Se estrenó en la Sala Cerco de El Galpón la obra Almuerzo en casa de Ludwig W, de Thomas Bernhard, con puesta en escena de Nelly Goitiño. Irá los viernes y sábados a las 21 y los domingos a las 19 horas. Actúan Stella Teixeira, Anael Bazterrica y Pedro Piedrahita. La escenografía es de Carlos Musso, el vestuario de Soledad Capurro, la música de Renée Pietrafesa, las luces de Claudia Sánchez, la expresión corporal de Carolina Besuievsky.
Dos hermanas esperan ansiosamente la llegada a su casa del hermano varón, que ha estado internado en un instituto psiquíatrico. Hay indicios de discordia, pero la verdadera tensión se desencadenará cuando "la fiera entre en escena". Ese recién llegado promoverá horribles fricciones, tanto frente a la hermana que procura complacerlo como ante la otra que trata inútilmente de escapar. Cuando el hombre, "apenas sin fuerzas, camina impotente hacia el incierto final" queda claro que para el autor esa intimidad familiar —no sólo esa, claro, sino tantas otras que allí se reflejan— es el infierno. Marcado por desdichas y malestares que surcaron su infancia, Bernhard (que había nacido en Holanda en 1931 y se suicidó en Austria en 1989) está considerado hoy como uno de los grandes dramaturgos de habla alemana del siglo XX.
Inicialmente el autor escribió poesía, pero agregó luego a ello doce novelas y una monumental autobiografía juvenil en cinco tomos, a lo que se añadiría más tarde un par de tomos de relatos, muchos artículos periodísticos y su labor como dramaturgo, que le ha dado relieve internacional. A pesar de una producción tan vasta y absorbente, Bernhard desarrolló un carácter feroz, un agrio espíritu crítico y una actitud de tal agresividad ante Austria, que se formaron grupos entre varios sectores políticos para pedir su destierro, extremo que se dio un año antes de su muerte, aunque no llegó a ponerse en práctica.
El recuerdo de su incorporación forzada a grupos nazis en la niñez y una cadena de enfermedades que lo condicionarían luego, fueron determinando su agresividad, que en muchos sentidos se trasluce en su obra, como ocurriría más tarde con la literatura de su casi compatriota Elfriede Jelinek. Este Almuerzo en casa de Ludwig W vuelve a la carga contra "la horrible patria legada por una burguesía ilustrada y corrupta que se mantiene viva a través de la industria cultural" y revela "el absoluto desconocimiento que pueden tener entre sí los miembros de una familia".
En torno de sus tres figuras describe "un mundo deshumanizado y la falta de perspectivas de la sociedad actual" donde el aislamiento de los individuos determina una pérdida de afectividad, de comunicación y por fin de identidad. La directora Goitiño se entusiasmó con el texto cuando El Galpón la invitó a dirigirlo: en ese material la atrajeron varias cosas pero además la obsesionó "la idea de perder la propia vida en beneficio absoluto de otro". Aunque la pieza alude al filósofo Ludwig Wittgenstein y a su relación sombría con dos hermanas, la obra no llama a sus personajes por el verdadero nombre. Habla con todo del límite entre la genialidad y la locura y alude a los problemas que "la presión del entorno genera cuando el individuo trata de acceder a una vida auténtica, libre y propia".