AHÍ ESTUVE

Hay que entrar por el acceso principal, ese donde la gente se agolpa a gran escala. Hay que tomar el pasillo de alfombra roja sepultada bajo cientos y cientos de pares de pies, hay que caminar hasta el fondo, hay que doblar a la izquierda. Hay que salir a un exterior igual de repleto, hay que seguir caminando en línea recta, hay que ingresar a otro edificio y hay que atender la cartelería, las señales, los distintivos de colores. Hay que andar alrededor de 20 minutos y atravesar la selva humana y apoyar la vista sobre el stand de Alemania, el de Italia, el de La Habana (la ciudad invitada de este año) para entonces descubrir ahí, blanco y celeste y lleno de nombres de escritoras mujeres, al stand uruguayo en la 46° Feria del
Libro de Buenos Aires.

Es sábado 7 de mayo y en la Rural de Palermo el calor es ensordecedor, el bullicio es sofocante. La imagen mental es la de una selva pero también la de un festival donde no hay espacio para moverse. Sin embargo, acá la convocatoria no la marcan las leyendas del rock ni los popstars o trapstars de turno, sino la literatura. Los libros: miles y miles que se apilan, se ordenan, se lucen, se exhiben para ser tocados, observados, olidos, recorridos con la yema del dedo, abrazados, elegidos, atesorados. Hallados.

Es sábado 7 de mayo, son poco más de las 18.00 y es imposible distinguir de dónde vienen las ovaciones y los aplausos que se escuchan de fondo. Quizás vienen de la Sala José Hernández, donde la argentina Camila Sosa Villada presenta su novela Soy una tonta por quererte. Quizás tienen que ver con el alboroto que causa ese grupo de hombres que despliega un pabellón argentino mientras lo rodean los aplausos. Quizás es porque alguien reconoció a Paulo Kablan, periodista, ex participante de MasterChef Celebrity Argentina y coautor de Asesinos seriales.

Quién puede saberlo. En la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que comenzó el 28 de abril y se extiende hasta este 16 de mayo, pasa mucho y al mismo tiempo: pasa el público, pasan los autores, pasan actividades, firmas, eventos. Se estima que 1.250.000 personas circulan año tras año sobre esos 45.500 metros cuadrados de superficie, y hurgan entre publicaciones, novedades y ofertas. Y como en 2020 y 2021 la pandemia canceló el encuentro, el entusiasmo se siente redoblado.

Este año, en la 46° edición del principal evento literario de la región, 77 de esos 45.500 metros cuadrados llevan el nombre de Espacio China Zorrilla y allí, al final del Pabellón Rojo, le pertenecen a Uruguay, que este viernes será protagonista.

El 13 de mayo, la Feria del Libro de Buenos Aires tendrá su Día de Uruguay, con presencia de autoridades, artistas, charlas y diversos encuentros.

El acto oficial está fijado para las 18.30 y participarán la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón; el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira; el Embajador de Uruguay en la República Argentina, Carlos Enciso; y la presidenta de la Cámara Uruguaya del Libro, Alicia Guglielmo. Un día antes, mañana a las 18.30, se presentará la biografía de Argimón, Aquí y ahora de Rosana Zinola, con presencia de la autora y de la subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro.

A lo largo de la jornada del 13, además, habrá mesas de conversación y propuestas marcadas por la figura de Cristina Peri Rossi y la literatura del interior del país, así como un evento relacionado a los vinos y un concierto a cargo de un cuarteto con músicos de la Orquesta Juvenil del Sodre.

“Encontrarnos en un evento internacional donde la oferta de libros es casi ilimitada, con tantos lectores de la región amantes y defensores de la literatura uruguaya, es una realidad que elogia pero también una responsabilidad”, asegura Guglielmo en declaraciones brindadas a El País.

El desafío, dice, es internacionalizar a los autores, y el compromiso es mejorar el posicionamiento de los títulos a nivel nacional, fomentar su llegada a todo el territorio y expandir la comunidad lectora.

En tanto Mariana Wainstein, directora de Cultura del MEC, destaca que durante de todos los días de la feria porteña hubo al menos una actividad con escritores y artistas uruguayos, y adelanta que en las primeras jornadas “se han concretado acuerdos de distribución de obras de autores uruguayos; se han acercado para expresar su renovado interés por Uruguay los responsable de las ferias del libro de Guadalajara y Frankfurt”, y editoriales argentinas anunciaron que quieren cruzar el Río de la Plata.

Y mientras ese intercambio sigue, apoyados en el blanco celestial del stand uruguayo, en un rincón donde el calor no es tan ensordecedor ni el bullicio no es tan sofocante, los libros esperan. Alguien hurga entre los títulos infantiles y rescata una edición de Roy Berocay, y alguien avisa en redes que el libro de pastelería de Irene Delponte ya está agotado. Dos manos cazan furtivamente una publicación de fútbol. Un papelito orgulloso sobresale de las páginas de Cuántas aventuras nos aguardan, de Inés Bortagaray, e invita a la multitud a una de las tantas actividades del viernes, y unos dedos acarician los libros de Cristina Peri Rossi, lo primero que se descubre al llegar al Espacio China Zorrilla. Allí, al fondo del Pabellón Rojo, donde Uruguay dice presente.