JOSE MANUEL CALVO | EL PAIS DE MADRID
Extraterrestres malvados invaden la Tierra. Es La guerra de los mundos, de H.G. Wells, que Orson Welles llevó a la radio con tanto acierto que la gente se lo creyó y trató de huir de verdad. Ahora, dos reyes de Hollywood recuperan uno de los mejores guiones de la historia y en estas páginas conversan sobre la película.
Steven Spielberg y Tom Cruise, dos de los nombres mágicos de Hollywood, vuelven a trabajar juntos en La guerra de los mundos, una película de terror inspirada en el clásico de H.G. Wells que, en esta versión del siglo XXI, evoca los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. Al hablar de la película, que se estrenará el viernes próximo, Cruise y Spielberg, amigos desde hace 20 años, se entienden tan bien que casi no necesitan al periodista; se jalean, se interrumpen, se ríen las gracias. Tom Cruise no puede ocultar la admiración que siente hacia Spielberg y no ahorra ninguna intensidad para expresarla.
Es viernes por la tarde y ésta es la última de las entrevistas que hacen los dos juntos, lo que parece aliviarles. Incluso encuentran un momento para hacerse unas fotos caseras, a pesar de la indicación en contra de sus vigilantes agentes de prensa, que siguen la conversación desde un rincón de la sala en los estudios Universal, en Los Angeles. Al saber que hablaban con El País, Spielberg y Cruise rivalizan sobre a quién de los dos le gusta más España. El director ha rodado parte de dos películas aquí (la tercera de Indiana Jones y El imperio del sol) y el actor conoce bien el terreno. "Déjame decirte: ¡las mujeres españolas son hermosas!". Cruise —cazadora azul, camiseta verde y pantalón vaquero— sigue muy de cerca al Real Madrid, a través de su amigo Beckham —"hablo con él por teléfono antes o después de los partidos"—, y lamenta los resultados de este año. Spielberg, que combina tonos de frambuesa en la cazadora y el polo, empieza hablando de su antigua fascinación por La guerra de los mundos.
—¿Esa atracción viene del libro de H.G. Wells o de la versión radiofónica con la que Orson Welles aterrorizó a los estadounidenses?
—Steven Spielberg. Mi principal inspiración ha sido el libro de H.G. Wells. La película no es muy similar, excepto por un par de imágenes iconográficas, como los trípodes y los haces de luz roja, y el hecho de que está narrada en primera persona. Creo que es más un signo de los tiempos que vivimos, muy diferentes a los de la novela. El programa de radio demostró hasta qué punto era eficaz la historia y lo brillante que fue Orson Welles, cómo logró asustar a tanta gente, que creyó que era algo que se estaba retransmitiendo, una noticia de última hora.
—Tom Cruise. ¿Lo hizo a propósito?
—Steven Spielberg. Bueno, tanto el teatro Mercury como Welles aseguraron que no habían tenido la intención de asustar a los americanos. Pero yo tengo la única copia que existe del guión original. Lo he leído 20 veces y estoy convencido de que sí, de que ése era el objetivo.
—El propio Welles dio explicaciones confusas.
—S.S. Sí, fue muy astuto, muy ingeniosa su forma de explicar que era solamente una obra de ficción, no una noticia. Hoy, la FCC (Comisión Federal de las Comunicaciones) no dejaría a nadie que se fuera de rositas como ocurrió con Welles. Por algo semejante se puede ir a la cárcel. La policía registró el Mercury.
—T.C. ¿Justo después del programa?
—S.S. Efectivamente, y confiscaron todos los guiones. La razón por la que yo tengo esa copia es porque Howard Koch, que había escrito el guión con Orson Welles, se quedó dormido en su casa, porque se había pasado tres o cuatro días trabajando sin interrupción. Y no fue al teatro desde donde se hizo la emisión. Se quedó dormido, y se quedó con su copia.
—T.C. ¿Se quedó dormido y no escuchó la retransmisión?
—S.S. No la escuchó. Y su copia del guión no fue confiscada por la policía, que se quedó con las que estaban en la emisora y las destruyó. Se la compré al hijo de Howard Koch.
