Afuera llueve y en la intersección de las calles Bartolomé Mitre y Reconquista sopla un viento frío. Hay un clima poco amigable que más parece indicar un invierno extendido. Sin embargo, es 2 de noviembre y adentro de la Cinemateca Uruguaya el calor humano y el bullicio de más de un centenar de personas que se acomodan como pueden en cada rincón —incluso en las escaleras y en el piso— llena el ambiente de la calidez que escasea afuera.
Los minutos pasan y no deja de llegar gente. Se apretujan y ya casi no hay espacio para moverse, pero nadie reclama. A fin de cuentas, ¿cuántas veces se puede celebrar el cumpleaños número 100 de una persona en vida? ¿Y si encima es de una de las mayores escritoras y poetas iberoamericanas? ¿Y si esa alquimista de las letras es también dueña de una personalidad cautivante que desata admiración por donde pasa? Todo lo vale, no hay dudas.
Es 2 de noviembre e Ida Vitale cumple 100 años. Esa multitud está reunida ahí para celebrar a la persona, a la mujer y escritora virtuosa. Para hacerlo en su presencia.
Sobre las 19.10 Vitale, su cabellera blanca, su sonrisa y su irreverencia irrumpen en el hall del lugar y una lluvia de aplausos la recibe. Las sonrisas parecieran estar en todos lados y hay gente que solo con verla se emociona.
La escritora escucha las palabras de admiración y cariño de autoridades locales y luego aprecia con atención las obras de Schumann, Strauss y Mozart entonadas por la soprano Sofía Mara y la pianista Carla Ferreira, de los elencos del Sodre.
Con su agudo sentido del humor, Ida agradece el homenaje: "Gracias a los dementes que organizaron esto y a los dementes que vinieron. No lo merezco. Y además, llueve", dijo desatando risas.
Durante la celebración, abrió al azar su libro Tiempo sin claves y leyó el poema "Gato ajeno", donde almacena su admiración por los felinos domésticos: “Nunca puede saberse de qué peligro escapa, hacia qué gloria tiende", recitó, con la vitalidad que hace justicia a su apellido.
En la secuencia, la fiesta en su celebración incluyó flores, chocolates de regalo, un brindis y hasta una torta con su foto y las tres velas que indican un siglo de vida. Se cantó el "Feliz cumpleaños" e Ida, radiante, con el entusiasmo y la disposición de una niña, sopló las velas delante de un público hipnotizado.
La última referente de la Generación del '45, que durante la última dictadura cívico-militar uruguaya se exilió en México (luego vivió 30 años en Estados Unidos), tuvo palabras de profundo amor hacia ese país luego de que el embajador mexicano en Uruguay, Victor Manuel Barceló, pidiera la palabra para destacar "la mente lúcida" y el "corazón enorme" de la poeta uruguaya.
"Tu humildad es lo que más amamos y lo que más admiramos", dijo Barceló. "En México siempre tendrás un lugar".
Además, se presentaron la banda sonora del documental sobre su vida, Ida Vitale, con música original de Sylvia Meyer, así como el libro Palabra por palabra, el mundo se hace mundo, en una edición que repasa su obra a modo de antología, con correspondencia personal, artículos, discursos y conferencias.
Al final se proyectó el documental dirigido por María Arrilaga, a modo de cierre del festejo que también tuvo alcance internacional con la exhibición del film en Madrid, Ciudad de México, Guadalajara, Buenos Aires, y en el pueblo español de Juzbado, provincia de Salamanca, donde Vitale es especialmente querida.
"Esta fue una cosa muy inesperada y que me hace muy feliz", afirmó Ida ya casi al final de la celebración. "Si en el otro lado nos piden un recuerdo, este será uno", cerró, desatando más aplausos y sonrisas cómplices entre los presentes, que nos fuimos, pese al inhóspito clima de afuera, con una primavera en el pecho.
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