"El punto de partida siempre está en una inquietud relacionada a una observación, y empiezo a buscar alguna forma de plantearlo como ilustración, como historia, ya sea por querer consolidar alguna idea al respecto, o como principio de investigación”, dice Alfredo Soderguit, sobre su proceso creativo, en charla con El País.
El uruguayo, que estudió Bellas Artes en la Universidad de la República y Dirección de Arte en la Escuela de Cine, se dedica a la ilustración desde 1998, y en ese tiempo ha ilustrado más de 50 libros publicados en diferentes territorios.
En 2012 dirigió Anina, primera película uruguaya de animación en retratar culturalmente a Uruguay y que logró ser exhibida en más de 50 países y obtuvo más de 20 reconocimientos internacionales.
En 2016 ganó el Primer Premio de ilustración de literatura infantil y juvenil de Uruguay y es, además, escritor de tres obras. La última es La cerca, su flamante libro que llegó a librerías uruguayas por la prestigiosa editorial Ekaré. Antes, publicó Soy un animal (2018), por editorial Zorro Rojo, y Los carpinchos (2020) también por Ekaré; fue otro éxito internacional que ya se tradujo a 17 idiomas, lo eligieron en los White Raven —selección de gran importancia en la literatura infantil y juvenil, realizada por la Biblioteca Internacional de Münich— y será transformado en cortometraje.
El germen de La cerca, libro que plantea cuestiones profundas de manera sutil, empezó en 2012, a partir de un viaje a Colombia junto a Mariale Ariceta, hoy su esposa. “Estábamos haciendo el sonido de Anina y una familia amiga nos invitó a una finca de campo. No era de una familia tan rica (como la que se ve en el libro), pero estaba eso que a nosotros nos había llamado la atención allá, que tiene que ver con cómo se posiciona la gente en relación al estrato social al que pertenece”, introduce.
“Empezamos a observar esa situación: cómo estaba aquella casa enorme vacía durante casi todo el año, y una casa pequeña donde vivía toda una familia que trabajaba para cuidar la casa de al lado”, desarrolla. “En un momento apareció una niña con una muñeca, era hija o nieta del casero. Y se quedó parada de un lado de la cerca que separaba las dos casas. Desde ahí ya empezó Mariale a observarlo así. ¿Qué hay acá? Quizás una separación, pero tal vez también la oportunidad de que esas niñas —que en la historia real eran una niña y un niño, el sobrino de nuestra amiga— se aproximen”.
Desde la observación de aquella situación, Ariceta hizo una serie de apuntes gráficos y notas en una libreta que Soderguit tiene consigo en este encuentro con El País. Allí se leen cosas como “El cerco con flores” y “La oportunidad”, frases que dan pistas sobre lo que vendría a ser el disparador de la historia: la cerca como separación, pero también como oportunidad de encuentro.
Es por eso que en el libro se juega con la ambigüedad de la palabra y sus distintas acepciones: a manera de sustantivo que refiere a la división de un sitio de otro; como adverbio, para referirse a algo próximo o inmediato en el espacio o en el tiempo; y en forma de verbo en una conjunción de cercar, rodear para separar. El significado, acá, lo escogerá el lector.
Tras aquel episodio ambos se dedicaron a otros proyectos y el que resultaría en La cerca fue decantando durante casi una década. Fue en medio de la pandemia que aquella inquietud volvió y la libreta sirvió de boceto para el libro, que finalmente fue lanzado en setiembre de 2023.
La historia
De la barrera invisible (y no tanto) de los lugares predeterminados socialmente, surgió La cerca, que cuenta la historia de Francisca y Antonia, dos niñas de distintas realidades que se encuentran durante unas vacaciones y entablan una relación de amistad, que nada entiende de diferentes estratos sociales.
Se conocen junto a la cerca que separa sus casas y allí juegan, comparten y disfrutan en ese tiempo suspendido que los adultos añoramos. Está la pureza de la amistad, el entusiasmo del momento de jugar juntas, y nada más. Las vacaciones terminan, sus vidas siguen con sus diferentes desafíos; crecen, se tornan adultas y no vuelven a encontrarse hasta que Julia y Lucía, las hijas de Francisca y Antonia, tienen su oportunidad de cruzar la misma cerca. Lo que sigue, la continuación de esta historia, será lo que la imaginación del lector permita.
Además, Soderguit la ilustró desde una perspectiva isométrica, que pone al lector como observador. Los colores elegidos son cálidos, porque la intención era transportar a una atmósfera de verano, vacaciones y hora mágica. Con relación a la técnica, el ilustrador, que hace más de 25 años se dedica a ese oficio, explica que más que fijar una firma propia, le interesaba el resultado.
“Nunca valoré demasiado eso de tener un estilo reconocible, de hacer una cosa y que se note que soy yo, porque en realidad me importa más encontrar el mejor camino para profundizar en lo que me está pasando con esa historia, cómo transmitir ciertas emociones, crear un determinado ambiente, generar una atmósfera sensible”, comenta.
Así fue construida La cerca, historia que nació de una realidad observada y que la trasmite desde un lugar sensible, sin imponer certezas ni romantizar la reproducción del lugar social. Las conclusiones las deja para el lector.
“Es un libro que genera posiciones variadas. Y eso está bueno, porque la realidad también lo hace. No es un libro que hable de certezas. Si bien tiene cosas muy concretas, no pretende imponer ninguna idea en particular. Todo ese detalle de cuántas fisuras puede haber entre las dos niñas y qué podría haber pasado, es parte de las conversaciones que genera”, dice el autor sobre la historia que ya fue traducida al catalán, al griego y al francés.
Desde la sutileza, la obra presenta un álbum sobre dos vidas paralelas. Sin hacer juicios no solo hace pensar, sino que también invita a adultos y pequeños a la conversación.
Autor: Alfredo Soderguit, basado en una idea original de Mariale Ariceta.
Editorial: Ekaré, 2023.
Páginas: 44
Precio: 890 pesos.