde, quien se declara un seguidor del suspenso y ser “muy de Hitchcock”. La silla de ruedas en que se mueve Agustina puede recordarle a algunos al James Stewart de La ventana indiscreta. También le gusta mucho, confiesa, el terror psicológico. Esas dos influencias están en Una luz afuera.

-La película habla de violencia contra la mujer, ¿cuánta de esa lectura estaba en el proyecto cuando nació?

-Fue apareciendo a medida que también empezamos a ver con qué recursos contábamos. Queríamos hacer algo centrado en la pareja y ahí fue surgió el tema violencia de género y encontrarnos con que las mujeres que padecen una minusvalía también se sienten más aisladas y son más incapaces de denunciar el abuso. Quisimos enfocarnos en un caso que obviamente es ficticio, pero toca todas esas vulnerabilidades que tiene la mujer frente a situaciones de violencia de género. A partir de eso que tenga algo psicológico y sociológico, empezar a desarrollar el misterio y el suspenso.

-Una decisión fue ambientarla en la década de 1980. ¿Por qué?

-La idea de ubicarla en los 80 surgió por un tema de que queríamos reforzar ese aislamiento que podía tener, entonces, la mujer en el medio rural. Pero también nos gustó esa idea de trasladarla a otra época y ahí donde grabamos había un montón de elementos de esos años. Somos todos de esa época, además.