MATÍAS CASTRO
Hay una farándula que va por la autopista, y otra por el colector", dijo Moria Casán en una entrevista con este diario, días atrás. La expresión, que implica una mirada de tono crítico sobre sus colegas, no deja de ser bastante cierta. Es más, desde mi punto de vista, hay una farándula que avanza por una carretera intergaláctica, si es que tal cosa puede existir.
Esta semana se produjeron cuatro hechos que a mi entender fundamentan la apreciación. Por un lado nos enteramos (voy a hablar en tercera persona esta vez) que Luis Miguel exigió agua de las islas Fiji y un masaje con uvas carmenere a su llegada a Chile. Por otro lado vimos cómo la fiesta anual de Gente, probablemente la más importante de la farándula porteña, corría su horario porque Susana Giménez no podía llegar a tiempo. Luego supimos que Michael Jackson está en juicio con un jeque árabe que le reclama el dinero que gastó cuando se lo llevó a su palacio privado, le contrató un gurú de la motivación y trató de grabar un disco con él. Y finalmente el viernes pasado vimos la mega-super fiesta inaugural de un hotel privado en Dubai, sobre una isla artificial con forma de palmera, a la que fueron invitados 2.000 famosos de todo el mundo. ¿Alguien puede imaginar una reunión con más de cien? Allí hubo 20 veces más: pesadilla de quienes detesten estos temas superficiales y banales.
La cuestión es que, desde nuestro punto de vista (seguiré con la tercera persona) por esos caminos recorre la carretera intergaláctica de los famosos. Mucho más rápido y más arriba que la autopista que señalaba Moria con su comentario. Pero no es la idea de este espacio ensalzar ni autopistas ni carreteras, aunque sí hablar de ellas. ¿Las recorreremos algún día? Difícil que el chancho chifle, como dicen en campaña. Pero están ahí, y las recorren otros, bien lejos de todo.