CARLOS REYES
Desde hoy al sábado Montevideo recibe al famoso artista plástico británico Julian Beever, quien a lo largo de esta semana realizará en la entrada del Punta Carretas Shopping uno de sus magníficos trabajos de arte callejero.
Las pinturas en tiza sobre las calles o veredas estuvieron muy en boga en las capitales europeas, donde era común ver un dibujo sobre Jesús o algún héroe popular, desde los nacidos en los cómics hasta los viejos líderes políticos. Sin embargo, el arte de Beever, pese a que parte de la misma técnica, se ubica lejos de aquellas pinturas sencillas sobre las que los turistas tiraban monedas.
Genio del dibujo, este maestro de la tiza se convirtió en un artista muy conocido a través de sus asombrosas pinturas realizadas con una perspectiva que da la impresión de tridimensionalidad. Sus obras en el piso, como también sus murales, ha recorrido el mundo entero, integrándose a las calles de españoles, franceses, australianos, holandeses, alemanes y norteamericanos, entre otras, sumándose desde hoy Uruguay a la lista de sus lugares de trabajo.
Beever comenzó dos décadas atrás, realizando sus pinturas de modo bastante tradicional. Pero una vez, trabajando en Bruselas, iba caminando cuando quedó impresionado ante el efecto de una calle a la que le habían levantado los adoquines. Fue así que notó el poder visual de un pozo callejero. El desafío era reproducirlo en dos dimensiones, copiando los efectos de la luz y la perspectiva.
Por ese camino empezaron a surgir sus grandes obras: un sapo gigante, un pescador sacando un pescado del agua, una foca asomando la cabeza entre las piedras.
No había demorado en captar que si se podía dibujar un pozo, también se podía pintar una montaña. Jugando con lo que está por encima de la superficie, y lo que está por debajo, logró sus creaciones más complejas: dos superhéroes rescatando a un suicida, una mujer bañándose en una piscina, con una pierna fuera del agua, o simplemente una cascada con animales y plantas exóticas.
El agua y sus efectos es uno de los desafíos que más atrapa a este pintor, quien demora unos tres días en pintar una superficie de unos diez metros cuadrados.
Beever considera que sus pinturas van más allá del grafiti, puesto que lo que él hace es más elaborado. No obstante, acostumbra afirmar: "Mi arte es para cualquiera, es para las personas que no irían a una galería de arte. Porque el arte no debería estar guardado en las galerías, las bibliotecas y los libros. El arte es para cualquiera, y no solamente para los técnicos, los historiadores o los expertos".
Bajo una carpa que lo protege del mal tiempo, Beever dedica largas jornadas para hacer sus pinturas, trabajando en invierno ocho horas y en verano aun más. "Físicamente es un trabajo muy exigente", señala.
Claro que sus dibujos además de una técnica perfecta le demandan creatividad en el diseño y en la deformación de las imágenes, elementos con los que logra obras de sesgo surrealista, con graciosos juegos de escala. Es que su técnica se basa en cómo el cerebro distingue las tres dimensiones: la percepción ocurre a partir de patrones de luz que impactan en la retina y forman una imagen.
Es por eso que otro de los elementos de trabajo de Beever es una cámara, con la que el artista mira su trabajo desde un único punto de vista. También es por eso que sus creaciones son ideales para ser fotografiadas, ya que desde una foto se remarca el efecto de tridimensionalidad.
Lógico que la pintura callejera de Beever no implica que el artista lleve la vida de un bohemio. Dedicado también a la publicidad y al marketing, este pintor de lo efímero ha conseguido que su obra trascienda enormemente, tanto por su presencia en la web como por las campañas publicitarias de las que participa.
En internet su arte empezó a tener gran difusión a partir de 2004, cuando algunas cadenas de correo multiplicaron sus imágenes por el mundo. En publicidad, sus trucos visuales han despertado mucho interés: por ejemplo, para una aseguradora holandesa pintó en el piso de un comercio en Rotterdam un pozo lleno de elementos peligrosos, que era presentado con el lema "Los accidentes ocurren siempre".
En esta visita a Uruguay, Beever, que llega invitado por la firma Ballantin`s, trabajará desde hoy al viernes, entre aproximadamente las 9 y las 18 h, para que el público pueda apreciar las etapas de su trabajo. El sábado se podrá interactuar con la obra, tomar fotografías y llevarse un recuerdo original.
El arte fuera del museo
"Dos líneas paralelas parecen converger a la distancia" dice una máxima sobre la percepción visual. Sobre principios como ese se basa el arte de Julian Beever, que se inscribe en una vieja técnica llamada "anamorfismo", que consiste en jugar con la perspectiva mediante un procedimiento óptico.
Esta técnica, muy utilizada en el barroco (tanto en la pintura sobre lienzo como en la decoración de molduras), tiene otra gran representante, el norteamericano Kurt Wenner, quien en muchos trabajos da un aire antiguo a sus creaciones. Sobre estos artistas se está dando en el canal de cable Film&Arts el programa "Arte urbano", que todos los miércoles de octubre a las 22h30 ahonda en las estéticas callejeras.