Entrevista
El País participó en una rueda de prensa internacional con el escritor estadounidense sobre su nuevo libro, "La llama eterna de Stephen Crane", una biografía literaria que se lee como una novela
Aun en una pantallita de Zoom, el escritor estadounidense Paul Auster es toda una presencia. Es raro verlo así “en persona” aunque de una manera tan impersonal, después de una vida acompañándonos desde aquella foto de las solapas de las ediciones de Anagrama que, entre las décadas de 1980 y 1990, eran omnipresentes en las bibliotecas y las charlas de los enterados de la época.
Desde entonces, Auster ha construido una de las bibliografías más sólidas y de mayor exposición internacional de la literatura estadounidense. La edición de un nuevo libro sigue siendo un evento global y esa es la razón por la que estamos en una rueda de prensa, vía Zoom, con medios internacionales y en la que participó El País.
La excusa es hablar de La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral). el nuevo libro de Auster que dedica 1040 páginas a recorrer la vida y la obra del autor de La roja insigna del valor, un clásico de la literatura americana.
“Me dejé llevar por el impulso de escribir sobre Crane”, empezó diciendo Auster desde un living bastante impersonal con fotografías y una pintura en la pared y lo que parece ser una estufa; estaría en Brooklyn. “Después que terminé esa novela larga (tiene 957 páginas) que fue 4321, de la que salí exhausto, decidí tomarme un tiempo libro y recuperar lecturas que tenía postergadas. Así me crucé con Stephen Crane, a quien leí de joven. Y me di cuenta lo poderoso que era”.
Así, lo que iba a ser un tiempo sabático quedó dominado por la presencia de Crane y Auster se embarcó en leer toda su obra y todo lo que había sobre su vida.
“Pensé que iba a escribir un librito de 200 páginas como mucho”, cuenta. “Pero el librito se volvió un libro y después en un gran libro. No lo planee y puedo asegurar que no pensaba escribir algo así de extenso”.
Crane nació en 1871 y murió en 1900. En tan poco tiempo dejó una carrera vastísima, de la que La roja insigna del valor es sólo su ejemplo más conocido. Fue poeta, corresponsal de guerra, cronista de viajes y ensayista.
“De todo lo que escribió, que fue mucho y de altísima calidad, se conoce casi nada”, dijo Auster. “Fue el primer modernista de la literatura estadounidense y abrió la puerta a todo lo que vendría en el siglo XX. Y su estilo permanece actual. Nos habla directamente: está vivo”.
La intención de La llama inmortal de Stephen Crane era traerlo de nuevo a la consideración popular. En ese sentido, incluye muchos fragmentos de la obra de Crane.
“Asumo que para mis lectores este libro va a ser encontrarse con Crane por primera vez y quería mostrarlo de una manera que en verdad pudieran experimentar ese primer encuentro”, dijo. “Las biografías no suelen incluir fragmentos del retratado y eso no está bueno”. La gente, dijo, le ha expresado que ha sido como leer una novela y Auster lo considera un elogio.
“Nadie está obligado a nada y si la gente no lo quiere leer, está en todo su derecho”, dijo consultado sobre el interés actual en un libro así de extenso sobre un personaje así de desconocido. “Nada hace que alguien lea un libro, excepto las ganas de leer un libro. Hay mucha gente que sí quiere leer y yo escribo para ellos. Pero sé que me dirijo a una porción muy limitada de nuestra sociedad”.
Auster nació en Newark, New Jersey en 1947. Entre sus libros más reconocidos están La invención de la soledad (1982), La trilogía de Nueva York (1987), El palacio de la luna (1989), Leviatán (1992), Un hombre en la oscuridad (2008). Escribió los guiones de Cigarros (1995) y Blue in the Face (1995), que además codirigió. En solitario dirigió Lulu on the Bridge (1998) y La vida interior de Martin Frost (2007).
Entre muchísimos reconocimientos, en 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y es Comandante de la Orden de las Artes y las Letras Francesa. Su obra está traducida a más de 40 idiomas y es uno de los escritores estadounidenses más reconocidos en el mundo.
“Siempre me siento un principiante”, confesó. “Siempre siento que no sé nada. Todo lo que escribí en el pasado, no me ayuda para escribir lo que estoy escribiendo. Soy una gran bola de confusión cuando empiezo un libro y no puedo prever nada”.
El País: Crane tenía una compulsión por escribir. ¿Cómo se relaciona eso con su acercamiento a la escritura?
Auster: Crane es diferente a mi en todo lo que se le ocurra. Su personalidad es diferente, su manera de escribir es diferente a la mía y nunca fue una influencia en mi trabajo pero lo admiro. Sí atravesó mucho de lo que yo pasé cuando era joven: enfrentar el rechazo y la dificultad para conseguir que mis textos fueran publicados pero ambos seguimos insistiendo. En ese sentido, lo que más me une con Crane es la testarudez y la convicción de que lo vas conseguir a pesar de toda la gente que te dice que no. Eso es algo que entiendo muy bien en Crane.