—T.C. Yo jamás escuché la grabación radiofónica, pero cuando era niño oí hablar de ella. Eso me recuerda. Imagínate, mis hijos nunca han visto Tiburón y yo estoy intentando que la vean lo más tarde posible, porque si la vieran ¡no querrían venir a hacer submarinismo conmigo! (Cruise se ríe de su chiste, y Spielberg, que lo habrá oído decenas de veces, se sonríe). Pero cuando eran pequeños tarareaban en la piscina la música de la película: ta na, ta na, tatata. ¿De dónde les podía venir aquello? Bueno, pues era algo que formaba parte de la estructura de, de...
—S.S. De la conciencia colectiva.
—T.C. De la conciencia colectiva a través de generaciones. Y luego vi la película en televisión, la película que se hizo en 1953 sobre la emisión de radio de Orson Welles. No el estreno de la película.
—S.S. ¡No eres tan viejo!
—T.C. (Carcajadas) ¡Por favor, 1953!
Steven Spielberg, que había leído la novela de La guerra de los mundos en 1967 y que compró a Koch el histórico guión hace 12 años, pensó ya entonces en hacer una versión para el cine, pero hubo varios factores que le hicieron esperar, entre ellos la película Día de la independencia. Después, el 11-S desempeñó un papel importante en su decisión.
—¿Cómo se comprometieron ustedes dos a hacer esta película, dejando de lado, el pasado año, muchos otros trabajos que tenían entre manos?
—S.S. Bueno, Tom y yo nos conocemos desde hace unos 20 años. Trabajamos juntos por primera vez en Minority Report, y tuvimos una experiencia tan buena que sacrificamos las cosas en las que estábamos para hacer otra película. La cosa fue así. Estábamos hablando de que teníamos que volver a trabajar juntos. Ibamos en coche, en el coche de Tom, y le dije que tenía tres ideas para hacer una película; le cuento la primera, le cuento la segunda y luego le digo: "Y una tercera idea sería La guerra de los mundos. Casi no había acabado de decir estas palabras cuando Tom grita: "¡Alto! ¡Alto!" (carcajadas de Cruise). El chófer creyó que se lo decía a él y frenó, y ¡casi salimos disparados del asiento!
—Fue un chispazo.
—T.C. Absolutamente, un momento eléctrico. Inmediatamente empezamos a hacer llamadas a nuestros agentes, a los estudios, a organizar los derechos, e inmediatamente.
—S.S. Nos lanzamos al proyecto.
—T.C. Y es curioso, porque Steve estaba trabajando en una película y yo en otra. Me había llamado un par de días antes y no dijo, no dijo lo bueno que era el guión. Sólo dijo: quiero que lo trabajemos, te lo acabo de mandar. Y estaba... (Cruise adopta un tono conspirador y coge a su interlocutor del brazo), yo pude detectar algo en su voz, porque le conozco. Pensé: aquí hay algo raro; tiene pinta de que está contento con el guión, pero hay algo que me está ocultando, hay algo raro aquí.
—S.S. ¿Ocultándote algo?
—T.C. Sí, te estabas guardando algo. Y entonces, cuando lo leí, lo único que dije fue: "¡Oh, Dios mío!". Y él añadió: "¡Así es exactamente como yo lo veo!" (Cruise se da golpes en la rodilla mientras se ríe).
—S.S. Yo no quería crear unas expectativas que no fueran realistas, así que disimulé mi entusiasmo y el vértigo que sentía, el cosquilleo que me había proporcionado el guión, y tuve que hacer como si fuera un actor, una representación digna de un Oscar cuando hablamos por teléfono, porque no quería. Yo tenía mucha curiosidad por conocer tu reacción, por saber lo que realmente pensabas.
—T.C. Normalmente tardo horas en leer un primer guión. Pero empecé a leer, pasé una página, otra, y otra. Y antes de que me diera cuenta había leído las primeras 80 páginas y estaba... (se queda ensimismado). Y llamé a Steven, un poco aturdido, y le dije eso de "¡Oh, Dios mío!"
—S.S. Es una historia con un desarrollo magnífico, un relato muy brillante. Es una visión intensa, y muy oscura, de un acontecimiento que, aunque no vaya a pasar, si ocurriera creo que sucedería exactamente así. Y me parece que eso es lo que marca el tono de esta película.
—Entonces, ¿qué es y qué no es "La guerra de los mundos"?
