El País con David Lagercrantz, el autor sueco que pasó por Millenium y tiene novela propia

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David Lagercrantz

ENTREVISTA

Es uno de los más grandes best sellers mundiales y después de tres novelas en el universo creado por Stieg Larson ahora edita "Obscuritas", un policial a los Sherlock Holmes

David Lagercrantz
David Lagercrantz. Foto: Kajsa Göransson

David Lagercrantz es un escritor de best sellers. Y valiente. No cualquiera se atreve a hacer lo que el hizo: heredar uno de los más grandes fenómenos literarios recientes (la saga Millennium) tras la muerte de su creador, Stieg Larsson.

Estuvo a la altura (se siguió vendiendo respetando el formato y el estandar de calidad) y hasta se hizo una adaptación cinematográfica de uno de sus libros (la dirigió el uruguayo Fede Alvarez y a Lagercrantz no le gustó).

Pero ahora, libre de ese compromiso, el sueco tiene nueva novela: Obscuritas, que se presenta como el primer caso de una pareja despareja, Rekke y Vargas. Están encargadas cuatro más para completar una pentalogía de la que, le confiesa a El País, ya tiene todo su desarrollo.

A los 60 años, Lagercrantz es, desde hace mucho, una estrella literaria en su país. Es hijo de Olof Lagercrantz, uno de los intelectuales mediáticos suecos más importantes.

Después de un pasaje como periodista policial, publicó su primera novela en 1997. Sus libros iniciales son biografías (la de Alan Turing puede encontrarse en Uruguay) y entre ellas hay que ubicar la de Zlatan Ibrahimovic que se vendió como pan caliente.

En 2015, tras la muerte de Larsson se integró a la saga Millennium para la que escribió tres novelas: Lo que no te mata te hace más fuerte (la que adaptó Alvarez), El hombre que perseguía a su sombra y La chica que vivió dos veces.

Inspirado en Conan Doyle, Lagercrantz cuenta en Obscuritas, la investigación del asesinato de un juez de fútbol de origen afgano en un barrio de Estocolmo en 2003. Aunque hay un asesino confeso hay algo que no cierra, y de descubrir qué se encargarán el profesor Hans Rekke y una policía novata, Micaela Vargas, hija de exiliados chilenos. Son totalmente opuestos y, sin embargo funcionan como unos Sherlock Holmes y doctor Watson nórdicos.

Lagercrantz sabe cómo se cuentan esta clase de historias y la novela es entretenida, sabe manejar el suspenso y está bien escrita. Es un buen thiller contemporáneo.

Sobre el libro, sus personajes y cómo reflejan algunos cambios sociales que ha vivido Suecia, El País charló con el escritor sueco. Este es un resumen de esa conversación.

—¿Cómo llegó a Rekke y Vargas?

—Eso siempre es un misterio. Después de escribir los libros de la saga de Millenium, pensaba por dónde podía seguir y era bastante obvio que las editoriales querían que me quedara en el género. Pero yo quería ir por mi lado y me fijé en un viejo amor literario, Sherlock Holmes. Me encanta su genialidad pero también me puse a pensar en lo que no me gusta tanto de él. Y ahí estaban la arrogancia y su autoconciencia de ser un genio. Y entonces decidí sustituir su arrogancia por duda y hacerlo más oscuro. Y ahí pensé en su socio, Watson. Teniendo en cuenta la polarización de una sociedad sueca cada vez más desigual, pensé en oponerle, a él que es de la clase privilegiada, alguien de los barrios complicados. Y ahí surgió Vargas. Escribí un libro sobre Zlatan Ibrahimovic y él, que es una de las grandes estrellas mundiales, viene de un barrio así. Y a pesar de que él yo éramos tan distintos -yo vengo de un mundo más cercano a Rekke- me sorprendí de cómo nos entendimos. Y ahí pensé en por qué no reunir a ese Holmes con una muchacha de los suburbios. El es brillante pero débil y ella no puede permitirse ser débil porque debe ser fuerte para sobrevivir. Y recién cuando los junté, nacieron ambos.

—Este es el comienzo de una una saga de cinco libros. ¿Cuánto sabe de lo que va a pasar?

—Lo tengo bastante claro pero eso también es un misterio cuando uno se pone a escribir. Vamos a avanzar en el tiempo, ellos van a envejecer y la relación va a ser más igualitaria. No quiero que ella sigue siendo la que admira lo genial de Rekke. Pero cuando escribo thrillers contemporáneos me doy cuenta que es difícil entender nuestro tiempo. No sabemos a dónde estamos yendo. Ahora tenemos la guerra en Ucrania que complica la situación en Europa pero no sabemos a dónde nos va a conducir. Entonces pensé porque no ir hacia atrás y hacia otro hecho cuyos efectos aún sentimos. Y ahí apareció la guerra de Irak.

—La novela revela algunas grietas en Suecia, una sociedad que de acá vemos como igualitaria.

—Suecia solía ser la sociedad más igualitaria del mundo y ahora se ha vuelto una sociedad segregada con los refugiados viviendo en los suburbios. Antes habíamos recibido muchos refugiados de América Latina, por ejemplo. Eso cambió quizás desde 2015 cuando llegaron cientos de miles de personas huyendo de la guerra en Siria. Y nos terminamos polarizando: hoy los partidos de derecha tienen el 20 por ciento del electorado. Tenemos una sociedad hostil y polarizada y los medios están discutiendo el tema todo el tiempo.

—¿Cómo son sus rutinas como escritor?

—Tengo tres hijos, así que no es fácil. Pero me levanto temprano y ya me pongo a escribir. Llevo a los chicos al colegio y sigo escribiendo. Soy un viejo periodista así que necesito una fecha de cierre y plazos que nunca puedo cumplir. Es así de difícil. Y está toda la parte de relaciones públicas.

—¿Y cómo lidia con la condición de ser una celebridad literaria?

—En Suecia saben quién soy y está bueno porque la gente me dice cosas buenas. Y además me da la oportunidad de conocer gente interesante.

—Ahora que terminó, ¿cómo evalúa su viaje por el mundo Millennium?

—Estoy muy feliz de haber sido lo suficientemente valiente para hacerlo. Cuando me lo propusieron, no me di cuenta del gran desafío que significaba. En Suecia y en Europa se generó una histeria cuando salió el primer libro. Todos me pegaron y fue duro estar en los titulares todo el tiempo. Pero cuando llegaron las críticas positivas y alcanzó el número uno en la lista de más vendidos del New York Times, me di cuenta que había sobrevivido a la experiencia. Estoy muy feliz de haberlo aceptado y de lo que me aportó pero también estoy feliz que haya terminado.

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