El gran bufón y el insufrible gato

| El joven extraterrestre de los años setenta se ha convertido en un intérprete versátil y hasta serio

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GUILLERMO ZAPIOLA

Su atractivo sobre el público puede resultar para muchos un misterio, pero también es indiscutible. Se puede opinar con fundamento que Robin Williams es un payaso, un insoportable y un vocacional de la sobreactuación, pero cuando todas esas características operan como un seguro imán de taquilla resulta inevitable llamarse a silencio. O, en todo caso, limitarse a rezongar sin que nadie le haga caso a uno.

La presencia de Williams es uno de los ganchos seguros de Locas vacaciones sobre ruedas, película que se estrena mañana en Montevideo y en la que también actúan Cheryl Hines, Joanne Levesque, Josh Henderson y otros. Dirige Barry Sonnenfeld, responsable de las traslaciones a la gran pantalla de Los locos Addams y la saga de los Hombres de negro, entre otras variantes del humor y la fantasía. Como corresponde a una comedia familiar, el padre (Williams) es un tipo demasiado ocupado y su esposa e hijos exigen razonablemente estar más tiempo con él, lo cual no es fácil. Lo intentarán durante las vacaciones del título, que se convierten en todo otro lío.

TRAYECTORIA. Hay razones para sospechar que Williams es un extraterrestre. De hecho saltó a la fama haciendo de tal en la serie de televisión Mork y Mindy, donde su "extrañeza" servía, como en el Micromegas de Voltaire, como espejo de las tonterías y las extravagancias de la especie humana.

Hijo único de un importante ejecutivo de la empresa automovilística Ford, Williams estudió Ciencias Políticas en el Claremont Meris College, y se formó artísticamente en el College of Marin y en la prestigiosa Juilliard School, donde estudió con John Houseman y tuvo como compañero de clase a Christopher Reeve. En 1977 debutó en la pantalla chica, en un papel secundario de la serie Laugh-In, y luego vino el protagónico de Mork y Mindy. En 1980 saltó a la pantalla grande con otra extravagancia: el Popeye que dirigió insólitamente Robert Altman, donde al igual que su compañera de elenco Shelley Duvall (que interpretaba a Olivia) aportó un perfecto `physique du role` (el film no era bueno, de todos modos, y ayudó a expulsar por varios años a Altman del cine industrial).

Desde entonces, en cine y en sus presentaciones en vivo, el fuerte de Williams ha sido un humor basado en la catarata de palabras, la sobregesticulación y cierta vocación payasesca del tipo "tómelo o déjelo". Esos recursos le sirvieron, sobre todo, en films como Buenos días, Vietnam (1987), Papá por siempre (1993) y hasta Hook (1991) o Jumanji (1995), pero reconozcamos en su honor que no han sido sus únicos trabajos. Pudo exhibir otra reserva dramática como el profesor iconoclasta de La sociedad de los poetas muertos (1989), y llegó a obtener un Oscar como intérprete secundario por su papel de psiquiatra de En busca del destino (1997), Tiene también tres Globos de Oro: por Pescador de ilusiones, Papá por siempre y, más insólitamente, el film animado Aladdin (1992), donde aportó la voz del genio de la lámpara. Ahora regresa con esta comedia que ha sido definida como "el sueño americano sobre ruedas", sea lo que sea.

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