—S.S. No es la típica superproducción en tecnicolor de Hollywood con extraterrestres y humanos, es una historia personal: la historia de un padre, poco entrenado en eso de ser padre, que tiene que aprender a toda velocidad para poder salvar a su hija de nueve años y a su hijo de ocho. Es un hombre-niño que tiene que hacerse adulto en 24 horas para ser el padre que necesita ser y salvar a sus hijos.
—T.C. Es como un niño un poco mayor que sus propios hijos, pero no más. Es un hombre que ha sido un irresponsable.
—S.S. Y egoísta, centrado sólo en sí mismo.
—Ahora volvemos a hablar de su personaje, pero antes querría saber. Ya sé que no quieren hablar mucho de la película, de cómo van a aparecer los extraterrestres en la pantalla, pero podrían dar alguna pista. (Cruise retuerce el gesto. Risas). ¿Se reflejarán esas tremendas descripciones de H. G. Wells, los tentáculos que asoman cuando se abren los cilindros, los ojos repulsivos, el aliento de los marcianos?
—S.S. Yo creo que una de las sorpresas de esta película, teniendo en cuenta mi pasado, es la diferencia entre un extraterrestre malvado y un extraterrestre bueno. He hecho dos películas con buenos: Encuentros cercanos del tercer tipo y E.T. Esta es mi primera experiencia con extraterrestres malos. Y trabajé mucho con los de efectos especiales para ver cómo tenían que ser los platillos volantes y los extraterrestres, y conseguir que fueran convincentes. No quería unos extraterrestres tan imaginativos que no tuvieran ninguna relación con el universo real. Y eso es siempre difícil: E.T. tenía que ser físicamente muy verosímil, y al mismo tiempo que te pudiera llegar al corazón. Los extraterrestres de La guerra de los mundos tenían que ser físicamente creíbles, pero con un rostro y un cuerpo con tal brutalidad que los espectadores puedan creerse que unos seres así efectivamente podrían conquistar el mundo.
—T.C. Un momento, para un momento. (Cruise se pone serio y se acerca mucho). Hablamos de E.T., y éste es el hombre (señala a Spielberg) que logra crear ese personaje, y es exactamente lo que E.T. comunica. Tener esa idea y trabajar con cada detalle, con esa manera de crear que tiene. Es algo que me vuelve loco. Sabes lo que te digo, ¿no? Y ahora va a pasar lo mismo: cuando veas a los extraterrestres de La guerra de los mundos vas a pegar un salto. ¿En alguna de las películas de Steven has dado un salto? ¿Sí, verdad? Bueno, creo que esta vez te va a volver a pasar.
—¿Acabar con la etapa de los extraterrestres simpáticos significa que ha dado un giro hacia el pesimismo?
—S.S. No, no me estoy convirtiendo en un pesimista. Y no he renunciado a mi convicción de que ahí fuera, en el universo, inevitablemente hay vida, y, en mi opinión, esa vida es benévola. Yo miro al cielo de noche y lo que veo son mis sueños de un universo en armonía consigo mismo. Y miro a mi alrededor, veo las noticias en televisión, y es la antítesis. A veces creo que una película como ésta es necesaria para demostrar que quizá, para llevarnos bien en el mundo y convivir en paz, tengamos que luchar todos contra un enemigo común que no sea de este planeta. Es decir, puede ser un símbolo de mi propio deseo de comunicar mis sentimientos sobre el hecho de que nos estamos polarizando más y más a medida que avanza el siglo XXI.
—Hace 100 años, cuando se publicó "La guerra de los mundos", había un contexto de pesimismo y miedo por la amenaza de la militarización de Alemania. La versión radiofónica de Orson Welles se hizo en otra situación de ansiedad, con la guerra mundial cercana. Hubo después versiones, en los cincuenta, que reflejaban la guerra fría. Y ahora, esta ‘guerra de los mundos’ llega después del 11-S.
—S.S. Exactamente. La amenaza ahora es el terrorismo.
—¿Ese es el mensaje que quiere dar?
—S.S. Siempre procuro no articular los mensajes de mis películas. Me gusta mucho ver cómo la gente interpreta lo que hago; creo que eso es mucho más interesante y más estimulante, intelectualmente, que mis interpretaciones personales. O sea, que nunca revelo mis mensajes. Creo que esta película tiene un final lo suficientemente abierto como para que la gente lo vea de diferentes maneras.
—¿Pero los extraterrestres son extraterrestres o son terroristas?
