"Jorge Luis Borges dijo que todo escritor escribe fundamentalmente sobre lo mismo a lo largo de su vida, y yo añado que lo hace con todos los medios a su alcance para insuflarle nuevas y diferentes formas y apariencias a ese repertorio limitado de motivos de que dispone”, escribe Haruki Murakami en el epílogo de su última novela, La ciudad y sus muros inciertos, ya disponible en librerías uruguayas.
Es raro que el escritor japonés agregue un comentario sobre su obra que abarca 15 novelas, seis colecciones de relatos y numerosas historias de no ficción. Lo hace para explicar que las 560 páginas que conforman esta historia son el resultado de más de cuatro décadas de trabajo que comenzó como un cuento para una revista literaria, se desarrolló en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, y ahora llega a su conclusión, a su forma definitiva.
Murakami, nacido en Kioto en 1949 y quien comenzó a escribir a los 29 años, es el japonés más leído del mundo, con libros que se venden por millones, se vuelven acontecimientos culturales, generan adaptaciones al teatro, cine, y hasta se convierten en videojuegos. Se trata de una fama con la que no se siente a gusto, como ha dicho en las pocas entrevistas que ha dado. En Uruguay, Tusquets ha publicado todas sus novelas, cinco libros de relatos y varios ensayos.
A través de las páginas, La ciudad y sus muros inciertos presenta esos cuestionamientos que Murakami ha abordado a lo largo de su prolífica carrera, como la soledad, el amor, la pérdida, la búsqueda de sentido, o la incertidumbre existencial, a través de personajes tristones, solitarios y complejos emocionalmente.
Aquí lo hace a través de una historia separada en tres partes y un epílogo que se centra en la mirada de un adolescente de 16 años que se enamora de una chica de otro instituto con quien tiene breves encuentros y una relación por correspondencia. En las charlas, hablan de una misteriosa ciudad en otro mundo en la que habitan unicornios (una semana al año se vuelven furiosas criaturas en celo), seres fantasmales y está rodeada por una impenetrable muralla, custodiada por un guardián.
En ese lugar de ensueño donde hay una torre con un reloj sin agujas y una biblioteca de “viejos sueños”, se encuentra “el verdadero yo” de la muchacha que el protagonista intentará conocer. Aunque la felicidad no es eterna, y sin mucho preámbulo ella dice que no volverán a verse por muchos años.
Y como ocurre en la mayoría de sus novelas, ese vacío por la pérdida lo llevará a buscarla incansablemente, porque los personajes de Murakami son depresivos, opacos y buscan un refugio emocional. Y no se rinden.
Reconocido con el premio Franz Kafka, el Hans Christian Andersen, Honoris Causa por las universidades de Lieja, Princeton y Yale, galardonado con el Princesa de Asturias de las letras en 2023 (el jurado reconoció su capacidad para expresar los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo y “conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una obra ambiciosa e innovadora”), y por ahora frustrado candidato al Premio Nobel de Literatura, en la mayoría de las historias de Murakami lo real y lo fantástico se mezclan y conviven.
Su llegada a la literatura comenzó como traductor de obras de Truman Capote, Scott Fitzgerald, J.D. Salinger y Raymond Carver. A los 29 años decidió comenzar a escribir, la inspiración llegó durante un partido de baseball, y después de publicar su segunda novela decidió cerrar la casa de café y jazz, Peter Cat, que dirigía junto a su esposa en Tokio para dedicarse de lleno a la escritura.
Su producción ha sido voluminosa y elogiada por la crítica, aunque difícil de clasificar ya que suele recurrir a los mismos temas, donde la estela del realismo mágico se nota en cada página. Eso ocurre en 1Q84, la historia sobre la mortal Aomame que comienza a notar que se encuentra en una realidad deformada, o el extraño cuadro que es el centro de las dos partes de La muerte del Comendador. Incluso en Los años de peregrinación del chico sin color, que no posee esas características fantásticas, pero donde el protagonista queda desolado y sin respuestas ante el repentino vacío que le hacen sus hasta entonces amigos.
Murakami ha dicho que escribe al alba, incluye referencias a series y canciones occidentales, sobre todo de los Beatles (en esta nueva novela es “Yellow Submarine”), es esquivo para las entrevistas y a las redes sociales.
Se confiesa “una persona íntima que escribe historias íntimas”, pero que se venden por millones.
Y como dice en el epílogo de esta novela, sus historias se centran en los mismos temas que, en definitiva, hablan de la esencia, de las alegrías, los miedos y cavilaciones de todos los seres humanos, haciendo de su obra un todo universal.