SEBASTIÁN AUYANET
Más de 450 pantallas en 41 países se subirán al "Ed Force One", el Boeing 757 en el que la banda de heavy metal más consistente del mundo lleva su salvajismo musical abarcando más de 70 mil kilómetros.
El vehículo que vio en su imaginación Jimmy Page cuando puso a su banda Led Zepellin era de plomo y, a la larga, terminó cayendo por su propio peso y se estrelló en 1980. Pero una banda nacida cinco años antes aún se mantiene en lo alto y surcando el mundo. Y nada que simbolice mejor el poderío de Iron Maiden que el "Ed Force One", la aeronave que lleva a Iron Maiden por el mundo y que pilotea (sí, pilotea) el vocalista Bruce Dickinson.
Mumbay, Melbourne, Buenos Aires, Tokio, Los Angeles y una buena cantidad de ciudades dieron pista en sus aeropuertos para que el Boeing con la imagen de Ed -la bestia que oficia de mascota del grupo- aterrizara. En los escenarios, la historia no es nueva pero sigue llamando la atención: un grupo de cincuentones con espíritu adolescente y totalmente anacrónicos en lo musical entregan a decenas de miles lo que decenas de miles sigue yendo a buscar: rock, ostentación, energía y gritos en un viaje de música pesada de dos horas.
La gira mundial "Somewhere back in time" duró apenas 45 días y consistió en 23 fechas. Todo un desafío a las energías y una ratificación del poder necesario y hasta reclamable para las bandas de heavy metal, de las que esperamos que ejerzan la dominación mundial, sometan poblaciones y borren de un plumazo cualquier estado de recogimiento y/o sensibilidad. Que hagan rock, vamos.
Así, Flight 666 promete llevar al fan (dos horas de metal furioso parecen demasiado para otro tipo de consumidores) por los destinos conquistados por la doncella de hierro. "Es verdad que hay momentos en los que parece que somos los Spinal Tap, los comportamientos de una banda de rock suelen ser muy típicos", reconoce Adrian Smith, uno de los guitarristas del grupo ideado por el genial Steve Harris y que hoy cuenta catorce discos editados.
Lo que confirma Smith es que la película, al estilo de la película This is Spinal Tap muestra a los músicos teniendo el típico comportamiento -en este caso aceptado hasta por los fans- de estrellas aburguesadas y opulentas del rock.
Todo eso se ve en la película que fue estrenada el lunes pasado en Londres y que el martes llegó a Buenos Aires. Semanas atrás, en esa misma ciudad los ingleses lograron algo que por estos lados parecería imposible: llenar una cancha de Vélez Sarsfield como si estuvieran en su apogeo.
"Creo que el documental da una gran visión de la gira, es una gran experiencia. Y si la gente quiere venir a tocar con nosotros que venga, esa es nuestra filosofía", explica Smith.
maiden charrúa. Desde hace un par de meses funciona en Facebook un grupo llamado "Yo quiero ver la película Iron maiden: Flight 666 en Uruguay".
El grupo cuenta con la nada despreciable cifra de 418 miembros -más que la cantidad de inscriptos en los sitios de varios precandidatos políticos- y no pide nada extraño para un metalero: que sea activista. En la página se ofrecen los contactos de responsables en las distribuidoras para insistir y hasta se está organizando un encuentro de fanáticos en Moviecenter.
Otro vínculo entre Maiden y Uruguay en estos días es "Iron Carrero", un bizarro video producido por Diego Capusotto en el que su personaje Pomelo presenta al grito de "esto es rock" un clip ubicable en You Tube en el que se alterna la canción 8 letras del dúo Larbanois Carrero con el clásico Hallowed by the name, de Maiden.
En la foto final, los cantores aparecen junto a Dickinson y compañía y el famoso Boeing pone el nuevo nombre del grupo "reunido".