—S.S. Son extraterrestres, no son terroristas. Son extraterrestres que no tienen buenas intenciones respecto a la humanidad. Pero la amenaza que representan provoca que el mundo se una como nunca antes lo había hecho. Que se una para luchar contra ellos y para sobrevivir.
—¿Hay mucha violencia?
—S.S. Sí, hay bastante. Va a ser una película para mayores de 13 años. Es una violencia muy realista, y creo que asumible. Pero el aire de esta película es oscuro. Tiene que ver con refugiados americanos, que es algo que este país nunca ha experimentado. Hay muchos documentales sobre la guerra en Europa, las colas de personas en tantos países. Pero nunca hemos visto refugiados americanos, y esta película refleja más o menos las emergencias que hemos experimentado recientemente.
—¿Qué le ha quedado del 11-S?
—S.S. Después del 11-S tenemos algo más de lo que sentir miedo. Después del 11-S, yo me convertí en una persona mucho más paranoide respecto al mundo que me rodea. Me sentí, como muchos otros, menos seguro: menos seguro por lo que respecta a mis hijos, a mí mismo y mi familia; menos seguro por lo que respecta a mi país. Pero, al mismo tiempo, en el 11-S ocurrió algo muy impresionante: vi a todos los países unidos en un movimiento de solidaridad ante un enemigo común, el terrorismo. Y esto es algo que no se había visto desde la II Guerra Mundial. Por tanto, mi primera reacción fue de pesimismo, hasta que pude ver a todo el mundo unido en una ola de solidaridad que no se había producido en 60 años.
—Aquello, poco después, se rompió.
—S.S. Sí, aquella unidad se rompió cuando nuestro presidente decidió atacar Irak. Entonces, la unidad se deshizo, cuando el presidente creyó que tenía una sólida coalición. Confío en que algún día haya democracia en Irak, pero yo estuve contra la guerra, aunque respaldo absolutamente a nuestras tropas allí. Respaldo a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas y de todas las fuerzas de los demás países que están allí.
—¿Cómo es el personaje que interpreta Tom Cruise?
—S.S. Es alguien que atraviesa una auténtica peregrinación emocional. Hace todo lo que está en su mano para garantizar la seguridad de sus hijos.
—T.C. Y eso lo descubre, porque es algo que no sabía.
—S.S. No, no sabe, no tiene ni idea de lo que es capaz como ser humano hasta que no se ve puesto a prueba por los peligros que atraviesa.
"Quiero saber si la gente realmente se va a asustar"
Steven Spielberg habla como si estuviera muy satisfecho del resultado de La guerra de los mundos. Y, realmente, afirma estarlo.
—S.S. Estoy deseando que la gente la vea, porque quiero comprobar si realmente se van a asustar como yo espero, y también porque creo que es una historia muy contemporánea, con algunos paralelismos geopolíticos.
—Haga como que Tom Cruise no está aquí delante y hábleme de su relación con él.
—S.S. Conozco a Tom desde hace 20 años, pero es sólo la segunda vez que trabajamos juntos. Tenemos una relación muy especial. Creo que compartimos una cosa: tenemos una enorme pasión por nuestro oficio. Y nos divertimos contando historias. El cuenta historias como las que le gustarían a sus hijos y yo cuento siempre historias que a mis siete hijos les gustaría escuchar. Compartimos esa pasión y nos sentimos unos privilegiados. Cada día de mi vida doy gracias por las oportunidades que me permitieron convertirme en un director de cine. Es algo que quería desde que tenía 12 años e hice mi primera película, en 8 milímetros y sin sonido, con la cámara de mi padre. Y aquí estoy ahora: un director de 57 años que lleva 45 dirigiendo, si contamos aquella primera película. Y todos y cada uno de los días, desde entonces, he dado las gracias a las estrellas por la fortuna de poder ser un contador de historias, de tener este trabajo y de ser cineasta. No hay nada mejor que eso, excepto educar a los hijos.
—Y por eso está trabajando en esto, y en una película sobre el atentado de los Juegos Olímpicos de Munich, y en otra sobre Lincoln, y en la nueva de Indiana Jones.
—S.S. Trabajo en un montón de cosas porque tengo un apetito voraz de contar historias. Y soy avaricioso; mi avaricia es que quiero que todo el mundo escuche mis historias.
