Este miércoles 13 a las 19.00 en el Museo Nacional de Artes Visuales -el del Parque Rodó- y con la participación del director de los Medios Públicos, Gerardo Sotelo, Diego Fischer presenta su nuevo libro, El precio de una traición (Planeta, 890 pesos), subtitulado “Leandro Gómez: Morir mil veces luchando” y que cuenta, con aporte de documentos inéditos, la defensa heroica de Paysandú.
-Teniendo en cuenta la coincidencia de sus temas y los lectores, ¿qué papel cumple la intuición en su obra?
-Más que intuición, yo lo llamaría olfato periodístico. Los periodistas tenemos eso de darnos cuenta si un tema de interés o no va a calar en la gente. Y eso incide muchísimo en mí. El periodismo es clave para entender mi carrera como escritor.
-En ese sentido, ¿qué le decía el tema de la toma de Paysandú y Leandro Gómez?
-Hay una cuestión de fechas (el año que viene se cumplen 160 años del sitio y defensa de Paysandú) y Leandro Gómez siempre me pareció un personaje muy atractivo. A veces hay que esperar para abordar a los personajes, a que calcen en el momento justo: este es un buen momento para echar una mirada nueva, y con materiales que van a sorprender a muchos, sobre Paysandú y lo que significó esa revolución de Venancio Flores, la defensa de Paysandú y la inmolación no sólo de Leandro Gómez, sino de esos mil hombres que lo acompañaron. Es una epopeya extraordinaria.
-Y en la que Paysandú fue arrasada...
-Uno no toma dimensión de los hechos hasta que se mete en la historia y en sus detalles. Ahí pensás que eran 10.000 soldados contra mil y además estaban las cuatro cañoneras de la Armada Imperial bombardeando la ciudad. De Paysandú quedaron solo cadáveres, escombros y cenizas. Y entrar allí y en el aspecto humano de los personajes -que es el enfoque que le doy- fue muy apasionante y conmovedor.
-Y tiene un héroe como Leandro Gómez.
-Su figura va creciendo. Desde un comienzo es un artiguista convencido en épocas en que el nombre Artigas era mala palabra. Era de una familia de comerciantes muy poderosa y en Buenos Aires conoció a Manuel Oribe, y bajo su ala comienza una carrera militar y política y en la masonería. Y lo designan como jefe del ejército al norte del Río Negro y después, cuando la revolución de Flores ya estalla y comienza a conquistar plazas en el territorio uruguayo, es que se le asigna para custodiar Salto y Paysandú.
-Venancio Flores ya estaba en su novela Qué poco vale la vida. ¿Es el villano de sus sagas históricas?
-Es el malo y una figura incómoda para sus correligionarios y, sin duda, para la historia. Si algo demuestra este libro, a través de documentos, es cómo su ambición sumerge al Uruguay en ese baño de sangre. Y el tema crucial acá es la entrega a Brasil.
-En ese sentido, en su investigación se cruzó con el llamado Archivo Tamandaré, (quien estaba al mando de la flota imperial), que es un aporte nuevo. ¿Cómo llegó a un tesoro así?
-Soy periodista. Las cartas de Tamandaré hubo que ir a buscarlas y traducir los 16 tomos con sus centenares de páginas. Es tremendo, por ejemplo, leer cómo justifica el asedio de Paysandú y su presencia en aguas uruguayas.
-¿Empezó la investigación sin tener ese material?
-Sí. Y veía que faltaba algo. Tenía la posición del gobierno uruguayo, las pretensiones de Flores y las de Buenos Aires, pero me faltaba saber por qué Brasil se había metido en este juego. Y fuimos por el archivo Tamandaré. Ahí jugó un papel crucial Rodrigo Guerra (quien figura como coinvestigador con Fischer en sus últimos tres libros y es periodista de El País), quien tiene unas increíbles condiciones de investigador. Fue impresionante dar con esos documentos.
-Sin espoilear, ¿qué revelan?
-Siempre se habló de un pacto escrito entre el marqués Tamandaré y Flores: aquí está ese pacto de puño y letra de Tamandaré. Uno solía pensar que la presencia de Brasil fue algo, no digo improvisado, pero no demasiado preparado, y acá queda clarísimo que fue una estrategia elaborada por la Marina Imperial, la más importante de América del Sur. Y hay otros elementos que provocan esa reacción absolutamente improcedente y desmedida de Brasil. Y también se hace mención al tema de la esclavitud que no se ha tocado mucho.
-En sus libros siempre hay enfoques o documentos nuevos sobre temas que se creían completados. Más allá de que usted hace libros de ficción, ¿se han integrado algunos de esos aportes a la historiografía?
-No lo sé, pero sí sé que estudiantes y docentes me consultan, o me entero que han tomado algo para tesis o para su trabajo de egreso. Y eso me alegra muchísimo.