Predicador consecuente
Tom Cruise no pierde oportunidad para introducir su mensaje particular, derivado de su militancia en la Iglesia de la Cienciología, y que quiere dar a conocer aún más, hasta el punto de que los periodistas que vienen a Los Angeles a entrevistarle son invitados a visitar antes la sede central de la Iglesia. Allí reciben una intensa sesión de videos y explicaciones sobre la versión "cienciológica" de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: las drogas, el analfabetismo, el crimen y la inmoralidad.
La Iglesia, que presta una atención especial a líderes y celebridades de Hollywood, ha abierto ya más de 5.000 centros en 156 países, asegura tener de 8 a 10 millones de seguidores y cuenta con 55.000 ministros voluntarios como los que enseñan la sede y preguntan a los periodistas sus opiniones sobre la ayuda a los demás y la búsqueda de la felicidad.
Cruise, que atribuye a la Cienciología la superación de una dislexia infantil, haberse hecho piloto y vivir mejor consigo mismo, aparece en uno de los videos inaugurando la sede de la iglesia en Madrid, el pasado otoño: "Estoy feliz de estar aquí con vosotros. Adoro y amo este país y a su gente, se le oye decir en español.
En su perspectiva de "apóstol" de la Cienciología, Cruise sostiene que el principal problema actual es "el desgarro de las comunidades en las que vivimos. Cuando vemos el volumen de drogas administradas por los psiquiatras, el analfabetismo, la criminalidad, la inmoralidad. Son cosas a las que nadie se enfrenta de verdad. Esos son los enemigos. Cuando se habla de la capacidad tan tremenda que tenemos para comunicarnos. En realidad, hay muy poca comunicación. Internet tiene más que ver con la pornografía que con comunicarse de verdad. Y creo que el 11-S acabó con la pretensión de que todo va bien. Y lo que importa es hacer cosas, cosas como las que hace Steven con su Fundación Shoah, que yo admiro enormemente. La comunicación contra la intolerancia es una de las herramientas más poderosas de este planeta. Lo mismo pasa con la defensa de los derechos humanos y con otras cosas en las que yo creo y que trato de comunicar".
Una pequeña con un espíritu profundo
Spielberg se siente particularmente satisfecho por el trabajo de la pequeña actriz Dakota Fanning (10 años), quien encarna a la hija de Cruise en La guerra de los mundos. Cruise comparte el punto.
—S.S. Tiene 10, pero en realidad tiene como 30. Tiene el alma de una mujer de 30 años, un alma seria y profunda, y es una actriz milagrosa. Creo que es la mejor actriz infantil con la que he trabajado, y eso es decir un montón, porque he trabajado con muchos. Me di cuenta el segundo día del rodaje, cuando empezamos a hablar de las series favoritas de televisión. Y la relación que mantuvo con Tom. Hablaba con Dakota como si fuera una persona mayor, no una niña. No es una niña.
—T.C. Fue un placer trabajar con ella. ¡Cuánto talento, qué maravillosa! No sabes lo que disfrutábamos simplemente teniéndola cerca a diario. De verdad, una maravilla. Muy bien educada, pero muy divertida.
Hay muchas cosas sobre la película, sin embargo, que Spielberg no quiere contestar.
—S.S. Sí, hay muchas preguntas que no quiero responder. Nadie ha visto la película, sólo yo. Ya sé que es una situación desequilibrada, porque yo sé la película que he hecho y la persona que me pregunta no la conoce. En otras circunstancias, usted habría visto la película y podríamos hablar sobre ella. No tiene más remedio que creer en nuestra palabra: hemos hecho una película que realmente asusta y que es una versión moderna de La guerra de los mundos. No hay nada más que me pueda preguntar.
Cruise considera que todo es, en el fondo, bastante sencillo: contar historias, y Spielberg es "el mejor contador de historias que nunca ha habido en el cine". El actor insiste: "Es el mejor contador de historias que nunca ha habido. El mejor. Todo el mundo sabe esto. El mejor cineasta. Sólo hay que ver las películas que produce, que dirige, la velocidad a la que se le ocurren las ideas. Es increíblemente inventivo. Entiende la historia, sabe cómo contarla mejor que nadie. Esta película. No sé si la gente se da cuenta de lo difícil que es hacer una película de suspenso, de terror, y que a la vez sea una historia personal. Nadie más podría haber hecho esta película. Tal cual. Es un genio, está por encima de todo".